Charlas de Quincho
La Presidente terminó su recuperación en una residencia costera que había sido prolijamente evitada hasta ahora por sus "efluvios" no favorables a mandatarios.
Allí fue informada de cómo marcha el principal conflicto internacional de la Argentina, pero no recibió a nadie. Quincho internacional en Nueva York: despedida de un diplomático que aún no tiene reemplazante. Más cerca, en Mar del Plata, integrantes de un centenario partido discutieron en la casa de un actor disfrazado de presidente el futuro de alianzas y la reconstrucción de esa fuerza, tras su último resonante fracaso. Pero como no todo es política, un empresario muy querido por su afabilidad celebró sus 60 años en la primera gran fiesta del año: 600 invitados y otros tantos facones. Veamos.
El viajero que, atento, hubiera advertido lo renovada que lucía desde la semana anterior la residencia presidencial de Chapadmalal, habría podido apostar a que algún personaje iba a andar por ahí. El césped, usualmente crecido y descuidado, lo mismo que la ligustrina que intenta darle a la casa algo de privacidad, estaban desde algunos días retocados, maquillados como para una fiesta. La llegada de Cristina de Kirchner el fin de semana, con elenco mínimo de familiares y colaboradores, terminó de concentrar toda la atención de la agenda en Mar del Plata, hasta ahora dominio exclusivo del despliegue que todos los veranos hace allí Daniel Scioli. Que la Presidente buscase terminar ahí la recuperación de su salud privó a la residencia de algunas tradiciones, como la visita tópica del intendente de la ciudad, que siempre suele tener la exclusividad de un encuentro con el presidente que se aloje.
No ocurrió esta vez, como tampoco hubo funcionarios que se acercasen, fuera cual fuera la jerarquía (hubo en las cercanías hombres como Florencio Randazzo o el mismo Scioli, que tampoco traspasaron la tranquera de Chapadmalal. Cristina de Kirchner ni antes su marido, Néstor, usaron mucho esa residencia, que ha significado para muchos presidentes un gozne en sus trayectorias. Allí intentó relanzar sugestión Raúl Alfonsín después de derrota legislativa de 1987; Carlos Menem convocó a ese lugar a una recordada cumbre del peronismo antes de entregarse a los brazos de la convertibilidad de Domingo Cavallo -en la que inauguró el muelle que mandó a construir para, decía, practicar el arte y ciencia de la pesca. Adolfo Rodríguez Saá hizo en diciembre de 2001 la otra cumbre de gobernadores -pocos- previa a su renuncia, lo que le dio a la casa un fluido problemático que hizo que Néstor Kirchner la visitase apenas dos veces durante su presidencia. Tampoco usó para este viaje la Presidente el aeropuerto "discreto" que mandó construir Menem cerca de Miramar para no estar obligado a usar el de Camet y cruzar la ciudad en auto de norte a sur; prefirió esa molestia a pisar la pista de la cual partió Rodríguez Saá después de renunciar en los tumultos de 2001.
Como mañana es el último día de la licencia médica que tomó por su operación, la tarea informativa subió mucho durante el fin de semana, especialmente en lo que hace al frente externo, léase Malvinas. Héctor Timerman, de regreso ayer de una semana agobiante viajando por países de América Central, la mantuvo informada de la escalada verbal que ganó los titulares, y que culminó con una declaración del Gobierno de Estados Unidos que, como todo lo que viene de Washington, el Gobierno festejó como un triunfo: el Departamento de Estado dijo que no reconoce soberanía en las islas hasta que Gran Bretaña no negocie con la Argentina, calificó a la presencia inglesa como una administración "de facto", no mencionó a los kelpers y, más que nada, acusó recibo de que allí hay un problema. En la interpretación que le acercaron a la Presidente, Washington entró en el debate por algo que hay que reconocer como un logro del Gobierno: haber cerrado alianzas con la mayoría de los países del continente en apoyo de la posición criolla y el reclamo de que Londres se siente a negociar.
Este gesto americano levantó polvareda en Gran Bretaña, cuyos voceros se manifestaron en la prensa desconcertados por lo que algunos creen es una traición de Obama a la amistad que han profesado siempre. ¿Se iba a enfrentar Washington a esta posición tan cerrada en apoyo de la Argentina por parte de la región? Jamás, entienden en el Gobierno. El balance de la semana que pasó presume que Londres pierde amigos y queda atado a gestos de fuerza como el refuerzo de la seguridad en la zona, algo que irrita hasta a países que han evitado apoyar a la Argentina en esta pelea secular. Nadie cree que la escalada vaya más lejos de lo verbal, repitiendo el dominó que en 1982 terminó en una guerra. En Gran Bretaña hay, como entonces, un Gobierno conservador débil que puede tentarse con despertar gestos de nacionalismo -algo que Buenos Aires hace por su lado- pero la gran diferencia es que ya no hay Guerra Fría. El clima internacional ha liberado las conciencias y las lenguas y quien apoya o rechaza estas situaciones lo hace sin aquel contexto de 1982 que forzó apoyos y rechazos que no tenían que ver con el fondo del problema -el reclamo de soberanía- sino con adhesiones a alguno de los bloques que se enfrentaban en una contienda no declarada que terminó con la caída del régimen soviético.
Además de esas señales de Washington, también recibió otras el Gobierno en Nueva York, adonde el viernes el embajador Jorge Argüello viajó para recibir lo que todos creen fue el último acto de despedida de su cargo en la ONU, un largo adiós que parece ya más largo que el de Los Chalchaleros, que envejecieron en los escenarios durante varios años antes diciendo que se retiraban del canto. Fue un almuerzo que le organizó el secretario general Ban Ki-moon en el comedor principal de la sede de la ONU en la Gran Manzana, al que fue un seleccionado de burócratas del organismo entre quienes estaba quien lo reemplaza a Argüello en la silla de presidente del grupo de los 77 más China, el argelino embajador Mourad Benmehidi; un chino que es secretario general adjunto del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, Sha Zucang; el secretario general adjunto del Departamento de Asuntos Políticos Llynn Pascoe (EE.UU.); el jefe de Gabinete de Moon, Vijay Nambiar (India); el jefe de Gabinete alterno, Kim Won-soo (Corea); el subsecretario general adjunto de Planificación Estratégica y Coordinación Política, Robert Orr (EE.UU.); y el secretario del panel de Sustentabilidad, Janos Pasztor (Hungría).
