Charlas de Quincho
Una serie de victorias judiciales (locales y extranjeras) alegró a los miembros del Gobierno que, sin embargo y por la falta de hábito de reunirse, festejaron de manera inconexa y voluntarista. Un ministro finalmente mudó el casamiento de su hija de Uruguay a Palermo Hollywood, con costos parecidos.
Nota extraída del diario Ámbito Financiero
...Tres grupos de abogados despidieron el año en otros tantos ágapes, divorciados por la posición que tienen frente a una ley. En tanto, un gobernador siguió ayer en su quinta la fiesta que había protagonizado horas antes en el estadio más moderno del país. Por su parte, un grupo de profesionales se reunió para escuchar hablar a un constante (en más de un sentido) candidato radical, choripanes de por medio. Finalmente, le contamos las intimidades del viaje de una de las mayores estrellas del deporte que hayan pasado por el país en su apogeo. Veamos.
Arturo Puricelli
En 48 horas se le inclinó (a favor) el plano judicial al Gobierno, que venía de varias tormentas. Las noticias del juzgado Griesa (presentación del Gobierno Obama), el fallo en la ley de medios y el sábado el dictamen de Hamburgo para que Ghana devuelva la fragata generaron una ola de festejos que si no fueron más estridentes es porque al kirchnerismo le falta tecnología para la fiesta y porque no suele mostrar a sus funcionarios juntos con ese método radical que practica Olivos de entenderse con cada funcionario o ministro como si el resto del gabinete no existiera para los demás. Algún día algún analista explicará las razones, pero se saben los efectos: blinda la posibilidad de filtraciones -lado bueno; oblitera la solidaridad entre los funcionarios-, nadie defiende a nadie, salvo a Cristina de Kirchner -lado objetable-.
Eso impide naturalidad para celebrar triunfos institucionales, que se resuelven en declaraciones individuales o en mezquinos tuiteos, pero también efusiones que pertenecen a la normalidad de la vida social. ¿Cuántos funcionarios se salían de la vaina ayer para festejarle los 59 años a Héctor Timerman y no encontraron la forma de hacerlo? La celebración la resolvió el canciller en un austero desayuno con amigos y hermano, y en el tópico almuerzo familiar. Ni hablar de quienes quisieron estar el miércoles en el restorán nórdico Olsen para acompañarlo en el salón que reservó en el casamiento de su hija Jordana, pero ese acontecimiento se dio en el máximo secreto después de que los mestureros observasen que se haría hace algunos meses en el parador La Huella en José Ignacio, de Uruguay. Hicieron silencio esta vez sin reparar en que seguramente Olsen, en Palermo, es tan caro como La Huella -aunque menos expuesto- y que los Timerman juegan de local en las playas del este, donde el abuelo de la novia, Jacobo, tuvo un chalé tan legendario como su persona y que frecuentaron celebridades como Rafael Alberti.
Ese encapsulamiento de cada funcionario en su morada impidió festejos no personales, pero que hay que hacer notar, como el que se merece Arturo Puricelli por haber vaticinado, cuando nadie lo creía, que en diciembre quedaba liberada la fragata Libertad. Lo dijo el 25 de octubre en una charla casi privada con marinos de esa nave que habían regresado de Ghana y lo publicó este diario. Hubo amagues de desmentido, pero la frase quedó allí. Ahora se sabe que el ministro de Defensa les había explicado, en charlas de trabajo, a funcionarios de su ministerio que se iba a discutir con paciencia en la Justicia de ese país y que después todo iba resolverse en la Corte de Hamburgo -acerca de cuya existencia informó a sus hombres- y que allí a la Argentina le darían la razón. Se calló desde entonces, pero el sábado estuvo entre los más felicitados. Dio a entender que no tenía más información que los demás, pero sacó chapa de clarividente, algo que es bueno en un ministro de Defensa cuya tarea es prever que no haya conflictos antes que enfrentarlos.
Con ese gesto se puso un palmo por delante de los demás funcionarios, que desde entonces debieron estar aclarando que no tenían nada que ver con la llegada del barco a un puerto hostil. Desde que se conoció el fallo de Hamburgo, los gurúes del Gobierno le están sacando punta a lo que viene, porque presumen que Ghana dará algún corcoveo, pese a que el fallo del sábado no es apelable. Nadie cree Ghana se rebele y menos ante la contundencia de los argumentos de los jueces del tribunal, que en realidad han defendido que nadie puede tocar un barco de guerra; es imaginable que si Hamburgo avalaba esta detención, cuál sería la suerte de cuanto barco de guerra americano, ruso, chino o inglés anda por el mundo y a una Corte local se le ocurre, por un quítame esos buitres, incautarlo. Lo de Puricelli revela otro dato a despuntar; que la Argentina tiene un canal cierto para saber qué opina el Gobierno de Ghana. Por eso Timerman logró imponer la línea de que ésta no era una pelea con ese país, sino con los acreedores, que tienen entre su clientela a varios países africanos. Eso explica una presunción que ganó terreno en el fin de semana entre los funcionarios del Gobierno de que la Unión Africana hará a fines de enero, en la cumbre de Addis Abeba (Etiopía), una declaración contra los fondos buitre a la medida de los reclamos argentinos.
