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Charlas de Quincho

¿Se jubila Norberto Oyarbide? ¿Qué intendentes han traficado acusados y testigos de un asesinato, que buscan despegar de compromisos al oficialismo? 

Sigue pesando sobre Gobierno y oposición el luto presidencial, que produce en cada cual efectos distintos. Algunos se refugian en la congoja  sincera para moderar tonos y conductas; otros aprovechan para el proselitismo, pero huyen de las estridencias. Algunos kirchneristas hasta postergaron reuniones de cumpleaños que ya son tradición; otros avanzaron con esas celebraciones tiñéndolas de partidismo.

Cristina de Kirchner, la más afectada por la muerte de su esposo, resolvió no ir por ahora a la residencia de El Calafate, que le trae evocaciones tristes, ni a la casa que habían inaugurado en Río Gallegos, dejando los asuntos provinciales en manos de su hijo Máximo, quien se quedará allí pese a que los militantes que ya no tienen jefe apuestan a que cumpla con un rol por encima de sus responsabilidades familiares.

La presidente se encerró en Olivos, pero sin dejar de atender el despacho de urgencia. Primero que nada, organizar el viaje que inicia hoy a Corea para participar de la cumbre del G-20, adonde va en un avión chico con secretarios por única compañía (el Tango 01 está en reparación sin fecha de entrega); los ministros que la acompañan – Héctor Timerman, Amado Boudou, van por su parte en aviones de línea con un trayecto tortuoso (29 horas de vuelo), lo mismo que los secretarios que integran la delegación que participa de las reuniones.

Se ocupó el viernes de la redacción de los cables para disculparse ante los presidentes de Corea y Vietnam, países en donde tenía, además, previsto un par de visitas oficiales, con el argumento del luto. Igual, mera cortesía, les pidió reuniones a solas para conversar. Esta vez, el viaje es con muy poca compañía, a diferencia de otras misiones, cargadas de legisladores que más bien hacen turismo que otra cosa, todo con viáticos pagados por los contribuyentes.

Esta semana hay sesiones críticas en el Congreso para tratar de aprobar el presupuesto y ordenó que se queden todos.

Este año hay una novedad que destacó ya este diario: la oposición hizo por primera vez un proyecto de Presuùesto, en lugar de presentar objeciones o propuestas de negociación de determinados artículos. Ese proyecto fue preparado entre, Alfonso Prat Gay, que sabe dónde le aprieta el zapato al gobierno, con lo cual el oficialismo tiene que imponer el voto que facilita el luto por la muerte de Kirchner que hace que muchos peronistas se conduelan con la situación de Cristina y no quieran aparecer aprovechándose de su debilidad y vuelven al voto oficialista en las dos cámaras.

El peligro de este proyecto opositor es que si el oficialismo no tiene votos, puede ganar esa iniciativa de los adversarios y le terminen imponiendo al Gobierno un presupuesto ajeno. Nadie apuesta a que eso ocurra fácilmente, pero el Gobierno quiere blindar el voto para no correr riesgos.

También antes de irse, Cristina quiere tener resueltos dos entuertos que le llevaron el viernes a su conocimiento y que si no hace nada, pueden estallar en las manos al Gobierno. El primero, que apareció por fragmentos en la prensa del fin de semana, es la trama en torno al asesinato del joven trotskista Mariano Ferreira: un intendente que reporta a un ministro top fue quien acercó al testigo que acusa al barra Cristian Favale de haber disparado.

Éste, a su vez, era manejado por otro intendente del conurbano con llegada a otro ministro top, quien lo acercó a la peña de Amado Boudou.

Un tercer ministro fue el encargado de acoger al testigo al sistema de protección para cuidarlo de la represalia de sindicalistas que son socios del Gobierno.

El caso es una muestra de las contradicciones que surgen del acto oficialista armado con tribus de distintas ideología y metodología, y que caminan sobre la cornisa exponiendo al Gobierno.

La segunda trama enfrenta a dos ministros por la salida de la secretaria de Industria, Beatriz Díaz, patrocinada por Aníbal Fernández, que no sabía nada y salió en defensa de la funcionaria y pidió la cabeza del segundo de Débora Giorgi, Eduardo Bianchi. Esta pelea duró el fin de semana y hasta anoche Bianchi seguía en el cargo. Es un caso que debe resolver hoy la Presidente antes de subirse al avión rumbo a Corea.