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Charlas de Quincho

Fin de semana largo con quinchos dispersos por todo el país y hasta en el extranjero.

Epicentro en El Calafate (la Presidente define embajadas y delegaciones a eventos internacionales), en Punta del Este (la plana mayor de un candidato dilucida si éste debe postularse para un período más en su cargo actual o actuar con audacia y «jugarse»), en Mendoza (elucubraciones sobre el destino de un partido más que centenario) y hasta en Palermo, donde un encuentro de un deporte regio entre dos naciones dio lugar a charlas sobre qué hacer con los ahorros (dólar, oro, euro, yuan). También hubo desvelos en San Vicente, donde el dueño de una famosa quinta deshoja varias margaritas.

Un ataque de dispersión pascual desperdigó a los políticos, empresarios y demás miembros de la grey quinchesca por todos los santuarios turísticos, desde Cristina refugiada típicamente en El Calafate a Elisa Carrió, de viaje pastoral por Río Negro y Neuquén, es decir por Bariloche y San Martín de los Andes, donde predicó con un grupo de amigas, pasando por Mauricio Macri en Carmelo, Ricardo Alfonsín por Chascomús y Bahía Blanca, Mario Vargas Llosa -que parece plenamente incorporado a la agenda criolla por los Valles Calchaquíes-, y toda una segunda línea retozando en las playas nubladas de Punta del Este.

La Presidente, a la que no dejan en paz ni en Pascuas, terminó de delinear la delegación que esta semana parte al Vaticano a los fastos de la beatificación de Juan Pablo II, que integró en los papeles a todos los sectores de la vida pública: la encabeza José Pampuro -segundo en la línea sucesoria por defección de Julio Cobos- y la completan Eduardo Fellner por el Congreso, Ricardo Lorenzetti por el Poder Judicial, José Ignacio de Mendiguren por los empresarios, Héctor Timerman y el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, por el Ejecutivo, Omar Viviani por los gremios y el macrista Federico Pinedo por la oposición. ¿Ningún radical?, le preguntaban ayer a Oscar Parrilli, responsable de cursar las invitaciones. Ninguno, pese a que entre sus filas los hay de la línea pía como Ernesto Sanz o que Néstor Kirchner, cuando asumió Benedicto XVI, lo subió a Raúl Alfonsín al Tango 01. Esta discriminación hiere a los radicales que entienden debieron estar en ese viaje para el cual tampoco se ha pedido confesión de fe religiosa (salvo Timerman, pero en la confesión del pueblo del Libro, ninguno de ese grupo se ha destacado por manifestar creencias más allá de las políticas). No habrá radicales el domingo 1 de mayo en la plaza de San Pedro y tampoco el martes en la Academia Pontificia, en donde la delegación argentina y la chilena le rendirán un segundo homenaje al papa Wojtila por su mediación en el conflicto que se cerró con la firma, en esa Academia, del tratado de paz que tanto honró un Alfonsín, que hasta forzó un plebiscito de resultado dibujado para lacrar un compromiso que los peronistas de entonces rechazaban pero de cuyo recuerdo, ahora que son Gobierno, se apropiarán por lo menos para la foto. El viaje, todo pago y en avión de línea, no la contará a Cristina en la delegación. Estudió la conveniencia de asistir, pero al final declinó la invitación, entre otras razones, cuando le dijeron que irán pocos jefes de Estado -el más encumbrado, el rey Juan Carlos de España- y que la mayoría serán cancilleres.

A quien más mortificó la invitación fue al taxista Viviani, no porque su gremio honre a un santo (Cristóbal) que fuera dado de baja de la lista de santos porque directamente no existió salvo como leyenda pagana, sino porque no podrá estar el viernes 29 en el acto de la CGT que quiere presentar Hugo Moyano como un alarde de fuerza por encima de todas las tribus del peronismo. Hizo varias rondas de consulta y le dieron permiso; amagó con su imposibilidad de aparecer en las fotos con jacket o frac, pero le dijeron que no es necesario ese vestido; lo exigirán sólo a los embajadores. Esta vez le toca a Juan Pablo Cafiero, embajador en la Santa Sede que ya lo ha usado en anteriores ceremonias y no le hace asco al black tie: para eso, y sólo para eso, se hacen designar algunos como embajadores. Intentará en las próximas horas algún reemplazo, pero el dictamen que transmitió Parrilli no le deja alternativas.