Menos perceptible que los fallos que le cambian, aunque fuera por un momento, el ánimo al oficialismo, los operadores judiciales festejaron un hecho subterráneo, casi para expertos: que como resultados de la batalla por la ley de medios lograron despertar a sectores de la Magistratura que estaban dormidos desde la reelección de Luis María Cabral como presidente de la Asociación de Magistrados y a quien el Gobierno referencia con la oposición. Esa aparición de sectores que militaron en listas perdedoras en esa elección se dio primero con el comunicado de respuesta al que dieron las asociaciones de todo el país contra las presiones que denuncian de parte del Gobierno. Pero el moño de esa disidencia se exhibió el jueves por la noche, cuando los magistrados se dividieron en tres cenas de fin de año.
La mayoría, que sigue a Cabral, fue al hotel Panamericano. Los de la lista Celeste, cuyo integrante más notable es el juez Mario Fera, se refugiaron en la cantina Carletto, en Puerto Madero. Un tercer grupo, que se identifica con el camarista y exsecretario de Justicia Alejandro Slokar, eligió el restorán del Centro Argentino de Ingenieros. Cabral, advertido de este bullicio entre sus afiliados, llamó al ministro Julio Alak para disculparse porque no lo iban a invitar; ni a él ni a otros funcionarios del Gobierno ni a dirigentes políticos que son participantes frecuentes de esa cena anual. Tranquilizó a todos que Ricardo Lorenzetti, a quien el Gobierno considera en una carrera política, había viajado el miércoles a la noche a Brasil para asistir a una oportuna reunión de cortes supremas de la región. Vuelve hoy, cuando debe armar la agenda del acuerdo de mañana en el cual se esperan sólo asuntos de rutina; uno de ellos es importante: decidir qué juez de la Corte se quedará de turno en enero, cuando pueden producirse incidentes en la ley de medios, aunque ninguno, todavía, sobre la cuestión de fondo, para que lo trate el máximo tribunal, que es el final de todas las ilusiones.
Lorenzetti dejó, antes de partir, el video que se proyectó en el Panamericano, en el cual negó que la Justicia fuera una corporación, acusación de los kirchneristas del Congreso hacia esa familia. Sí estuvieron en ese hotel Carmen Argibay y Elena Highton de Nolasco, el camarista civil Gustavo Recondo, los camaristas de la Casación, Raúl Madueño y Juan Carlos Gemignani, los representantes de los abogados en el Consejo de la Magistratura Alejandro Fargosi y Daniel Ostropolsky; el titular del Colegio Público de Abogados de la Capital, Jorge Rizzo, y el jefe de los empleados judiciales Julio Piumato, que ese día estuvo de huelga (lo cual le valió alguna mirada de reojo). Horas antes, la cena había sido motivo de discusión en el Consejo de la Magistratura, donde los kirchneristas expresaron malestar por el hecho de que no se había cursado invitación al titular del Consejo de la Magistratura, Manuel Urriza.
Lo más jugoso se escuchó en la mesa de las ministros de la Corte, Argibay y Highton de Nolasco, que estuvieron distendidas y, por momentos, irónicas. La primera animó a sus compañeros de mesa con todo tipo de debates y se permitió una revelación relacionada con las polémicas que por estos días animan el Gobierno y la Justicia: «Hace mucho que ya no hablo con Cristina, antes teníamos mejor comunicación, había más diálogo». No dijo más y nadie lo requirió, especialmente por la fama de la «justice» que suele suspender reuniones con abogados o funcionarios apenas estos le mencionan datos que no constan por escrito en los expedientes que ella entiende. Recondo también animó largos conciliábulos sobre la puja por la ley de medios, cerca de la barra. Desmintió que tenga en mente jubilarse por el desgaste que le ocasiona su pelea con el oficialismo en la Magistratura y en la Cámara Civil. Enigmático, ante la consulta de dos jóvenes abogados sobre cuándo podía llegar la resolución de fondo del subrogante Horacio Alfonso, sólo atinó: «Llegará antes de lo que cree el Gobierno y antes de lo que piensan en la Cámara». El jueves en la Magistratura los kirchneristas recién la esperaban para la primera semana de enero, pero acertó Recondo, porque salió el viernes.
Los referentes de la Lista Celeste, de buena sintonía con el oficialismo, brindaron en Carletto por haber logrado una «derrota más apretada» contra los Bordó en la última elección. Estuvieron allí el camarista Claudio Kiper, la jueza Gabriela Vázquez, el consejero de la Magistratura Fera y la jueza del tribunal oral Karina Perilli, entre otros. En el Centro Argentino de Ingenieros estuvieron, entre otros, la defensora general Stella Maris Martínez; el defensor de la Ciudad, Mario Kestelboim; el titular de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde (que es doctor en Derecho); el camarista penal Eduardo Freiler, el de la Casación, Alejandro Slokar, y el fiscal general Jorge Auat. En los otros encuentros se la bautizó como «lista Solicitada», por el escrito que éstos promovieron rechazando la posición del gremio de jueces que hablaba de supuestas presiones políticas que afectan el desempeño de los magistrados.
¿Quién puede unir la cumbia con la ópera? ¿Quién puede permitir que un cantor sin cartel le cante en la cara a Julio Iglesias y que éste le pida que haga un bis? El mismo que logró el sábado una proeza de escenario: lanzar un proyecto presidencial sin decirlo, mostrar que está para la pelea sin hacer camorra y llevar a un acto a un lote de intendentes que parecían tener otro juego. Este balance se hizo en la noche del sábado en La Ñata, adonde Daniel Scioli llevó a un grupo de artistas que lo habían acompañado en el acto del estadio único para darle una vuelta más al festejo. No hubo políticos, pero sí examen de conductas; la más notable, la de los intendentes Julio Pereyra, Pablo Bruera, Fernando Espinoza, Martín Insaurralde, Alberto Descalzo y una veintena de barones que lo acompañaron en un acto que el gobernador celebró como un desafío fuerte que se sintetiza en el lema: «Estamos, pero no peleamos». En lenguaje publicitario, Scioli pasó todos sus PNT (Publicidad no Tradicional, en jerga periodística, todos sus chivos) y -según el balance de ayer- le dio a cada medio lo que quería escuchar. Algunos decían que desafió; otros, que se encuadró. Ideal para encarar desde esta semana la temporada alta del sciolismo, que es el verano en la costa atlántica y que tiene como punto más alto el cumpleaños que festejará el 13 de enero.
