Charlas de Quincho
Heridos, algunos más graves que otros, dejó la decisión presidencial sobre candidaturas porteñas. Hubo quienes las restañaron en el barrio de Montserrat, y otros se resignaron.
En la línea de los lastimados, el gran evento social de la semana fue el cumpleaños 50 del hermano de un gobernador, que convocó a un verdadero seleccionado de políticos, pese a haber sido «bajado» de su postulación. Hubo comentarios sobre un exministro, un affaire y su abogado (presente) que intenta impedir más prensa sobre ese escándalo. Finalmente, entre traiciones a derecha e izquierda, la semana se cerró con los quinchos de una megaexposición de arte que atrajo a una variopinta multitud, también en reuniones sociales. Veamos.
El cierre de listas en la Capital, la interna santafesina y las negociaciones en otros distritos sacaron a los políticos de los quinchos, dominados durante la semana por algún cumpleañero con apellido top, empresarios y marchantes de arte, atraídos por la muestra de ArteBa en La Rural. Quien quisiera buscar a los peronistas ayer a la madrugada por el barrio de Montserrat, donde está la sede del partido, mejor que se subiera a una ambulancia del SAME por la cantidad de heridos que dejó la integración de la lista de legisladores que, símbolo mayor de las postergaciones, mandó al número 10 nada menos que al presidente de esa formación, Juan Manuel Olmos. Los escépticos temen un efecto Heller (salió cuarto en la elección de 2009) por la desmovilización de la militancia que ve a su mayor referente y a su socio gremialista, Víctor Santa María, relegados a un puesto desde el que es imposible ganar una banca.
En los restoranes que rodean a la sede de San José 181 se repartían las víctimas para atenderse de diversas heridas y clamaban por alguna recompensa. Olmos amenazó con renunciar a todo -lastimado porque le dijeron que su relegación era por colaboracionismo en la Legislatura con el macrismo-, pero le pusieron un anestésico eficaz: la promesa de que será jefe de la campaña; una ilusión, porque la campaña la hará Carlos Zannini desde la Casa de Gobierno con la misma lapicera con la que confeccionó esas listas. Para que entienda la señal, a Olmos le fumigaron también a la gente que había propuesto en parroquias propias como la 1, la 3 y la 7 -los entendidos saben que ahí tiene dominio territorial-. Los que ven sólo malicia en el kirchnerismo no podían tampoco explicar postergaciones de gente más que grata en Olivos, como la segunda del INADI, María Rachid, quien ha dedicado su vida a la transversalidad (es presidenta de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans): quedó en un desalentador puesto 4 en las listas; otro escudero incuestionable de Olivos, el «Canca» Juan Dante Gullo, quedó 5.
En esos corros de madrugada surgieron leyendas que se confirmarán con las horas, como que a Tomada lo sacaron el viernes de un acto de Ferro para que se fuese corriendo a Olivos para una reunión con Cristina de Kirchner; lo hicieron hablar y recién después cantaron el himno y la marchita, cuando salía la caravana de autos del ministro hacia la residencia, en donde lo esperaba Amado Boudou para charlar los tres con la Presidente, con Daniel Filmus aguardando en una salita, como si fuera de otro palo, que lo es. Cuando lo hicieron entrar, se contó en una de esas parrillas de Montserrat, les dijo Cristina que había que seguir la opinión de la gente y que las encuestas lo favorecían al senador en intención de voto. Le pasó la Presidente una lista de legisladores y cuando Filmus vio el nombre de Gabriela Alegre (exfuncionaria del ibarrismo porteño en Derechos Humanos) como segunda, sonrió. Pero Cristina le congeló el rostro cuando le aclaró: «Lo pidió Estela de Carlotto».