El motivo del condumio era reconocerle a la Argentina el papel en el grupo de los 77 y también festejarle a Argüello que hubiera presentado credenciales ante Barack Obama en la semana que pasó, lo que le permitió a Moon recordar que él también había sido embajador de su país ante Washington. Como la escalada verbal sobre Malvinas ya estaba desatada, el tema cayó en esa mesa cargada de espíritu multilateral, pero nadie arriesgó mucho. Moon, de quien todos hubieran esperado alguna palabra sobre el rol de la ONU en la querella -que vaya más allá de las resoluciones que se votan allí- apenas musitó que en torno a eso siempre tenía presente el pedido de Cristina de Kirchner de hacer algo para promover una negociación con Gran Bretaña. No dijo más; el cargo que tiene lo obliga a ser extremadamente cuidadoso y por eso se limitó a elogiar la "constructiva militancia de la argentina para fortalecer los espacios políticos multilaterales". Todo un profesional, pero ante su estado mayor y el agasajado no podía decir más. Tampoco pudo dar una respuesta solvente Argüello cuando le preguntaron quién lo reemplazará en el cargo que dejó. Por algún entendimiento y/o cabeceo con el secretario general la mesa se llevó la idea de que ese nombre lo anunciará esta semana Cristina como uno de los primeros gestos de su retorno a la función activa (la ha tenido pasiva aun en el momento más crítico de la operación de tiroides) y que la elección se anotará en el proyecto principal del Gobierno para este año en materia internacional, que es la puja con Gran Bretaña por la soberanía en las Malvinas a 30 años de la guerra de 1982.
Este paquete de señales positivas para este plan Malvinas lo mandó a cerrar Cristina con el aviso a Sebastián Piñera de que irá a Chile -clave para la amenaza de suspender la autorización para que aviones ingleses usen cielo argentino al pasar de Punta Arenas a Puerto Argentino- antes de marzo. Será en la segunda semana de febrero, porque Piñera, como todo chileno, se toma vacaciones los primeros 15 días de ese mes todos los años. Estas con costuras, remiendas, negociaciones laterales que hablaban de una fecha en agosto que preocupó a los chilenos. Como adelantó esta sección, la visita será en febrero, con un clima previo de estrechamiento de relaciones con Chile, apoyo impensado hace algunos años para la causa malvinera. Para eso se movió ya el embajador Ginés González García acompañando la campaña con artículos en diarios en los que polemizó con el embajador inglés en Santiago pero también siguiendo la línea popular en el Festival del Huaso (gaucho, para los chilenos) adonde se mostró junto a León Gieco y al hijo de Mercedes Sosa, quien fue a presentar testimonios de su madre, de quien era además productor. De paso, y sobre diplomáticos, ¿no encierra una ironía -aunque fuera mansa- que el Gobierno haya designado al general Martín Balza como embajador en Costa Rica, país que no tiene Fuerzas Armadas?
Con todas las miradas sobre su territorio exclusivo en lo que el sciolismo llama la «temporada alta» - el verano en la costa- Daniel Scioli pavimentó lo que habían removido algunos kirchneristas con quienes el gobernador niega tener disputa alguna. Por ejemplo, se instaló en Necochea, ciudad trajinada por Gabriel Mariotto en busca de apoyos en la construcción de su vicegobernación. Como en un alarde de capacidad de captura, entre viernes y sábado, Scioli juntó a 25 intendentes de las secciones electorales de la costa, además de mostrarse en Camet con 16 mil scouts que participan de una juntada anual, en el recital de Axel, el cantante de moda, en el cierre de una jornada ambiental en el paseo Hermitage junto a su asesor, el exmúsico Charly Alberti y hasta acompañar el sábado por la tarde, después de su almuerzo a solas con su jefe de Gabinete, Alberto Pérez, la transmisión del programa bailantero Pasión de Sábado, que hizo un canal porteño desde el escenario de los grandes recitales oficiales, en donde volvieron a estar los Wachiturros, ya incorporados al elenco de los actos del gobernador.
Scioli cuida estas presentaciones porque sabe del valor que tienen en la búsqueda de identificación del público con su figura y su gestión, pero también se cuida de no quebrar otros compromisos. Estos conciertos, ordenó, son los últimos de la temporada, salvo el que el 11 de febrero dará al aire libre Julio Iglesias. ¿Se agotó el método? Más bien no irritar a los empresarios con la competencia de estos grandes recitales que el año pasado fueron motivo de quejas porque le quitaban taquilla a los espectáculos privados. Este año se limpió la agenda y hasta el fin del verano habrá sólo este del español Iglesias, entregado también a una larga despedida de las tablas como la de Los Chalchaleros.
Esta concentración de la política en Mar del Plata en el fin de semana tuvo también un capítulo radical con la visita del presidente de la UCR Mario Barletta, quien gozó de un privilegio surreal como que lo invitase a cenar a un chalé cerca del barrio Los Troncos nada menos que Arturo Illia, es decir Luis Brandoni, quien encarna al legendario mandatario radical en un éxito teatral. Pero el éxito de Barletta es otro: haber empezado a juntar lo injuntable del radicalismo que estalló en pedazos en la elección del 23 de octubre. En la mañana recorrió el puerto y plantas elaboradoras de pescado congelado, junto al presidente local, Luis «Bocha» Rech, el presidente de la provincia, Miguel Bazze; el expresidente de ese distrito, Daniel Salvador, los concejales Nicolás Maiorano, Maximiliano Abad, Vilma Baragiola y Mario Rodríguez; el exintendente de la ciudad, Daniel Katz; el exdiputado Gustavo Tato Serebrinsky; el intendente de Pergamino, Héctor Cachi Gutiérrez; los exdiputados nacionales José Bielicki, Adolfo Stubrin, Lilita Puig de Stubrin; los legisladores provinciales, Sergio Panella, Jesús Porrúa, Juan Carlos Alfonsín (primo de Ricardo), Ariel Dulevich Uzal -quien administró en el alfonsinismo la residencia de Chapadmalal y se aquerenció en la zona-.