El dueño del viaje, que es Timerman, se va a Caracas y tiene agendada una charla a su regreso con Cristina, que no tiene que ver con este viaje sino con designaciones pendientes de embajadores en países vacantes como Suiza, Jamaica e Israel, que el Gobierno quiere cubrir a la brevedad. Resta Gran Bretaña, pero ya se contó aquí que es un país en el que la Presidente no quiere delegado personal (eso son los embajadores según la letra de la Constitución).

Tenía para ocuparse Cristina demasiados temas en el descanso santacruceño, desde recibir informes en detalle y en la máxima discreción -porque cualquier gesto de ella puede volcar las cosas en uno u otro sentido- sobre la crisis en su provincia, azotada por peleas en gremios que desestabilizan al gobernador Daniel Peralta, sobre cuya renuncia algunos han llegado a presumir si no se las corta drásticamente. También se preocupó por otras noticias de efecto más personal, como la convalecencia del apoderado del PJ Jorge Landau, dueño de todos los secretos y martingalas de su candidatura, quien ayer se reponía de las heridas que le causó el ataque de un perro dogo en su vecindad de Escobar. Landau, que es un hombre de perros, recibió heridas en varias partes del cuerpo por el ataque de esa bestia, un dogo salvaje y sin dueño que merodeaba por los pagos que fueron de Luis Patti, y fue hospitalizado sin gravedad aunque alarmó a sus amigos y conmilitones.

Uno de los pocos que ignoró la pausa pascual para hacer algo de política fue Eduardo Duhalde, quien permaneció en la quinta Don Tomás de San Vicente fatigando los teléfonos con la intención de que hoy en la reunión de la mesa de lo que queda del llamado peronismo federal le salven la elección interna adelantada que entró en crisis por su pelea con Alberto Rodríguez Saá. No es que crea que esa elección fuera un dechado de legitimidad, pero sus encuestadores le hicieron ver que cada vez que se lo relacionó a él con esa lucha subió en las encuestas. Ahora que no hay interna, flota a la baja y debe esperar al 14 de agosto sin ese recurso de mostrarse en competencia con el puntano. Admite el efecto de un hecho clave que explica el estallido de estas internas: cuando se las planeó, el peronismo federal estaba convencido de dos hechos que han cambiado, o desaparecido. Primero, presumían que no habría primarias obligatorias el 14 de agosto; habían apostado a que era un invento del Gobierno que nunca llegaría a producirse. Pero los decretos de reglamentación de esa elección demostraron que sí habrá primarias; su pelea con Rodríguez Saá se produjo en la tarde del viernes 15, el mismo día en que se publicaron esos decretos en el Boletín Oficial.

El segundo prejuicio era que Cristina no sería candidata a presidente; lo dijo Duhalde en todos los discursos y apariciones por los medios que tuvo hasta ese día. Ahora ya está convencido de que Cristina será candidata; más aún, dice que si la oposición no se une, la elección la ganará ella en primera vuelta. Le costó en las charlas del fin de semana a Duhalde sostener estas necesidades de candidato en su entorno político, porque sus escuderos creen que es inútil reflotar esas internas previas, que es lo que tratarán de hacer esta tarde en Buenos Aires los coordinadores de ese invento, Adolfo Rodríguez Saá, Ramón Puerta y Juan Carlos Romero y el cuarto hombre en las sombras, el romerista Ángel Torres, que es como el Mazzón de este sector.