No había en esos grupos nadie que cantase victoria y se asentó con las horas que ninguno de los sectores que participaron en el «casting» porteño, ante los ojos de la Presidente había ganado mucho, salvo los integrantes de la fórmula. Los cristinistas, sacándose como todos la sal de la herida, se resignaron al dictamen de los baqueanos más experimentados del kirchnerismo: nunca, diagnosticaron, Cristina ha tomado una decisión política que no fuera racional. Aquí mandaron las encuestas, y la Presidente siguió su dictamen; y a propósito de encuestas, desde el propio oficialismo se mandó anoche desbaratar un afiche que iba a aparecer hoy a la mañana en las paredes de la Capital con la pregunta «¿Dónde está Artemio?». La referencia era al encuestólogo que jugó todas sus fichas -transmitidas por Twitter y por sus páginas de internet- a que el elegido sería Boudou. Esa maldad quedó cancelada, pero no el mote con el cual sus críticos llaman ahora a Artemio López: Javier Otaegui, en recuerdo de aquel pollster que vaticinó con una seguridad pasmosa que Federico Storani arrasaría a Alberto Pierri en la elección de diputados de 1993. Tamaño dislate, frente al resultado final (ganó Pierri por un 48,17% a un 29,9% del radical), sacó a ese profesional del negocio de las encuestas políticas, algo que no se espera ahora de López, que actúa más como militante que como calculador, y eso le extiende un waiver.
Algunos señalaban a un ganador, siempre en el género de las profecías, pero al que nadie encontraba la madrugada del domingo porque está entregado a campañas en Santa Fe, La Plata y Mar del Plata: Enrique Albistur, a quien todos le escucharon a mediados de marzo, cuando inauguró esa muestra del peronismo que se hizo en el Palais de Glace que se recordará más como una astracanada contra el gorilismo criollo, esta frase: «No den más vueltas, que yo tengo ya la fórmula, Filmus-Tomada, y también tengo el eslogan: 'Filmus, Tomada, Cristina en la Rosada'». Algunos se rieron, otros anotaron y ayer a la madrugada especulaban sobre si este «Pepe» tenía algún dato o esa profecía la hacía siguiendo algún patrón racional de análisis de los hechos. Hoy van a ir a buscar a Albistur para saludarlo por el vaticinio; si no lo encuentran, lo hallarán en la afichería que estaba pagando hoy a la mañana con el lema que acuñó hace más de dos meses: «Filmus, Tomada, Cristina en la Rosada».
Con los políticos tan distraídos en estas cavilaciones de las que salen al final enyesados y cubiertos de vendas, la atención queda fijada en la fiesta más grande de la semana, pero que obligó también a que algunos de los asistentes pidieran mesas separadas para no generar espejismos. Fue en el cumpleaños 50 de José Scioli, que se festejó en el salón Espacio Salguero, en la Costanera Norte, adonde asistió, obviamente, su hermano, el gobernador, pero que se cuidó de que lo vieran junto a Francisco de Narváez, jefe de «Pepe» (que esa noche -era la del cierre de listas- ya había resignado la candidatura a jefe del Gobierno porteño).
Liberado de esas responsabilidades de campaña, el hermano de Daniel festejó con amigos y muy pocos políticos, que además eran de tan diverso origen que no fue posible hacer un mapa partidario del padrón de invitados. Estaban, entre otros, Guillermo Montenegro, Carlos Stornelli, Gustavo Ferrari, el legislador Daniel Amoroso, los intendentes Gustavo Posse y Jesús Cariglino, un arco de empresarios que iba de Florencio Aldrey Iglesias a Jorge Brito, pasando por Mario Montoto, Jorge Rodríguez, «Beto» Vijnovsky (viudo de Patricia Miccio, de regreso del Perú en donde tiene intereses en el negocio de la provisión de agua) y el encuestador Manuel Mora y Araujo. Daniel Scioli compartió mesa con Brito, Aldrey y Mora y Araujo, y nunca se lo vio cerca de De Narváez, todos rodeados de una selección de damas entre quienes figuraban, además de Karina Rabolini, Sofía Neiman, Teté Coustarot y Pamela David. El show lo aportó La Mosca, que repartió entre los invitados unos anteojos en cuya patilla decía: «Pepe X 50»; y un payaso en zancos se paseaba en las alturas sobre las mesas lanzando rayos de luces identificando a los invitados estrella.