A este lote de activos y veteranos les gusta el estilo ingenieril de Barletta cuando convoca a "profesionalizar al radicalismo". Llama en estas apariciones a la autocrítica por decisiones del partido en el pasado que asume como jefe y que lo obligan a discusiones en público como la que tuvo esta vez con Bazze sobre la alianza Alfonsín-De Narváez. Les gusta a los radicales también la forma cómo llama a la recuperación de figuras como Elisa Carrió -con quien tiene un parentesco a nivel de primos-, Ricardo López Murphy o Margarita Stolbizer, aunque nadie sabe cómo puede hacerse realidad con tantas cuentas pendientes entre los caciques del partido.
En la sobremesa de la cena en lo de Brandoni despuntaron éstas y otras cuitas; la principal la proporciona el debate sobre con quién tiene que aliarse la UCR. Alfonsín, a quien todos juzgan con dureza por el fracaso electoral, se adelantó a pedir un acercamiento con el socialismo de Hermes Binner, que por supuesto festeja esta zalema del partido centenario ante una formación que salió segunda en las últimas elecciones pero que tiene gravitación sólo en un distrito grande, Santa Fe. En esa discusión de sobremesa, que para algunos se extendió hasta la madrugada, después de asistir todos a la representación de Illia que hace Brandoni, hay quienes dijeron que ese camino es un error que sólo le conviene a Binner. Según esta percepción, el socialismo necesita una alianza con la UCR en 2013 para disfrazar su falta de presencia en la mayoría de las provincias, en donde sí tiene peso el radicalismo.
La UCR, sostiene este sector, presenta dificultades en elecciones presidenciales pero mejora en las legislativas porque está en todos lados. Por eso en 2013 les convendría ir solos y no pegarse a unos socialistas que harían con una alianza un gran negocio porque éstos, solos, demostrarían su debilidad nacional. Dilemas de opositores que tienen que recuperar aire y hasta tienen que resolver minucias como la hora de la conferencia de prensa, que los organizadores, aislados del mundo, hicieron coincidir con otra del ministro Randazzo en la misma ciudad. Hubo negociaciones entre los organizadores de las dos ruedas de prensa con los periodistas para que fueran a distintas horas y tuvieran cobertura adecuada.
Hubo también recuerdos y nostalgias, algo común entre radicales, y uno contó que el decreto de Cristina de Kirchner obligando a las mineras y petroleras a liquidar sus exportaciones en la plaza local no es nuevo. Firmó uno igual Illia cuando era presidente, con la diferencia de que era un decreto común y no un DNU como el que firmó la Presidente en octubre pasado. Esa diferencia saltó en la última sesión del Senado cuando Ernesto Sanz polemizó sobre los DNU con Aníbal Fernández, quien defendió el uso de esos instrumentos. Y hasta hubo un blooper porque en ese debate se leyó el texto del DNU y se dieron cuenta en el oficialismo que en la parte resolutiva no se ordenaba el envío al Congreso para su aprobación, con lo cual esa norma sigue hoy sin validación por la comisión que debutó el lunes con la presidencia de Jorge Landau. En esa sesión los senadores Miguel Pichetto y Marcelo Guinle admitieron ese error del DNU sin envío formal al Congreso y dijeron que pedirán al Poder Ejecutivo que se los remita.
A los radicales, además del error formal, les sirvió para decir que esa orden de liquidación de divisas en el país no hacía necesaria la firma de un DNU, y que Illia -todos miran, cuando lo nombran, a Brandoni, que asiente- es la prueba de que se decidió hace más de medio siglo lo mismo con un decreto simple.
Noche romántica y cálida junto a la piscina del hotel Jean Clavers, ubicado en el poco elegante Boulevard Artigas de Punta del Este (ocupa la antigua traza del ferrocarril a Montevideo, discontinuado desde hace 40 años). Fue el escenario que eligió el exministro y abogado Roberto Dromi para presentar su fundación Hispania Cultural, a caballo de su asociación con la Universidad Complutense de Madrid. Quien fuera el principal impulsor de las privatizaciones durante el Gobierno de Carlos Menem, y que hoy aboga por la reestatización de YPF, eludió prolija pero firmemente cualquier diálogo sobre política. Quizás por eso, los presentes en el lanzamiento fue gente de la cultura y -sobre todo- local: ningún empresario ni banquero argentino. Tampoco, claro, hubo presencia kirchnerista (corriente a la que Dromi asesora hoy desde bambalinas): el balneario oriental no forma parte de su escenario natural.
Los 150 invitados se dispersaron en el jardín del hotel para el bandejeo de salmón, caviar y huevos de codorniz, y pasaron al salón principal para la rosa de salmón con verdes, el abanico de ave con milhojas de papa y el lemon pie con frutos rojos. Para reafirmar la binacionalidad del emprendimiento, la conducción del evento (mucho más artístico que político) fue compartida por la argentina Teté Coustarot y el locutor uruguayo Marcelo Puyares. Los escuchaban el hijo de Dromi, Nicolás, Raúl Canosa Usera (decano de la Facultad Complutense de Madrid), Gustavo Salaverry (secretario general y vicegobernador de Maldonado), Martín Laventure (alcalde de Punta del Este), Luis López Hierro (exvicepresidente uruguayo), el senador oriental Jorge Saravia, el RR.PP. Alfredo Etchegaray (que le organizó el evento y la agenda a Dromi), el artista plástico Mario Giacoya y -obviamente- Laura San Martino que fungirá como directora de la fundación Hispania Cultural. Dromi, además de presentar y contar los detalles del proyecto afirmó que «la decisión de comenzar este proyecto en el Uruguay es porque hay que apoyar y hallar el camino para todo el talento cultural que hay en este país, para que puedan expresarse y enriquecerse». Hispania, dijo, tendrá una biblioteca, y si hay apoyos suficientes estará la posibilidad de hacer publicaciones con la editorial Hispania Libros. El "mangazo" quedó claro. No se queda ahí su ambición: apunta a producir un programa de TV con Teté conducción, y que en un dechado de originalidad se llamará "Las dos orillas". La fiesta la cerró un quinteto de cuerdas, piano y bandoneón, "Sonidos de Época" (EPOCA es la sigla de la Escuela de Posgrados Ciudad Argentina que anima Dromi en la Universidad del Salvador), que será patrocinado por la fundación.