Esa recoleta sede de análisis entre artistas que fue La Ñata derivó pronto hacia la fiesta, que se encarnó en un torneo de canto a puertas cerradas, un recital personal para el dueño de casa que entonaron estrellas como Iglesias, Cacho Castaña, Nacha Guevara y el grupo cumbiero que produce el programa «Pasión de sábado», una creación de un viejo amigo de Scioli que viene de cuando Romay manejaba el Canal 9, Adrián Serantoni. Como no había público, los invitados improvisaron sin pistas grabadas y acompañados por algunos músicos de «Pasión de sábado». Arrancó Iglesias con «El día que me quieras», que bailó Karina Rabolini con profesionalismo -una sorpresa-; siguió Cacho con «Garganta con arena» y remató Nacha con «Se dice de mí». Walter Sabarese, un cantante que anima shows líricos con temas de ópera y que se autodefine, por su anatomía, como «Tenor Graso», tomó el micrófono y desafió a las estrellas con el aria «Nessun Dorma» (de Turandot, de Puccini), ensayó un dúo de La Traviata con una soprano y, para avergonzar a los invitados con cartel, les propinó una versión de «Il Mondo», clásico del italiano Jimmy Fontana, con tanto énfasis que Iglesias, que está amortizado de todo, le pidió que la repitiese. ¿Para qué quería Scioli políticos en esa cena después de esto? Aunque agotado por un sábado tan activo, el gobernador despertó a los jugadores de su equipo y los hizo jugar ayer bajo la lluvia contra el equipo de Alvear. Después asado, más ópera con Sabarese y, por la tarde, padrino del bautismo de Selene, una niña nacida por fertilización asistida en La Matanza. Y ahora, centro de la estrategia en la temporada alta, el lanzamiento del Operativo Sol.
Les queda a los radicales la última batalla del año, quizás florida -o sea, simbólica-, y más que nada para expertos: en la sesión del Senado de la semana que viene tienen que tratar un paquete de acuerdos de ascensos de militares y diplomáticos que les puede dar una ocasión de tribuna. Especialmente con los ascensos de la Cancillería, un ministerio en el cual roncan fuerte, pero que esta vez los ha dejado fuera de la discusión de nombres y posiciones. Se quejan de Timerman, que se apartó de la costumbre de Rafael Bielsa y Jorge Taiana -cancilleres de la era Kirchner-, quienes les daban juego para opinar. Esta vez, la discusión se dará en la última sesión del año. Éste y otros temas de la oposición se conversaron el miércoles por la noche en el balcón-parrilla de un departamento de Suipacha y Libertador, donde un grupo de profesionales sub-40 devoró una selección de choripanes y achuras para escuchar una charla del senador Ernesto Sanz.
El dueño de casa justificó ese encuentro cerrado en la intención de escuchar al dirigente radical desde la perspectiva de un grupo no partidario que está interesado en participar en política y que más pareció una agrupación de HIJOS. El anfitrión Roberto Durrieu (h) es el vástago del abogado del mismo nombre, y se hizo acompañar por Ezequiel Cassagne -hijo de Juan Carlos-, Ignacio Funes de Rioja -hijo de Daniel-, Lucas Llach -hijo de Juan José-, Bernardo Saravia, Carolina Sanz y casi una cuarentena de abogados, corredores de Bolsa, economistas y empresarios. Sanz les explicó la visión de su partido frente al Gobierno y sus proyectos para 2015 sin salirse del libreto, salvo decir que él está anotado en serio como candidato presidencial. Dijo que el eje de la estrategia de su partido es oponerse al principal proyecto del Gobierno, que es la reelección presidencial. Le observaron que ese tema había perdido presión y respondió que no es así; si ellos mantienen ese tema, nosotros también, no se equivoquen. Apostó a que en 2015 la UCR irá a las internas junto al FAP de Binner; hay que copiar, dijo, el método de Santa Fe, que funciona bien.
El momento de las preguntas fue más chisposo, porque lo interrogaron por la razón de que algunos jueces seguían siendo jueces. Les explicó con aire didáctico cómo funcionan los consejos de magistrados y todos se divirtieron con anécdotas que sólo puede contar alguien como Sanz, que ve todo desde hace años a través de un periscopio privilegiado. Le pidieron más detalles de lo que se viene el año próximo y destacó que el Gobierno nacional ha cortado el flujo de fondos a las provincias y que eso ha motivado la ola de suba de impuestos en todos los distritos. Citó la imposición a las aguas minerales de su provincia que entrarán en una guerra del agua con los productos mineralizados de la provincia de Buenos Aires por la competitividad.