Era inevitable que las miradas se dirigieran a Scioli (Daniel), pero nadie se animaba a preguntarle qué habló el jueves por la noche en la sobremesa de la comida con el Consejo del PJ en La Plata, donde charló con Sergio Massa -pidió sacarse fotos con el gobernador- y Juan Manuel Urtubey. Sólo repitió lo habitual: que conoce al intendente de Tigre (quien amagó con competirle en la primaria a gobernador por adentro del PJ) hace 20 años y que su proyecto es el mismo. Un moño a esa intención de Massa, a quien se lo verá en los próximos días cerca del gobernador, pese a que sus acólitos insisten en que igual se anotará en esa primaria, aunque sus chances de ganarle a Scioli sean quiméricas. Cada vez que lo acosaban con preguntas, dirigía la vista hacia las pantallas donde se proyectaban videos con «Pepe» Scioli actuando en comerciales de antaño de «Casa Scioli» (empresa familiar) como modelo o con bellas damas protagonizando acercamientos más que sugerentes.
Como en estos festejos de cifra redonda, el cumpleañeros convocó a amigos como Marcelo Lombilla, representante de jugadores de fútbol (entre ellos Fernando Gago), y la actriz Cecilia Maresca, que es una de las estrellas del denarvaísmo como «coach» actoral de todos los dirigentes de su partido. Quien quiera hacer carrera junto al «Colorado» tiene la orden de tomar clases de actuación con Maresca. Más hermético que Scioli estaba, respecto de los asuntos que tiene entre manos, al abogado Mauricio Dalessandro, patrocinante de Juanita Viale en el entuerto mediático con Martín Lousteau. Dalessandro no es un militante político, pero está ligado al sector de De Narváez, razón de su presencia en la fiesta. Pero no abrió la boca sobre lo que todos querían saber, en especial su pelea jurídica para frenar la circulación de la revista que publicó una nota sobre un segundo encuentro entre la nieta de Mirtha Legrand y el ex ministro.
Sobre éste circuló una respuesta que les dio a dos animadores de la TV que lo invitaron a su programa en la cadena TN la misma noche en que debutaba el programa de Marcelo Tinelli. Le dijeron que algo tenían que hacer para empatarle el rating, y Lousteau, riendo, les preguntó a Zlotogwiazda-Tenembaum: «Perfecto, díganme a quién de los dos tengo que besar». La fiesta -que incluyó el esperable lomo y el previsible volcán de dulce de leche- se extendió hasta la madrugada; Daniel Scioli, que suele retirarse temprano, se quedó hasta las tres y se despidió con el argumento de que ayer tenía un acto en el conurbano y después la infaltable jornada de fútbol en La Ñata. Al retirarse festejó el efecto que logró al presidir en paz la cumbre del PJ en La Plata porque de todos los sectores del oficialismo reconocieron que era el único que podía tenerlo a Hugo Moyano al lado y dejarlo callado y sin expresar el enojo que tiene el jefe sindical con el resto del peronismo.
En el tumultuoso cierre porteño algunos heridos lamían llagas antes de la noche del sábado; los más enojados eran los conservadores del Partido Demócrata, que se gastaron el martes una cena en el Pur Sangue (el Círculo de Criadores de Pura Sangre), de la calle Quintana, para más de 150 invitados y celebrar allí su existencia partidaria en una alianza con el macrismo. Su presidente, Alberto Allende Iriarte, había acordado con el PRO que el ex juez Federico Young figuraría en las listas de legisladores del macrismo. Pero algo sospechaba cuando tomó la palabra frente a un auditorio en el que estaban, entre otras estrellas de ese padrón, Federico Pinedo, Ricardo López Murphy, Ricardo Leconte, Cynthia Hotton, Nora Guinzburg, «Charlie» Araujo, Jorge Enríquez, Alberto Taquini, Eduardo Conesa, Guillermo Mac Loughling Breard, Juan Carlos Lynch.