Con tanto empresario veraniego presente fue inevitable hablar de cruceros, pero no precisamente del Costa Concordia de Italia. Era otro, el Star Princess aquel que no pudo atracar en las islas Malvinas hace dos semanas dado que los kelpers dijeron que algunos de los 3.600 pasajeros estaban con gastroenterocolitis. Entre los pasajeros del Star Princess afectados con ese virus, se encontraba el vicepresidente de la UIA Guillermo Moretti a quien José Ignacio de Mendiguren (presidente de la entidad fabril) le había indicado tomar ese crucero y de paso informarle la situación que se vivía en las islas. Esa sugerencia no fue seguida por otro dirigente de la UIA apodado «Ratonazzi». Lo concreto es que Moretti, ya fuera por el temor que produjo esa misión marítima, o por el contagio de esa gastroenterocolitis, no pudo pisar el suelo argentino de Malvinas.
Terminamos esta entrega con el quincho urbano, pero de cuidadísimo montaje con el cual Adrián Werthein logró que su cumpleaños 60 quede en la memoria, no sólo como la primera gran fiesta de la temporada en Buenos Aires, sino también como un despliegue poco habitual de generosidad para los 600 invitados que lo acompañaron el miércoles en La Rural. Para que no olvidasen la cita se ocupó desde octubre pasado de enviarles varias invitaciones. La primera, una caja de madera con el texto de la invitación grabado a fuego. Un recordatorio semanas más tarde era una badana bien curtida en la cual se insistía en lo importante del encuentro en La Rural, elegido por Fafi, pareja del homenajeado y otros integrantes de la familia Werthein. Probó el cumpleañero que tiene una de las agendas más amplias y que su carácter amigable convenció a centenares de convocados de suspender vacaciones y otras actividades y estar en enero en Buenos Aires para acompañarlo.
El salón de recepción simulaba una estancia en plena actividad (la familia está ligada desde sus orígenes en la Argentina a la actividad agropecuaria en La Pampa); los invitados eran recibidos por chicas vestidas de chinitas de campo y jóvenes gauchos que daban la bienvenida. Había paneles con un collage de fotos del homenajeado junto a su familia. Hubo un primer bandejeo con variedad de quesos y fiambres, empanadas, salmón, ensaladas campestres y otras vituallas, acompañadas de vinos y espumante de alta gama. Había una simulación de asado criollo, pero el menú era más amplio. De la política pocos invitados, los principales Daniel Scioli y Juan Manzur, ministro de Salud de la Nación; el resto amigos, familia y amplia representación empresaria: con Juan Carlos Bagó, Luciano Miguens, Lilly y Daniel Sielecki, toda la cúpula de Telecom; Giovanni Perissinotto (CEO de Asecurazzioni Generalli de Italia) con su esposa, que viajaron especialmente para esta fiesta), Hugo Luis Biocatti, Adelmo Gabbi, José Ignacio de Mendiguren, Claudio Stamati, Adrián Suar, Jorge Mandelbaum (de La Caja), Bruno Quintana, Roque Fernández y el escritor Marcos Aguinis. Del padrón diplomático estaban la embajadora de EE.UU. Vilma Martínez -recién llegada de sus vacaciones en Los Ángeles- Daniel Gazit (Israel), Anthony Leon (Sudáfrica), Shan Morgan (Gran Bretaña) y Thomas Antoin (Bélgica) que celebraron con el resto de la familia Werthein; Daniel, Julio y Sarita Fischman de Werthein, la madre del cumpleañero que tiene cien años y un mes, y que al hablar produjo un pico de emoción en los presentes.
Dio especial identidad a la fiesta la presencia del Admor de Praga (figura religiosa líder de la comunidad judía Checa). El Admor es admirado por seguidores por sus visiones y su sabiduría, y tiene una estrecha relación con la familia Werthein. El Admor bendijo al del cumpleaños y a todos los invitados. Esa presencia religiosa motivó algo que pocos advirtieron; algunas damas lo recibieron con un vestido, pero cuando terminó la bendición, se cambiaron por otros más acordes con una fiesta.
Las entradas de la orquesta del maestro Fernando Marzan con la cantante Rosana Bayeto, amiga del homenajeado, le pusieron calidez e intimidad a los intervalos del baile. El tono de la celebración no impidió que algunos desplegaran ciertos apuntes del anecdotario político, como los detalles del encuentro en el palacio Duhau, pocos días antes de esta fiesta, entre el cumpleañero y Amado Boudou. Estaban en mesas diferentes pero Werthein se levantó a saludar al vicepresidente, pero con tal mala suerte que al estrecharle la mano derramó el vino que hizo blanco en el traje del presidente a cargo. El humor de la víctima permitió superar rápido el blooper. Entre estas anécdotas, la primera fiesta del año, y que puede ser la más difícil de empardar en el resto de 2012, transitó hasta las cinco de la madrugada entre bailes, mateadas criollas y hasta reparto de regalos a la despedida: cada invitado recibió un facón de recuerdo.
Vamos a terminar con un chiste de la línea fuerte, de los que nos piden nuestros lectores. Una pareja con más de 20 años de casados estaba acostada en la cama una noche cuando la esposa nota que su marido la acaricia de una manera que no lo había hecho en bastante tiempo. Comenzó por la nuca hasta llegar a su espalda, siguió por sus hombros, bajando lentamente hacia sus senos y parando justo después de su ombligo. Después puso su mano en el interior de su brazo izquierdo, acariciando el lado de su seno, bajando por su costado, sobre la nalga hasta llegar a la pantorrilla. Siguió hacia arriba por el interior de su pierna deteniéndose en la ingle. Repitió las mismas caricias en el lado derecho y de repente dejó de hacerlo, se dio vuelta y se puso a mirar televisión. La esposa, que estaba muy excitada, le preguntó con una voz muy dulce:
-Querido, lo que estabas haciendo era maravilloso. ¿Por qué te detuviste?