Escucharon todo dos compañeros de ruta de Sanz: el «Buda» Oscar Torres Ávalos, uno de los más veteranos diplomáticos radicales -representó al país en La Habana con Fernando de la Rúa, que lo mandó volver cuando se planteó la crisis por el voto en la comisión de derechos humanos de Ginebra- y el actor Luis Brandoni, que vive en otro piso del mismo edificio en donde se hizo ese asado balconero y que aporta siempre a estas reuniones, porque además fue un diputado que todos recuerdan por esa experiencia y una de las personas que acompañaron más de cerca a Raúl Alfonsín. De ahí se fue Sanz a San Luis, donde el diputado provincial Walter Zevallos inauguró un instituto con una charla y cóctel en el que aparecieron otras figuras del distrito, como el «Pupa» Jorge Agúndez, exsenador de la UCR. Inevitable en esa plaza, llegó a la hora de los brindis el auditor Leandro Despouy, que aparece en todo lugar donde hay un precandidato radical, porque él también se anota, aunque lo va a negar.
Un casamiento de exportación podría decirse que fue el del sábado por la noche en Rincón de Pilar entre Victoria Bein y Nicolás Procopio. Convocatoria de 250 personas, entre ellas varios economistas acercados por el padre de la novia, Miguel Bein. Graduada con medalla de oro en Psicología, Victoria ya completó un máster en Neurociencias en la Universidad de Columbia. Va rumbo al doctorado en la Universidad de Florida. El novio, abogado tributarista, estudió en EE.UU. también y se desempeña en PricewaterhouseCoopers. Temas financieros y bolivarianos en las mesas de economistas y empresarios. Estaban Pablo Gerchunoff, Nicolás Dujovne, Marina Dalpogetto, Alejandro Mayoral (exsecretario de Comercio), Andrés Meta (Banco Industrial), Daniel Novegil (Ternium), Abel Werthein, el banquero privado Fernando Kiguel, Miguel Sulichin (Royal Bank of Canada) y María Moreno.
Mensaje indirecto de los novios para Bein apenas ingresaron al salón: le pusieron la música de «El Padrino» como una suerte de particular homenaje. Sabido es que buena parte de inversores argentinos amantes del riesgo poseen en cartera títulos de Venezuela. Ahora sucede que subieron mucho de precio tras las complicaciones en la salud de Hugo Chávez y rinden «solamente» el 9% anual en dólares. Pareciera que los mercados descontaron un giro radical en Venezuela demasiado apresurado. Por ello es que entre los especialistas reunidos en una mesa, todos habían vendido su tenencia el día anterior. Lo que más rating tenía en esta cumbre financiera en Pilar era la deuda argentina que vence en 2015. «Cristina es la garante del pago», dijo un economista que recomendó el Boden 2015 y sus hijos, es decir, el Provincia de Buenos Aire y el Ciudad de Buenos Aires, que vencen el último año de gestión de Cristina y, más importante aún, antes de las elecciones.
«Es como si Mohammad Alí hubiera venido a pelear a la Argentina en los 70, o si Michael Jordan hubiera venido a jugar en los 90». Así se calificaba la visita de Roger Federer por Buenos Aires. Se entregó, pese a esa talla estelar, en un quincho privado ofrecido por un empresario que fondeó la visita, a confesiones de hombre de pie en la calle. Sergio Massa -promotor político del viaje- eligió el martes a la noche la casa del anfitrión, un fabricante de piletas y aportante a la campaña electoral tigrense que no podía creer lo que tenía enfrente: al intendente explicándole cómo usar las trinchetas para pinchar chorizos y hacer que éstos no revienten. Quedó descartada la posibilidad de que el anfitrión fuera Raúl Moneta, que ya tenía alimentados y bebidos a sus caballos árabes en su estancia, prestos para sus exhibiciones noventistas, y otros empresarios que ofrecieron sus campos. La distancia y los aportes políticos pudieron más a la hora de elegir anfitrión.
El tenista discurrió sobre cuestiones impositivas al decir que ni siquiera Suiza le conviene a alguien de su nivel de facturación. Por esto y por haber trabado amistad con algunos príncipes árabes, eligió Dubái como residencia permanente. Contó que vive en un verdadero palacio sin que se lo moleste por su condición. Allí criará a sus hijos, y recomienda a cualquiera de su nivel que haga lo mismo. El jueves por la noche cenó en La Mansión Algodón, con Paola Suárez y su marido, Gabriela Sabatini y un grupo de amigos venidos de Madrid como sus invitados a esta gira que, dijo, fue el mejor viaje de su vida. Como Federer es personaje de un documental había un director y un camarógrafo que lo filmó todo el tiempo. En el restorán, comiendo de todo sin cuidar el menú de cualquier tenista de elite (incluyendo fritos), dijo lo bien que lo había pasado en el país y lo prolijo de la organización que le preparó los dos partidos en el Tigre. Comparaba su experiencia argentina con el agridulce sabor que le quedó de su viaje por Brasil, donde no sólo no se vendieron todas las entradas, sino que además sufrió la invasión de cancha de varios fanáticos, uno de los cuales incluso llegó a lastimarlo. Federer relató su conversación con Cristina de Kirchner en Olivos de casi media hora, todo sobre asuntos familiares, dijo. La Presidente le pidió unos autógrafos para algunas fans de la quinta, a las que luego les aclaró: «Ojo chicas que es hermoso pero está casado y sólo habla de su mujer y sus hijos».
Vamos a terminar con un chiste de un personaje siempre vivo. El profesor reparte las pruebas con las notas.
-Luis, un diez. Pedro, un ocho. Juan, seis. Jaimito, cero.
Jaimito, enojado, pregunta:
-Oiga, profesor, ¿y por qué a mí un cero?
-Porque te copiaste el examen de Pedro.