El argumento de esos remisos a seguir jugueteando con esas elecciones por provincias, como es el caso de Luis Barrionuevo y el «Momo» Venegas, es que si quiere Duhalde seguirlas, que busque a alguien que las pague. Esos caciques sindicales, aparece ahora más claro, son quienes han abierto el monedero y en estas cosas piden que les expliquen el negocio o la ideología, y ninguno les acerca nada en ninguno de esos dos rubros clave que cualquier iniciativa política. Ven, además, que del lado de Rodríguez Saá todos los recursos los pone en la elección a gobernador de San Luis que, para contribuir a la confusión general, quiere que se hagan el mismo día de las primarias obligatorias, el 14 de agosto.

Todo un drama para este Duhalde que se erigió como la principal referencia del peronismo opositor, que celebró buenas encuestas durante la semana, pero que tiene que rehacer alguna triquiñuela para sobrevivir hasta la fecha que puso Néstor Kirchner en el cronograma electoral como manera de enloquecer a la oposición que debate todo y asegurar su candidatura, que termina siendo la de su esposa, porque en el peronismo esas cosas no se discuten sino que se mandan desde arriba.

Una lectura impecable, pero para algunos capciosa y aprovechada en beneficio propio, de la cultura política argentina, y que se termina imponiendo sobre los demás cuando se ve que fracasaron las internas previas de radicalismo y disidentes que pretendían poner en la cancha a sus candidatos antes de las primarias para no darle ventajas al oficialismo. Ese entramado compromete más que a nadie a Macri, que se guardó el fin de semana en Carmelo, huyendo seguramente en los links de esa localidad que crece como refugio de quienes no quieren ser vistos en modo de reposo, de las presiones del entorno que cree que debe bajar a la Ciudad para una reelección y postergar la aspiración presidencial para otro turno. Este punto se debatió en quinchos también uruguayos, pero en Punta del Este, en donde deliberaron, entre otros, su jefe de campaña Humberto Schiavoni, su ministro Francisco Cabrera y su economista de cabecera Carlos Melconian, que le han tomado la palabra al jefe porteño sobre que en Semana Santa, es decir ahora, iba a comunicar su decisión de ir a la reelección o no, y en este caso sobre quién será candidato para su silla.

Esos entornistas creían hasta hace dos semanas que la voluntad de Mauricio era ir por la presidencial, pero ahora admiten que lo ven cerca de un proyecto municipal con el objetivo de consolidar al PRO en el único distrito que domina, que es la Capital Federal, segundo en votos de la Argentina y un vergel, por los recursos que tiene, para quien quiera hacer política. Son pocos los que mantienen el fuego del proyecto nacional y buscarán esta semana convencerlo a Macri de que debe pensar más con la audacia de un político que en el momento de decisión juega a todo o nada y no escuchar a entornos que miran quizás su necesidad política local que la del conjunto.

En esos quinchos quien expresa mejor esto último es Emilio Monzó, escudero de Schiavoni en el armado nacional y que esta semana, sin escuchar las voces de los demás, tiene agenda completa para predicar macrismo presidencial en Córdoba, adonde se instalará mañana. Monzó les explica a los demás que es cierto que un Macri municipal puede atornillar al PRO en el distrito, aunque comparte el diagnóstico del Gobierno, entre otros, de que las dudas de Mauricio ya le han puesto a la elección porteña un final abierto, con él o sin él de candidato. Por eso sostiene que Macri tiene que designar al candidato de su partido y hacer lo que hizo el Gobierno en su distrito, nacionalizar la campaña y pelearle a la figura de Cristina -es decir a sus tres candidatos, Amado Boudou, Carlos Tomada y Daniel Filmus- con aire ganador. Si logra vencerlos con otro candidato le habrá producido un daño tal al Gobierno nacional que habrá abierto el mejor camino a su candidatura a presidente. ¿Es un juego de todo o nada? Por supuesto, responde Monzó, pero eso es lo que hace en algún momento, (cuando se ha escuchado a todos los asesores y entornistas) un político.