-Ya encontré el control remoto...
El viajero que, atento, hubiera advertido lo renovada que lucía desde la semana anterior la residencia presidencial de Chapadmalal, habría podido apostar a que algún personaje iba a andar por ahí. El césped, usualmente crecido y descuidado, lo mismo que la ligustrina que intenta darle a la casa algo de privacidad, estaban desde algunos días retocados, maquillados como para una fiesta. La llegada de Cristina de Kirchner el fin de semana, con elenco mínimo de familiares y colaboradores, terminó de concentrar toda la atención de la agenda en Mar del Plata, hasta ahora dominio exclusivo del despliegue que todos los veranos hace allí Daniel Scioli. Que la Presidente buscase terminar ahí la recuperación de su salud privó a la residencia de algunas tradiciones, como la visita tópica del intendente de la ciudad, que siempre suele tener la exclusividad de un encuentro con el presidente que se aloje.
No ocurrió esta vez, como tampoco hubo funcionarios que se acercasen, fuera cual fuera la jerarquía (hubo en las cercanías hombres como Florencio Randazzo o el mismo Scioli, que tampoco traspasaron la tranquera de Chapadmalal. Cristina de Kirchner ni antes su marido, Néstor, usaron mucho esa residencia, que ha significado para muchos presidentes un gozne en sus trayectorias. Allí intentó relanzar sugestión Raúl Alfonsín después de derrota legislativa de 1987; Carlos Menem convocó a ese lugar a una recordada cumbre del peronismo antes de entregarse a los brazos de la convertibilidad de Domingo Cavallo -en la que inauguró el muelle que mandó a construir para, decía, practicar el arte y ciencia de la pesca. Adolfo Rodríguez Saá hizo en diciembre de 2001 la otra cumbre de gobernadores -pocos- previa a su renuncia, lo que le dio a la casa un fluido problemático que hizo que Néstor Kirchner la visitase apenas dos veces durante su presidencia. Tampoco usó para este viaje la Presidente el aeropuerto "discreto" que mandó construir Menem cerca de Miramar para no estar obligado a usar el de Camet y cruzar la ciudad en auto de norte a sur; prefirió esa molestia a pisar la pista de la cual partió Rodríguez Saá después de renunciar en los tumultos de 2001.
Como mañana es el último día de la licencia médica que tomó por su operación, la tarea informativa subió mucho durante el fin de semana, especialmente en lo que hace al frente externo, léase Malvinas. Héctor Timerman, de regreso ayer de una semana agobiante viajando por países de América Central, la mantuvo informada de la escalada verbal que ganó los titulares, y que culminó con una declaración del Gobierno de Estados Unidos que, como todo lo que viene de Washington, el Gobierno festejó como un triunfo: el Departamento de Estado dijo que no reconoce soberanía en las islas hasta que Gran Bretaña no negocie con la Argentina, calificó a la presencia inglesa como una administración "de facto", no mencionó a los kelpers y, más que nada, acusó recibo de que allí hay un problema. En la interpretación que le acercaron a la Presidente, Washington entró en el debate por algo que hay que reconocer como un logro del Gobierno: haber cerrado alianzas con la mayoría de los países del continente en apoyo de la posición criolla y el reclamo de que Londres se siente a negociar.
Este gesto americano levantó polvareda en Gran Bretaña, cuyos voceros se manifestaron en la prensa desconcertados por lo que algunos creen es una traición de Obama a la amistad que han profesado siempre. ¿Se iba a enfrentar Washington a esta posición tan cerrada en apoyo de la Argentina por parte de la región? Jamás, entienden en el Gobierno. El balance de la semana que pasó presume que Londres pierde amigos y queda atado a gestos de fuerza como el refuerzo de la seguridad en la zona, algo que irrita hasta a países que han evitado apoyar a la Argentina en esta pelea secular. Nadie cree que la escalada vaya más lejos de lo verbal, repitiendo el dominó que en 1982 terminó en una guerra. En Gran Bretaña hay, como entonces, un Gobierno conservador débil que puede tentarse con despertar gestos de nacionalismo -algo que Buenos Aires hace por su lado- pero la gran diferencia es que ya no hay Guerra Fría. El clima internacional ha liberado las conciencias y las lenguas y quien apoya o rechaza estas situaciones lo hace sin aquel contexto de 1982 que forzó apoyos y rechazos que no tenían que ver con el fondo del problema -el reclamo de soberanía- sino con adhesiones a alguno de los bloques que se enfrentaban en una contienda no declarada que terminó con la caída del régimen soviético.
Además de esas señales de Washington, también recibió otras el Gobierno en Nueva York, adonde el viernes el embajador Jorge Argüello viajó para recibir lo que todos creen fue el último acto de despedida de su cargo en la ONU, un largo adiós que parece ya más largo que el de Los Chalchaleros, que envejecieron en los escenarios durante varios años antes diciendo que se retiraban del canto. Fue un almuerzo que le organizó el secretario general Ban Ki-moon en el comedor principal de la sede de la ONU en la Gran Manzana, al que fue un seleccionado de burócratas del organismo entre quienes estaba quien lo reemplaza a Argüello en la silla de presidente del grupo de los 77 más China, el argelino embajador Mourad Benmehidi; un chino que es secretario general adjunto del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, Sha Zucang; el secretario general adjunto del Departamento de Asuntos Políticos Llynn Pascoe (EE.UU.); el jefe de Gabinete de Moon, Vijay Nambiar (India); el jefe de Gabinete alterno, Kim Won-soo (Corea); el subsecretario general adjunto de Planificación Estratégica y Coordinación Política, Robert Orr (EE.UU.); y el secretario del panel de Sustentabilidad, Janos Pasztor (Hungría).