-¿Y usted cómo sabe que me copié?
-Porque las cuatro primeras preguntas están iguales, y en la última pregunta Pedro respondió: «Ésa no la sé» y vos escribiste «Yo tampoco»...
...Tres grupos de abogados despidieron el año en otros tantos ágapes, divorciados por la posición que tienen frente a una ley. En tanto, un gobernador siguió ayer en su quinta la fiesta que había protagonizado horas antes en el estadio más moderno del país. Por su parte, un grupo de profesionales se reunió para escuchar hablar a un constante (en más de un sentido) candidato radical, choripanes de por medio. Finalmente, le contamos las intimidades del viaje de una de las mayores estrellas del deporte que hayan pasado por el país en su apogeo. Veamos.
Arturo Puricelli
En 48 horas se le inclinó (a favor) el plano judicial al Gobierno, que venía de varias tormentas. Las noticias del juzgado Griesa (presentación del Gobierno Obama), el fallo en la ley de medios y el sábado el dictamen de Hamburgo para que Ghana devuelva la fragata generaron una ola de festejos que si no fueron más estridentes es porque al kirchnerismo le falta tecnología para la fiesta y porque no suele mostrar a sus funcionarios juntos con ese método radical que practica Olivos de entenderse con cada funcionario o ministro como si el resto del gabinete no existiera para los demás. Algún día algún analista explicará las razones, pero se saben los efectos: blinda la posibilidad de filtraciones -lado bueno; oblitera la solidaridad entre los funcionarios-, nadie defiende a nadie, salvo a Cristina de Kirchner -lado objetable-.
Eso impide naturalidad para celebrar triunfos institucionales, que se resuelven en declaraciones individuales o en mezquinos tuiteos, pero también efusiones que pertenecen a la normalidad de la vida social. ¿Cuántos funcionarios se salían de la vaina ayer para festejarle los 59 años a Héctor Timerman y no encontraron la forma de hacerlo? La celebración la resolvió el canciller en un austero desayuno con amigos y hermano, y en el tópico almuerzo familiar. Ni hablar de quienes quisieron estar el miércoles en el restorán nórdico Olsen para acompañarlo en el salón que reservó en el casamiento de su hija Jordana, pero ese acontecimiento se dio en el máximo secreto después de que los mestureros observasen que se haría hace algunos meses en el parador La Huella en José Ignacio, de Uruguay. Hicieron silencio esta vez sin reparar en que seguramente Olsen, en Palermo, es tan caro como La Huella -aunque menos expuesto- y que los Timerman juegan de local en las playas del este, donde el abuelo de la novia, Jacobo, tuvo un chalé tan legendario como su persona y que frecuentaron celebridades como Rafael Alberti.
Ese encapsulamiento de cada funcionario en su morada impidió festejos no personales, pero que hay que hacer notar, como el que se merece Arturo Puricelli por haber vaticinado, cuando nadie lo creía, que en diciembre quedaba liberada la fragata Libertad. Lo dijo el 25 de octubre en una charla casi privada con marinos de esa nave que habían regresado de Ghana y lo publicó este diario. Hubo amagues de desmentido, pero la frase quedó allí. Ahora se sabe que el ministro de Defensa les había explicado, en charlas de trabajo, a funcionarios de su ministerio que se iba a discutir con paciencia en la Justicia de ese país y que después todo iba resolverse en la Corte de Hamburgo -acerca de cuya existencia informó a sus hombres- y que allí a la Argentina le darían la razón. Se calló desde entonces, pero el sábado estuvo entre los más felicitados. Dio a entender que no tenía más información que los demás, pero sacó chapa de clarividente, algo que es bueno en un ministro de Defensa cuya tarea es prever que no haya conflictos antes que enfrentarlos.
Con ese gesto se puso un palmo por delante de los demás funcionarios, que desde entonces debieron estar aclarando que no tenían nada que ver con la llegada del barco a un puerto hostil. Desde que se conoció el fallo de Hamburgo, los gurúes del Gobierno le están sacando punta a lo que viene, porque presumen que Ghana dará algún corcoveo, pese a que el fallo del sábado no es apelable. Nadie cree Ghana se rebele y menos ante la contundencia de los argumentos de los jueces del tribunal, que en realidad han defendido que nadie puede tocar un barco de guerra; es imaginable que si Hamburgo avalaba esta detención, cuál sería la suerte de cuanto barco de guerra americano, ruso, chino o inglés anda por el mundo y a una Corte local se le ocurre, por un quítame esos buitres, incautarlo. Lo de Puricelli revela otro dato a despuntar; que la Argentina tiene un canal cierto para saber qué opina el Gobierno de Ghana. Por eso Timerman logró imponer la línea de que ésta no era una pelea con ese país, sino con los acreedores, que tienen entre su clientela a varios países africanos. Eso explica una presunción que ganó terreno en el fin de semana entre los funcionarios del Gobierno de que la Unión Africana hará a fines de enero, en la cumbre de Addis Abeba (Etiopía), una declaración contra los fondos buitre a la medida de los reclamos argentinos.
Menos perceptible que los fallos que le cambian, aunque fuera por un momento, el ánimo al oficialismo, los operadores judiciales festejaron un hecho subterráneo, casi para expertos: que como resultados de la batalla por la ley de medios lograron despertar a sectores de la Magistratura que estaban dormidos desde la reelección de Luis María Cabral como presidente de la Asociación de Magistrados y a quien el Gobierno referencia con la oposición. Esa aparición de sectores que militaron en listas perdedoras en esa elección se dio primero con el comunicado de respuesta al que dieron las asociaciones de todo el país contra las presiones que denuncian de parte del Gobierno. Pero el moño de esa disidencia se exhibió el jueves por la noche, cuando los magistrados se dividieron en tres cenas de fin de año.