Dijo, en herméticas palabras, que los políticos deben respetar los códigos y que no hacerlo es una forma de la corrupción. «Hay que hacer valer la palabra empeñada en los acuerdos partidarios», exclamó antes de brindar por la Patria y la salud de su partido. Algunos de los que compartían el menú de bondiola con verduras y el obvio postre de helado con frutos del bosque se preguntaron por el sentido de ese grito moral. Entendieron todo el sábado a la noche cuando el nombre de Young -un abogado que además de magistrado ha sido empresario de la TV cable en el conurbano- desapareció de las listas macristas. Allende algo sospecharía porque cuando fue a firmar la alianza de su partido con el PRO le reclamó al presidente de este partido por el cumplimiento del acuerdo de Young-candidato entrable a una banca en la Legislatura. José Torello hinchó el pecho y le respondió: «Si esto no se cumple, renuncio a mi cargo». La dimensión del castigo que prometió infligirse Torello ya le hizo sospechar algo a Allende, que ayer buscaba también al SAME por las calles de Buenos Aires. De paso, ¿cumplirá Torello?
También hubo reuniones que entran en la categoría de quinchos beneficio. Son los que organizan ONG, y el martes fue el turno de la Fundación Cimientos, en La Rural. Muchos ejecutivos del mercado financiero mezclados con dirigentes del PRO. Así pudo verse en el restorán central a Daniel Llambías (Banco de Galicia), Federico Sturzenegger (Banco Ciudad), Diego Estévez (director ejecutivo del Mercado Abierto Electrónico), Fernando Terrile (Tesoro del HSBC), Pablo de Estrada (Greenwood International) junto a la flota del PRO encabezada por Esteban Bullrich (Educación), Daniel Chaín (Desarrollo Urbano), Federico Pinedo. Circularon también Mariano Caucino de la UCES, recientemente sancionado por Guillermo Moreno por sus referencias a la inflación.
Tras el veloz paso del salmón con finas hierbas y el medallón de lomo, florecieron importantes comentarios en las mesas. Para entonces, los dirigentes del PRO daban como segura la fórmula Boudou-Filmus para las elecciones porteñas junto a Tomada-Vaca Narvaja para legisladores. Quedó lejos de la realidad. En otra mesa, Sturzenegger anticipaba una bonificación del 50% de las tasas para créditos hipotecarios porteños y le apuntaba a Filmus por sus dichos sobre que «el Banco Ciudad no tiene que mostrar ganancias». La respuesta del economista: «Si así fuera, y con la inflación que hay, en dos años nos quedamos sin banco». Balacera de la campaña porteña que se viene.
El final artístico se lo llevan los quinchos de ArteBA, que se sucedieron en masa la semana pasada, sin pausas hasta esta noche, cuando la Feria cierre sus puertas. Hubo quinchos elegantes, desde ya, como el de Teresa Bulgheroni, con los salones de su casa cargados de rosas, un pianista melancólico e invitados extranjeros, entre ellos, los coleccionistas de arte llegados de todas partes del mundo y diplomáticos como la embajadora de EE.UU., Vilma Martínez; el agregado cultural de México, Ricardo Calderón; el de Colombia, Álvaro García Jiménez; y el exagregado cultural de la Embajada de Francia, Jack Batho, quien le contaba a Sergio Baur, recién nombrado embajador argentino en Túnez, que al culminar su carrera decidió vivir en la bella y turbulenta ciudad de Río de Janeiro.
Hasta había un comprador de empresas petroleras, en busca del oro negro, pero hablando de arte con Gloria César.