El motivo del condumio era reconocerle a la Argentina el papel en el grupo de los 77 y también festejarle a Argüello que hubiera presentado credenciales ante Barack Obama en la semana que pasó, lo que le permitió a Moon recordar que él también había sido embajador de su país ante Washington. Como la escalada verbal sobre Malvinas ya estaba desatada, el tema cayó en esa mesa cargada de espíritu multilateral, pero nadie arriesgó mucho. Moon, de quien todos hubieran esperado alguna palabra sobre el rol de la ONU en la querella -que vaya más allá de las resoluciones que se votan allí- apenas musitó que en torno a eso siempre tenía presente el pedido de Cristina de Kirchner de hacer algo para promover una negociación con Gran Bretaña. No dijo más; el cargo que tiene lo obliga a ser extremadamente cuidadoso y por eso se limitó a elogiar la "constructiva militancia de la argentina para fortalecer los espacios políticos multilaterales". Todo un profesional, pero ante su estado mayor y el agasajado no podía decir más. Tampoco pudo dar una respuesta solvente Argüello cuando le preguntaron quién lo reemplazará en el cargo que dejó. Por algún entendimiento y/o cabeceo con el secretario general la mesa se llevó la idea de que ese nombre lo anunciará esta semana Cristina como uno de los primeros gestos de su retorno a la función activa (la ha tenido pasiva aun en el momento más crítico de la operación de tiroides) y que la elección se anotará en el proyecto principal del Gobierno para este año en materia internacional, que es la puja con Gran Bretaña por la soberanía en las Malvinas a 30 años de la guerra de 1982.
Este paquete de señales positivas para este plan Malvinas lo mandó a cerrar Cristina con el aviso a Sebastián Piñera de que irá a Chile -clave para la amenaza de suspender la autorización para que aviones ingleses usen cielo argentino al pasar de Punta Arenas a Puerto Argentino- antes de marzo. Será en la segunda semana de febrero, porque Piñera, como todo chileno, se toma vacaciones los primeros 15 días de ese mes todos los años. Estas con costuras, remiendas, negociaciones laterales que hablaban de una fecha en agosto que preocupó a los chilenos. Como adelantó esta sección, la visita será en febrero, con un clima previo de estrechamiento de relaciones con Chile, apoyo impensado hace algunos años para la causa malvinera. Para eso se movió ya el embajador Ginés González García acompañando la campaña con artículos en diarios en los que polemizó con el embajador inglés en Santiago pero también siguiendo la línea popular en el Festival del Huaso (gaucho, para los chilenos) adonde se mostró junto a León Gieco y al hijo de Mercedes Sosa, quien fue a presentar testimonios de su madre, de quien era además productor. De paso, y sobre diplomáticos, ¿no encierra una ironía -aunque fuera mansa- que el Gobierno haya designado al general Martín Balza como embajador en Costa Rica, país que no tiene Fuerzas Armadas?
Con todas las miradas sobre su territorio exclusivo en lo que el sciolismo llama la «temporada alta» - el verano en la costa- Daniel Scioli pavimentó lo que habían removido algunos kirchneristas con quienes el gobernador niega tener disputa alguna. Por ejemplo, se instaló en Necochea, ciudad trajinada por Gabriel Mariotto en busca de apoyos en la construcción de su vicegobernación. Como en un alarde de capacidad de captura, entre viernes y sábado, Scioli juntó a 25 intendentes de las secciones electorales de la costa, además de mostrarse en Camet con 16 mil scouts que participan de una juntada anual, en el recital de Axel, el cantante de moda, en el cierre de una jornada ambiental en el paseo Hermitage junto a su asesor, el exmúsico Charly Alberti y hasta acompañar el sábado por la tarde, después de su almuerzo a solas con su jefe de Gabinete, Alberto Pérez, la transmisión del programa bailantero Pasión de Sábado, que hizo un canal porteño desde el escenario de los grandes recitales oficiales, en donde volvieron a estar los Wachiturros, ya incorporados al elenco de los actos del gobernador.
Scioli cuida estas presentaciones porque sabe del valor que tienen en la búsqueda de identificación del público con su figura y su gestión, pero también se cuida de no quebrar otros compromisos. Estos conciertos, ordenó, son los últimos de la temporada, salvo el que el 11 de febrero dará al aire libre Julio Iglesias. ¿Se agotó el método? Más bien no irritar a los empresarios con la competencia de estos grandes recitales que el año pasado fueron motivo de quejas porque le quitaban taquilla a los espectáculos privados. Este año se limpió la agenda y hasta el fin del verano habrá sólo este del español Iglesias, entregado también a una larga despedida de las tablas como la de Los Chalchaleros.
Esta concentración de la política en Mar del Plata en el fin de semana tuvo también un capítulo radical con la visita del presidente de la UCR Mario Barletta, quien gozó de un privilegio surreal como que lo invitase a cenar a un chalé cerca del barrio Los Troncos nada menos que Arturo Illia, es decir Luis Brandoni, quien encarna al legendario mandatario radical en un éxito teatral. Pero el éxito de Barletta es otro: haber empezado a juntar lo injuntable del radicalismo que estalló en pedazos en la elección del 23 de octubre. En la mañana recorrió el puerto y plantas elaboradoras de pescado congelado, junto al presidente local, Luis «Bocha» Rech, el presidente de la provincia, Miguel Bazze; el expresidente de ese distrito, Daniel Salvador, los concejales Nicolás Maiorano, Maximiliano Abad, Vilma Baragiola y Mario Rodríguez; el exintendente de la ciudad, Daniel Katz; el exdiputado Gustavo Tato Serebrinsky; el intendente de Pergamino, Héctor Cachi Gutiérrez; los exdiputados nacionales José Bielicki, Adolfo Stubrin, Lilita Puig de Stubrin; los legisladores provinciales, Sergio Panella, Jesús Porrúa, Juan Carlos Alfonsín (primo de Ricardo), Ariel Dulevich Uzal -quien administró en el alfonsinismo la residencia de Chapadmalal y se aquerenció en la zona-.