Estas cuitas comprometen a otros dirigentes que prefieren recomponerse en sus distritos. Por ejemplo, Ernesto Sanz abrió el sábado su quincho en la finca que tiene en Cuadro Benegas, San Rafael, para atender a una cuerda pampeana. Ofreció asado y empanadas para el senador por La Pampa de su partido Juan Carlos Marino, a quien acompañó el diputado Eduardo Kenny, con quienes especuló sobre la chance que se les abre a los radicales de esa provincia si el senador peronista Carlos Verna se baja de la candidatura a gobernador y abre la oportunidad de que Oscar Jorge vaya a la reelección.

En esa mesa mendocina creyeron ver que en esta última posibilidad pueden los radicales soñar con un triunfo en ese distrito, donde perdieron las legislativas de 2009 por apenas tres puntos. Se les complica si va Verna, que puede declinar por sus diferencias con el Gobierno nacional ya que nunca se subió al kirchnerismo, con el que tiene alguna alianza de convivencia en el Senado. Si prefiere no enfrentarse con Olivos por la gobernación -cargo para el que es un buen candidato-, el postulante del peronismo será Oscar Jorge y a él sí se le animan estos radicales.

En ese almuerzo del sábado quedó más claro el panorama de los radicales de Mendoza -que ya descuentan que Julio Cobos irá por una banca de diputado-: se enfrentará con el candidato peronista el saliente gobernador Celso Jaque. La gobernación se la pelean Alfredo Cornejo y Roberto Iglesias; el disidente eterno Víctor Fayad, intendente al que se atribuyen relaciones especiales con el kirchnerismo a través de Julio De Vido, parece resignado a repetir en el cargo de mandatario de la capital provincial, al que llegó con el apoyo de la UCR formal, del lopezmurphismo y de Carrió, soportes que puede emplear para seguir en esa silla en la que nadie le disputa poder en serio.

A la hora de la sobremesa se recalentaron las especulaciones y Sanz reconoció que sus contactos con el macrismo, a través de su amiga Gabriela Michetti, se han enfriado y que se ha disipado cualquier margen de acuerdo entre sus fuerzas. Pareció, en esas confesiones junto a las viñas cordilleranas, más cerca de creer que la oposición irá sola hacia un candidato único en la figura de Ricardo Alfonsín, si es que logra que los votantes terminen de identificarlo con el antikirchnerismo, algo que no les es fácil porque aparece en actos rodeado de asesores más estatistas que el Gobierno, que quieren reflotar las juntas de granos y de carnes y que elogian el manejo que hizo el Gobierno de la deuda externa, con lo cual las diferencias de fondo con el oficialismo se allanan en la mirada de algunos (o de muchos, se verá).

Ricardo tuvo una oportunidad impensada de diferenciación cuando lo llamaron el jueves desde el hotel Sheraton de Buenos Aires para invitarlo a tomar un café en el salón Polo con Mario Vargas Llosa. Le sorprendió porque él había faltado al cóctel con políticos del jueves, pero insistieron en que el vate quería conocerlo. Charlaron un rato sobre coincidencias poéticas, elogió el candidato al peruano, de quien dijo haber leído todas sus novelas. Alardeó, ganador, de que será presidente y que invitará al escritor a su asunción junto a Carlos Fuentes, algo que no se sabe si fue un acierto o no, porque a los artistas a veces no les cae bien que los identifiquen con sus colegas. Se probó en la semana que pasó, cuando ningún escritor, con la excepción de Marcos Aguinis, quiso mostrarse con él.

No vamos a fatigar al lector con más de Vargas Llosa, cuyo viaje a la Argentina se recordará en el futuro como el que hizo en los años 40 José Ortega y Gasset. Se paseó con el poder que las sociedades les conceden a los artistas de primer nivel, retó a sus adversarios, concilió con Cristina de Kirchner por haber callado a sus censores y se dio el lujo de ponerle una mordaza -algo a lo que no se atreve nadie en la Argentina- nada menos que a Hebe de Bonafini. La recibió minutos después que a Alfonsín, le refregó en la cara que él había escrito mucho sobre ella y más madres y ella salió diciendo: «He venido aquí a escuchar y no a hacer quilombo». Histórico.