Estaban los galeristas Orly Benzacar y Alberto Sendrós, el coleccionista y cirujano plástico Esteban Tedesco, que guarda en rigurosa reserva su vida profesional, pero que no duda al criticar la faena de sus colegas. Canela y Andrés von Buch, Julio César Crivelli, Josefina Carlés, Felisa Larivière, Marta y Facundo Minujín, Teresa Frías, Sarita Smith y Alejandro Corres, con Erica Roberts, recién llegada de viaje y ausente en el cóctel que abrió la Feria, donde sí estuvo su marido, Woods Staton, el rey de McDonald's, conversando con una rubia que no encontró nada más feliz para decirle que, «Adoro la comida de McDonald's». ¿Quién podía creerle? Acaso alguna de las modelos entradas en años, tan empeñadas en mantenerse en circulación como en no engordar ni un gramo. Allí estaban Teresa Calandra y Ginette Reynal, sin probar bocado, junto a Eduardo y Eduardito Costantini, Juan Brochou, Roberto Quirno, Carlos Fontán Balestra, Maru Botana, María Belén Aramburu, Alejandro Roemmers, Eduardo Grüneisen, Federico Sturzenegger, Ximena Caminos y Alan Faena, Miguel Acevedo (Aceitera Deheza y UIA), Cristiano Rattazzi, Laurencio Adot, Clarisa Estol, Marcelo Mindlin y Rogelio Polesello, entre otros.
¿Alguien puede imaginarse a Heidi, ese dulce personaje de cuento, saltando y bailando por la Villa 31? Parecía una ficción, pero en la vida real, Dudu von Thiellman y las comunidades austríaca y alemana bailaron esa noche con sus trajes regionales a los sones de una orquesta de Bavaria, en el Museo Regazzoni, junto a las vías. ¿Es un «ocupa»? se preguntaban algunos, sabiendo que ese territorio ganado para el arte pertenece a los Ferrocarriles. Todos tomaban cerveza del pico, en un ambiente por demás internacional donde se cruzaban los más diversos idiomas. Estaban Karina El Azem, Humberto Tortonese, Marcos Zimmermann, Norberto Frigerio, Julia Converti, Maia Güemes y Marta Fernández.
Entretanto, Silvana Relats tuvo su propio quincho en el bello stand de la Feria que montó el Hotel Panamericano, este año con obras de Marcello Mortarotti. Las obras del artista mendocino -hijo de la exdiputada Ana María Mosso, a quien muchos extrañan en el Congreso- tienen un brillo especial: sus imágenes parecen bañadas con brillantina, técnica que nadie puede copiar porque registró la marca. Allí se habló de las próximas veladas de ópera del Colón y de los preparativos para las estupendas comidas temáticas que prepara el Panamericano, pero también del talento culinario que suele desplegar Mortarotti en su finca mendocina y, por supuesto, del arte.
Vamos a terminar con un chiste zoológico. Un muchacho va a buscar a su casa a una tremenda rubia. La chica es bellísima, y es la segunda vez que salen. El joven sube hasta el piso 20 donde vive la chica y toca el timbre; la rubia abre, le da un beso y le dice que la espere mientras termina de arreglarse.
-¿Por qué no jugás con mi perrito Bobby? Es divino...
El muchacho mira al cocker spaniel, que no para de hacerle fiestas. La chica se va al dormitorio y él, jugando con el cachorro, llega al balcón. Allí alza el perro y lo arroja al aire varias veces, hasta que erra el abrazo y el cachorro cae desde el balcón hasta la calle. Justo en ese momento regresa la rubia, ya arreglada para salir, y dice:
-¿Viste qué divino que es Bobby? ¿No te parece el perro más simpático, divertido y juguetón del mundo?
Y el muchacho atina a responder:
-No sé, no sé... A mí me pareció bastante deprimido...
Se cuidó Daniel Scioli de no cruzarse con adversarios como Francisco de Narváez en el cumpleaños de su hermano José, en la Costanera, en la misma noche en que cerraban las listas de candidato en la Capital. Apuró la salida para estar ayer por la mañana en el conurbano (en la foto, junto al intendente Darío Giustozzi).a crítica de arte Ana Martínez Quijano animó un debate sobre el mural de Siqueiros que se restaura en Casa de Gobierno, en la presentación del libro que dedicó a su descubrimiento.