A este lote de activos y veteranos les gusta el estilo ingenieril de Barletta cuando convoca a "profesionalizar al radicalismo". Llama en estas apariciones a la autocrítica por decisiones del partido en el pasado que asume como jefe y que lo obligan a discusiones en público como la que tuvo esta vez con Bazze sobre la alianza Alfonsín-De Narváez. Les gusta a los radicales también la forma cómo llama a la recuperación de figuras como Elisa Carrió -con quien tiene un parentesco a nivel de primos-, Ricardo López Murphy o Margarita Stolbizer, aunque nadie sabe cómo puede hacerse realidad con tantas cuentas pendientes entre los caciques del partido.
En la sobremesa de la cena en lo de Brandoni despuntaron éstas y otras cuitas; la principal la proporciona el debate sobre con quién tiene que aliarse la UCR. Alfonsín, a quien todos juzgan con dureza por el fracaso electoral, se adelantó a pedir un acercamiento con el socialismo de Hermes Binner, que por supuesto festeja esta zalema del partido centenario ante una formación que salió segunda en las últimas elecciones pero que tiene gravitación sólo en un distrito grande, Santa Fe. En esa discusión de sobremesa, que para algunos se extendió hasta la madrugada, después de asistir todos a la representación de Illia que hace Brandoni, hay quienes dijeron que ese camino es un error que sólo le conviene a Binner. Según esta percepción, el socialismo necesita una alianza con la UCR en 2013 para disfrazar su falta de presencia en la mayoría de las provincias, en donde sí tiene peso el radicalismo.
La UCR, sostiene este sector, presenta dificultades en elecciones presidenciales pero mejora en las legislativas porque está en todos lados. Por eso en 2013 les convendría ir solos y no pegarse a unos socialistas que harían con una alianza un gran negocio porque éstos, solos, demostrarían su debilidad nacional. Dilemas de opositores que tienen que recuperar aire y hasta tienen que resolver minucias como la hora de la conferencia de prensa, que los organizadores, aislados del mundo, hicieron coincidir con otra del ministro Randazzo en la misma ciudad. Hubo negociaciones entre los organizadores de las dos ruedas de prensa con los periodistas para que fueran a distintas horas y tuvieran cobertura adecuada.
Hubo también recuerdos y nostalgias, algo común entre radicales, y uno contó que el decreto de Cristina de Kirchner obligando a las mineras y petroleras a liquidar sus exportaciones en la plaza local no es nuevo. Firmó uno igual Illia cuando era presidente, con la diferencia de que era un decreto común y no un DNU como el que firmó la Presidente en octubre pasado. Esa diferencia saltó en la última sesión del Senado cuando Ernesto Sanz polemizó sobre los DNU con Aníbal Fernández, quien defendió el uso de esos instrumentos. Y hasta hubo un blooper porque en ese debate se leyó el texto del DNU y se dieron cuenta en el oficialismo que en la parte resolutiva no se ordenaba el envío al Congreso para su aprobación, con lo cual esa norma sigue hoy sin validación por la comisión que debutó el lunes con la presidencia de Jorge Landau. En esa sesión los senadores Miguel Pichetto y Marcelo Guinle admitieron ese error del DNU sin envío formal al Congreso y dijeron que pedirán al Poder Ejecutivo que se los remita.
A los radicales, además del error formal, les sirvió para decir que esa orden de liquidación de divisas en el país no hacía necesaria la firma de un DNU, y que Illia -todos miran, cuando lo nombran, a Brandoni, que asiente- es la prueba de que se decidió hace más de medio siglo lo mismo con un decreto simple.
Noche romántica y cálida junto a la piscina del hotel Jean Clavers, ubicado en el poco elegante Boulevard Artigas de Punta del Este (ocupa la antigua traza del ferrocarril a Montevideo, discontinuado desde hace 40 años). Fue el escenario que eligió el exministro y abogado Roberto Dromi para presentar su fundación Hispania Cultural, a caballo de su asociación con la Universidad Complutense de Madrid. Quien fuera el principal impulsor de las privatizaciones durante el Gobierno de Carlos Menem, y que hoy aboga por la reestatización de YPF, eludió prolija pero firmemente cualquier diálogo sobre política. Quizás por eso, los presentes en el lanzamiento fue gente de la cultura y -sobre todo- local: ningún empresario ni banquero argentino. Tampoco, claro, hubo presencia kirchnerista (corriente a la que Dromi asesora hoy desde bambalinas): el balneario oriental no forma parte de su escenario natural.
Los 150 invitados se dispersaron en el jardín del hotel para el bandejeo de salmón, caviar y huevos de codorniz, y pasaron al salón principal para la rosa de salmón con verdes, el abanico de ave con milhojas de papa y el lemon pie con frutos rojos. Para reafirmar la binacionalidad del emprendimiento, la conducción del evento (mucho más artístico que político) fue compartida por la argentina Teté Coustarot y el locutor uruguayo Marcelo Puyares. Los escuchaban el hijo de Dromi, Nicolás, Raúl Canosa Usera (decano de la Facultad Complutense de Madrid), Gustavo Salaverry (secretario general y vicegobernador de Maldonado), Martín Laventure (alcalde de Punta del Este), Luis López Hierro (exvicepresidente uruguayo), el senador oriental Jorge Saravia, el RR.PP. Alfredo Etchegaray (que le organizó el evento y la agenda a Dromi), el artista plástico Mario Giacoya y -obviamente- Laura San Martino que fungirá como directora de la fundación Hispania Cultural. Dromi, además de presentar y contar los detalles del proyecto afirmó que «la decisión de comenzar este proyecto en el Uruguay es porque hay que apoyar y hallar el camino para todo el talento cultural que hay en este país, para que puedan expresarse y enriquecerse». Hispania, dijo, tendrá una biblioteca, y si hay apoyos suficientes estará la posibilidad de hacer publicaciones con la editorial Hispania Libros. El "mangazo" quedó claro. No se queda ahí su ambición: apunta a producir un programa de TV con Teté conducción, y que en un dechado de originalidad se llamará "Las dos orillas". La fiesta la cerró un quinteto de cuerdas, piano y bandoneón, "Sonidos de Época" (EPOCA es la sigla de la Escuela de Posgrados Ciudad Argentina que anima Dromi en la Universidad del Salvador), que será patrocinado por la fundación.