La mayoría, que sigue a Cabral, fue al hotel Panamericano. Los de la lista Celeste, cuyo integrante más notable es el juez Mario Fera, se refugiaron en la cantina Carletto, en Puerto Madero. Un tercer grupo, que se identifica con el camarista y exsecretario de Justicia Alejandro Slokar, eligió el restorán del Centro Argentino de Ingenieros. Cabral, advertido de este bullicio entre sus afiliados, llamó al ministro Julio Alak para disculparse porque no lo iban a invitar; ni a él ni a otros funcionarios del Gobierno ni a dirigentes políticos que son participantes frecuentes de esa cena anual. Tranquilizó a todos que Ricardo Lorenzetti, a quien el Gobierno considera en una carrera política, había viajado el miércoles a la noche a Brasil para asistir a una oportuna reunión de cortes supremas de la región. Vuelve hoy, cuando debe armar la agenda del acuerdo de mañana en el cual se esperan sólo asuntos de rutina; uno de ellos es importante: decidir qué juez de la Corte se quedará de turno en enero, cuando pueden producirse incidentes en la ley de medios, aunque ninguno, todavía, sobre la cuestión de fondo, para que lo trate el máximo tribunal, que es el final de todas las ilusiones.
Lorenzetti dejó, antes de partir, el video que se proyectó en el Panamericano, en el cual negó que la Justicia fuera una corporación, acusación de los kirchneristas del Congreso hacia esa familia. Sí estuvieron en ese hotel Carmen Argibay y Elena Highton de Nolasco, el camarista civil Gustavo Recondo, los camaristas de la Casación, Raúl Madueño y Juan Carlos Gemignani, los representantes de los abogados en el Consejo de la Magistratura Alejandro Fargosi y Daniel Ostropolsky; el titular del Colegio Público de Abogados de la Capital, Jorge Rizzo, y el jefe de los empleados judiciales Julio Piumato, que ese día estuvo de huelga (lo cual le valió alguna mirada de reojo). Horas antes, la cena había sido motivo de discusión en el Consejo de la Magistratura, donde los kirchneristas expresaron malestar por el hecho de que no se había cursado invitación al titular del Consejo de la Magistratura, Manuel Urriza.
Lo más jugoso se escuchó en la mesa de las ministros de la Corte, Argibay y Highton de Nolasco, que estuvieron distendidas y, por momentos, irónicas. La primera animó a sus compañeros de mesa con todo tipo de debates y se permitió una revelación relacionada con las polémicas que por estos días animan el Gobierno y la Justicia: «Hace mucho que ya no hablo con Cristina, antes teníamos mejor comunicación, había más diálogo». No dijo más y nadie lo requirió, especialmente por la fama de la «justice» que suele suspender reuniones con abogados o funcionarios apenas estos le mencionan datos que no constan por escrito en los expedientes que ella entiende. Recondo también animó largos conciliábulos sobre la puja por la ley de medios, cerca de la barra. Desmintió que tenga en mente jubilarse por el desgaste que le ocasiona su pelea con el oficialismo en la Magistratura y en la Cámara Civil. Enigmático, ante la consulta de dos jóvenes abogados sobre cuándo podía llegar la resolución de fondo del subrogante Horacio Alfonso, sólo atinó: «Llegará antes de lo que cree el Gobierno y antes de lo que piensan en la Cámara». El jueves en la Magistratura los kirchneristas recién la esperaban para la primera semana de enero, pero acertó Recondo, porque salió el viernes.
Los referentes de la Lista Celeste, de buena sintonía con el oficialismo, brindaron en Carletto por haber logrado una «derrota más apretada» contra los Bordó en la última elección. Estuvieron allí el camarista Claudio Kiper, la jueza Gabriela Vázquez, el consejero de la Magistratura Fera y la jueza del tribunal oral Karina Perilli, entre otros. En el Centro Argentino de Ingenieros estuvieron, entre otros, la defensora general Stella Maris Martínez; el defensor de la Ciudad, Mario Kestelboim; el titular de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde (que es doctor en Derecho); el camarista penal Eduardo Freiler, el de la Casación, Alejandro Slokar, y el fiscal general Jorge Auat. En los otros encuentros se la bautizó como «lista Solicitada», por el escrito que éstos promovieron rechazando la posición del gremio de jueces que hablaba de supuestas presiones políticas que afectan el desempeño de los magistrados.
¿Quién puede unir la cumbia con la ópera? ¿Quién puede permitir que un cantor sin cartel le cante en la cara a Julio Iglesias y que éste le pida que haga un bis? El mismo que logró el sábado una proeza de escenario: lanzar un proyecto presidencial sin decirlo, mostrar que está para la pelea sin hacer camorra y llevar a un acto a un lote de intendentes que parecían tener otro juego. Este balance se hizo en la noche del sábado en La Ñata, adonde Daniel Scioli llevó a un grupo de artistas que lo habían acompañado en el acto del estadio único para darle una vuelta más al festejo. No hubo políticos, pero sí examen de conductas; la más notable, la de los intendentes Julio Pereyra, Pablo Bruera, Fernando Espinoza, Martín Insaurralde, Alberto Descalzo y una veintena de barones que lo acompañaron en un acto que el gobernador celebró como un desafío fuerte que se sintetiza en el lema: «Estamos, pero no peleamos». En lenguaje publicitario, Scioli pasó todos sus PNT (Publicidad no Tradicional, en jerga periodística, todos sus chivos) y -según el balance de ayer- le dio a cada medio lo que quería escuchar. Algunos decían que desafió; otros, que se encuadró. Ideal para encarar desde esta semana la temporada alta del sciolismo, que es el verano en la costa atlántica y que tiene como punto más alto el cumpleaños que festejará el 13 de enero.