Con tanto empresario veraniego presente fue inevitable hablar de cruceros, pero no precisamente del Costa Concordia de Italia. Era otro, el Star Princess aquel que no pudo atracar en las islas Malvinas hace dos semanas dado que los kelpers dijeron que algunos de los 3.600 pasajeros estaban con gastroenterocolitis. Entre los pasajeros del Star Princess afectados con ese virus, se encontraba el vicepresidente de la UIA Guillermo Moretti a quien José Ignacio de Mendiguren (presidente de la entidad fabril) le había indicado tomar ese crucero y de paso informarle la situación que se vivía en las islas. Esa sugerencia no fue seguida por otro dirigente de la UIA apodado «Ratonazzi». Lo concreto es que Moretti, ya fuera por el temor que produjo esa misión marítima, o por el contagio de esa gastroenterocolitis, no pudo pisar el suelo argentino de Malvinas.
Terminamos esta entrega con el quincho urbano, pero de cuidadísimo montaje con el cual Adrián Werthein logró que su cumpleaños 60 quede en la memoria, no sólo como la primera gran fiesta de la temporada en Buenos Aires, sino también como un despliegue poco habitual de generosidad para los 600 invitados que lo acompañaron el miércoles en La Rural. Para que no olvidasen la cita se ocupó desde octubre pasado de enviarles varias invitaciones. La primera, una caja de madera con el texto de la invitación grabado a fuego. Un recordatorio semanas más tarde era una badana bien curtida en la cual se insistía en lo importante del encuentro en La Rural, elegido por Fafi, pareja del homenajeado y otros integrantes de la familia Werthein. Probó el cumpleañero que tiene una de las agendas más amplias y que su carácter amigable convenció a centenares de convocados de suspender vacaciones y otras actividades y estar en enero en Buenos Aires para acompañarlo.
El salón de recepción simulaba una estancia en plena actividad (la familia está ligada desde sus orígenes en la Argentina a la actividad agropecuaria en La Pampa); los invitados eran recibidos por chicas vestidas de chinitas de campo y jóvenes gauchos que daban la bienvenida. Había paneles con un collage de fotos del homenajeado junto a su familia. Hubo un primer bandejeo con variedad de quesos y fiambres, empanadas, salmón, ensaladas campestres y otras vituallas, acompañadas de vinos y espumante de alta gama. Había una simulación de asado criollo, pero el menú era más amplio. De la política pocos invitados, los principales Daniel Scioli y Juan Manzur, ministro de Salud de la Nación; el resto amigos, familia y amplia representación empresaria: con Juan Carlos Bagó, Luciano Miguens, Lilly y Daniel Sielecki, toda la cúpula de Telecom; Giovanni Perissinotto (CEO de Asecurazzioni Generalli de Italia) con su esposa, que viajaron especialmente para esta fiesta), Hugo Luis Biocatti, Adelmo Gabbi, José Ignacio de Mendiguren, Claudio Stamati, Adrián Suar, Jorge Mandelbaum (de La Caja), Bruno Quintana, Roque Fernández y el escritor Marcos Aguinis. Del padrón diplomático estaban la embajadora de EE.UU. Vilma Martínez -recién llegada de sus vacaciones en Los Ángeles- Daniel Gazit (Israel), Anthony Leon (Sudáfrica), Shan Morgan (Gran Bretaña) y Thomas Antoin (Bélgica) que celebraron con el resto de la familia Werthein; Daniel, Julio y Sarita Fischman de Werthein, la madre del cumpleañero que tiene cien años y un mes, y que al hablar produjo un pico de emoción en los presentes.
Dio especial identidad a la fiesta la presencia del Admor de Praga (figura religiosa líder de la comunidad judía Checa). El Admor es admirado por seguidores por sus visiones y su sabiduría, y tiene una estrecha relación con la familia Werthein. El Admor bendijo al del cumpleaños y a todos los invitados. Esa presencia religiosa motivó algo que pocos advirtieron; algunas damas lo recibieron con un vestido, pero cuando terminó la bendición, se cambiaron por otros más acordes con una fiesta.
Las entradas de la orquesta del maestro Fernando Marzan con la cantante Rosana Bayeto, amiga del homenajeado, le pusieron calidez e intimidad a los intervalos del baile. El tono de la celebración no impidió que algunos desplegaran ciertos apuntes del anecdotario político, como los detalles del encuentro en el palacio Duhau, pocos días antes de esta fiesta, entre el cumpleañero y Amado Boudou. Estaban en mesas diferentes pero Werthein se levantó a saludar al vicepresidente, pero con tal mala suerte que al estrecharle la mano derramó el vino que hizo blanco en el traje del presidente a cargo. El humor de la víctima permitió superar rápido el blooper. Entre estas anécdotas, la primera fiesta del año, y que puede ser la más difícil de empardar en el resto de 2012, transitó hasta las cinco de la madrugada entre bailes, mateadas criollas y hasta reparto de regalos a la despedida: cada invitado recibió un facón de recuerdo.
Vamos a terminar con un chiste de la línea fuerte, de los que nos piden nuestros lectores. Una pareja con más de 20 años de casados estaba acostada en la cama una noche cuando la esposa nota que su marido la acaricia de una manera que no lo había hecho en bastante tiempo. Comenzó por la nuca hasta llegar a su espalda, siguió por sus hombros, bajando lentamente hacia sus senos y parando justo después de su ombligo. Después puso su mano en el interior de su brazo izquierdo, acariciando el lado de su seno, bajando por su costado, sobre la nalga hasta llegar a la pantorrilla. Siguió hacia arriba por el interior de su pierna deteniéndose en la ingle. Repitió las mismas caricias en el lado derecho y de repente dejó de hacerlo, se dio vuelta y se puso a mirar televisión. La esposa, que estaba muy excitada, le preguntó con una voz muy dulce:
-Querido, lo que estabas haciendo era maravilloso. ¿Por qué te detuviste?
-Ya encontré el control remoto...