Esa recoleta sede de análisis entre artistas que fue La Ñata derivó pronto hacia la fiesta, que se encarnó en un torneo de canto a puertas cerradas, un recital personal para el dueño de casa que entonaron estrellas como Iglesias, Cacho Castaña, Nacha Guevara y el grupo cumbiero que produce el programa «Pasión de sábado», una creación de un viejo amigo de Scioli que viene de cuando Romay manejaba el Canal 9, Adrián Serantoni. Como no había público, los invitados improvisaron sin pistas grabadas y acompañados por algunos músicos de «Pasión de sábado». Arrancó Iglesias con «El día que me quieras», que bailó Karina Rabolini con profesionalismo -una sorpresa-; siguió Cacho con «Garganta con arena» y remató Nacha con «Se dice de mí». Walter Sabarese, un cantante que anima shows líricos con temas de ópera y que se autodefine, por su anatomía, como «Tenor Graso», tomó el micrófono y desafió a las estrellas con el aria «Nessun Dorma» (de Turandot, de Puccini), ensayó un dúo de La Traviata con una soprano y, para avergonzar a los invitados con cartel, les propinó una versión de «Il Mondo», clásico del italiano Jimmy Fontana, con tanto énfasis que Iglesias, que está amortizado de todo, le pidió que la repitiese. ¿Para qué quería Scioli políticos en esa cena después de esto? Aunque agotado por un sábado tan activo, el gobernador despertó a los jugadores de su equipo y los hizo jugar ayer bajo la lluvia contra el equipo de Alvear. Después asado, más ópera con Sabarese y, por la tarde, padrino del bautismo de Selene, una niña nacida por fertilización asistida en La Matanza. Y ahora, centro de la estrategia en la temporada alta, el lanzamiento del Operativo Sol.
Les queda a los radicales la última batalla del año, quizás florida -o sea, simbólica-, y más que nada para expertos: en la sesión del Senado de la semana que viene tienen que tratar un paquete de acuerdos de ascensos de militares y diplomáticos que les puede dar una ocasión de tribuna. Especialmente con los ascensos de la Cancillería, un ministerio en el cual roncan fuerte, pero que esta vez los ha dejado fuera de la discusión de nombres y posiciones. Se quejan de Timerman, que se apartó de la costumbre de Rafael Bielsa y Jorge Taiana -cancilleres de la era Kirchner-, quienes les daban juego para opinar. Esta vez, la discusión se dará en la última sesión del año. Éste y otros temas de la oposición se conversaron el miércoles por la noche en el balcón-parrilla de un departamento de Suipacha y Libertador, donde un grupo de profesionales sub-40 devoró una selección de choripanes y achuras para escuchar una charla del senador Ernesto Sanz.
El dueño de casa justificó ese encuentro cerrado en la intención de escuchar al dirigente radical desde la perspectiva de un grupo no partidario que está interesado en participar en política y que más pareció una agrupación de HIJOS. El anfitrión Roberto Durrieu (h) es el vástago del abogado del mismo nombre, y se hizo acompañar por Ezequiel Cassagne -hijo de Juan Carlos-, Ignacio Funes de Rioja -hijo de Daniel-, Lucas Llach -hijo de Juan José-, Bernardo Saravia, Carolina Sanz y casi una cuarentena de abogados, corredores de Bolsa, economistas y empresarios. Sanz les explicó la visión de su partido frente al Gobierno y sus proyectos para 2015 sin salirse del libreto, salvo decir que él está anotado en serio como candidato presidencial. Dijo que el eje de la estrategia de su partido es oponerse al principal proyecto del Gobierno, que es la reelección presidencial. Le observaron que ese tema había perdido presión y respondió que no es así; si ellos mantienen ese tema, nosotros también, no se equivoquen. Apostó a que en 2015 la UCR irá a las internas junto al FAP de Binner; hay que copiar, dijo, el método de Santa Fe, que funciona bien.
El momento de las preguntas fue más chisposo, porque lo interrogaron por la razón de que algunos jueces seguían siendo jueces. Les explicó con aire didáctico cómo funcionan los consejos de magistrados y todos se divirtieron con anécdotas que sólo puede contar alguien como Sanz, que ve todo desde hace años a través de un periscopio privilegiado. Le pidieron más detalles de lo que se viene el año próximo y destacó que el Gobierno nacional ha cortado el flujo de fondos a las provincias y que eso ha motivado la ola de suba de impuestos en todos los distritos. Citó la imposición a las aguas minerales de su provincia que entrarán en una guerra del agua con los productos mineralizados de la provincia de Buenos Aires por la competitividad.
Escucharon todo dos compañeros de ruta de Sanz: el «Buda» Oscar Torres Ávalos, uno de los más veteranos diplomáticos radicales -representó al país en La Habana con Fernando de la Rúa, que lo mandó volver cuando se planteó la crisis por el voto en la comisión de derechos humanos de Ginebra- y el actor Luis Brandoni, que vive en otro piso del mismo edificio en donde se hizo ese asado balconero y que aporta siempre a estas reuniones, porque además fue un diputado que todos recuerdan por esa experiencia y una de las personas que acompañaron más de cerca a Raúl Alfonsín. De ahí se fue Sanz a San Luis, donde el diputado provincial Walter Zevallos inauguró un instituto con una charla y cóctel en el que aparecieron otras figuras del distrito, como el «Pupa» Jorge Agúndez, exsenador de la UCR. Inevitable en esa plaza, llegó a la hora de los brindis el auditor Leandro Despouy, que aparece en todo lugar donde hay un precandidato radical, porque él también se anota, aunque lo va a negar.
Un casamiento de exportación podría decirse que fue el del sábado por la noche en Rincón de Pilar entre Victoria Bein y Nicolás Procopio. Convocatoria de 250 personas, entre ellas varios economistas acercados por el padre de la novia, Miguel Bein. Graduada con medalla de oro en Psicología, Victoria ya completó un máster en Neurociencias en la Universidad de Columbia. Va rumbo al doctorado en la Universidad de Florida. El novio, abogado tributarista, estudió en EE.UU. también y se desempeña en PricewaterhouseCoopers. Temas financieros y bolivarianos en las mesas de economistas y empresarios. Estaban Pablo Gerchunoff, Nicolás Dujovne, Marina Dalpogetto, Alejandro Mayoral (exsecretario de Comercio), Andrés Meta (Banco Industrial), Daniel Novegil (Ternium), Abel Werthein, el banquero privado Fernando Kiguel, Miguel Sulichin (Royal Bank of Canada) y María Moreno.
Mensaje indirecto de los novios para Bein apenas ingresaron al salón: le pusieron la música de «El Padrino» como una suerte de particular homenaje. Sabido es que buena parte de inversores argentinos amantes del riesgo poseen en cartera títulos de Venezuela. Ahora sucede que subieron mucho de precio tras las complicaciones en la salud de Hugo Chávez y rinden «solamente» el 9% anual en dólares. Pareciera que los mercados descontaron un giro radical en Venezuela demasiado apresurado. Por ello es que entre los especialistas reunidos en una mesa, todos habían vendido su tenencia el día anterior. Lo que más rating tenía en esta cumbre financiera en Pilar era la deuda argentina que vence en 2015. «Cristina es la garante del pago», dijo un economista que recomendó el Boden 2015 y sus hijos, es decir, el Provincia de Buenos Aire y el Ciudad de Buenos Aires, que vencen el último año de gestión de Cristina y, más importante aún, antes de las elecciones.
«Es como si Mohammad Alí hubiera venido a pelear a la Argentina en los 70, o si Michael Jordan hubiera venido a jugar en los 90». Así se calificaba la visita de Roger Federer por Buenos Aires. Se entregó, pese a esa talla estelar, en un quincho privado ofrecido por un empresario que fondeó la visita, a confesiones de hombre de pie en la calle. Sergio Massa -promotor político del viaje- eligió el martes a la noche la casa del anfitrión, un fabricante de piletas y aportante a la campaña electoral tigrense que no podía creer lo que tenía enfrente: al intendente explicándole cómo usar las trinchetas para pinchar chorizos y hacer que éstos no revienten. Quedó descartada la posibilidad de que el anfitrión fuera Raúl Moneta, que ya tenía alimentados y bebidos a sus caballos árabes en su estancia, prestos para sus exhibiciones noventistas, y otros empresarios que ofrecieron sus campos. La distancia y los aportes políticos pudieron más a la hora de elegir anfitrión.
El tenista discurrió sobre cuestiones impositivas al decir que ni siquiera Suiza le conviene a alguien de su nivel de facturación. Por esto y por haber trabado amistad con algunos príncipes árabes, eligió Dubái como residencia permanente. Contó que vive en un verdadero palacio sin que se lo moleste por su condición. Allí criará a sus hijos, y recomienda a cualquiera de su nivel que haga lo mismo. El jueves por la noche cenó en La Mansión Algodón, con Paola Suárez y su marido, Gabriela Sabatini y un grupo de amigos venidos de Madrid como sus invitados a esta gira que, dijo, fue el mejor viaje de su vida. Como Federer es personaje de un documental había un director y un camarógrafo que lo filmó todo el tiempo. En el restorán, comiendo de todo sin cuidar el menú de cualquier tenista de elite (incluyendo fritos), dijo lo bien que lo había pasado en el país y lo prolijo de la organización que le preparó los dos partidos en el Tigre. Comparaba su experiencia argentina con el agridulce sabor que le quedó de su viaje por Brasil, donde no sólo no se vendieron todas las entradas, sino que además sufrió la invasión de cancha de varios fanáticos, uno de los cuales incluso llegó a lastimarlo. Federer relató su conversación con Cristina de Kirchner en Olivos de casi media hora, todo sobre asuntos familiares, dijo. La Presidente le pidió unos autógrafos para algunas fans de la quinta, a las que luego les aclaró: «Ojo chicas que es hermoso pero está casado y sólo habla de su mujer y sus hijos».
Vamos a terminar con un chiste de un personaje siempre vivo. El profesor reparte las pruebas con las notas.
-Luis, un diez. Pedro, un ocho. Juan, seis. Jaimito, cero.
Jaimito, enojado, pregunta:
-Oiga, profesor, ¿y por qué a mí un cero?
-Porque te copiaste el examen de Pedro.
-¿Y usted cómo sabe que me copié?
-Porque las cuatro primeras preguntas están iguales, y en la última pregunta Pedro respondió: «Ésa no la sé» y vos escribiste «Yo tampoco»...