Después del acto en la feria, Vargas viajó a Salta en donde comió empanadas en la casa del gobernador Juan Manuel Urtubey, en gesto cristinista que no entendieron algunos kirchneristas como el periodista que fue jefe de Télam con Kirchner que le reprochó que participase de una organización en donde estuvo uno de los asesores de Pinochet, cuando él nunca le preguntó a sus mandantes sobre otras incoherencias más hirientes sobre sus pasados. «Si seguimos así creo que vamos a perder el tiempo», lo despachó Vargas. En el viaje salteño, rodeado del familión que lo acompaña, Vargas Llosa preguntó por qué en Bolivia (país en el que vivió diez años, en Cochabamba) a las empanadas las llaman «salteñas»; le contaron que es porque en el siglo XIX las culturas del norte argentino y de Bolivia eran una sola, y las empanadas venían de Salta.

Primores de lo vulgar, ejercicio que le reconocía Ortega y Gasset a Azorín, que es el escritor que más quiere Vargas Llosa y en quien se inspira en estos viajes por los pueblos (esta vez Cachi, Cafayate, Cerrillos, etc.) con libreta en mano recogiendo testimonios para nuevas novelas.

La dispersión pascual de los opositores fue en algunos mansa -como el paseo de Ricardo López Murphy junto a su esposa por las playas de José Ignacio- y en otros militantes, como la estadía de Elisa Carrió en San Martín de los Andes, en donde pergeñó lo más importante de su viaje de esta semana a los Estados Unidos. Que no es su visita a Washington -OEA, Departamento de Estado, etc.- sino la reunión que mantendrá con financistas e inversores en la Argentina. Será en la sede neoyorquina del banco UBS ante un grupo que le armó Alfonso Prat Gay para que escuchen las percepciones de Lilita sobre la situación del país.

Este dato ya alarmó al Gobierno que conoce la tradición de los viajes que han hecho otros candidatos al extranjero antes de las elecciones, como el que realizó Domingo Cavallo antes de la elección de Carlos Menem en 1989 -hizo colapsar lo que quedaba de la administración Alfonsín- o el de Eduardo Duhalde en 2001 -hizo tambalear a Fernando de la Rúa-. También es de cuidado el predicamento de la musa del Ari ante ciertos interlocutores, algo que se probó en 2001 cuando estaba en la comisión de Lavado -junto a Cristina de Kirchner y Daniel Scioli- y expuso en una comisión del Congreso norteamericano sobre el contenido de las famosas cajas con documentación de los bancos.

Finalizamos con un quincho deportivo. Más de 6.000 personas el jueves por la tarde en el Campo Argentino de Polo. La lluvia matinal jugó a favor del récord de asistencia para un enfrentamiento de los seleccionados de la Argentina e Inglaterra: quienes iban a partir a quintas, countries, chacras o campos prorrogaron esos traslados para presenciar un clásico del polo. En realidad, es más que amistoso, dado que los equipos se forman con la restricción de 28 goles para igualar posibilidades. Aún así los locales con Facundo y Gonzalo Pieres, vencieron a los ingleses por 13 a 8.

Entre los asistentes a la Catedral del Polo, la embajadora de Gran Bretaña Shan Morgan; el consejero de la Hurlingham Polo Association, John Tinsley; Luis E. Lalor (Asociación Argentina de Polo), y el comandante de Remonta y Veterinaria, general Luis María Carena. Un habitué del polo como Cristiano Rattazzi; el exsecretario de Finanzas con Lavagna y exembajador en Alemania Guillermo Nielsen y Javier Guerrico se sumaron entre otros al evento. La economía siempre se cuela: se hablaba del elevado precio del euro a 1,4548 contra el dólar y a casi 6 pesos en la plaza local. ¿Tiempo de apostar al dólar? Con proyecciones de reprogramaciones de deuda en el Viejo Continente, no es muy recomendable hoy apostar al euro en los actuales niveles. Lo que pasa es que Estados Unidos inyecta temor en su moneda, por las bajas tasas, un déficit fiscal como el de la Argentina en los 80, y una inflación que puede carcomer a los tenedores de dólares. ¿Entonces? Cada vez más se mira con cariño al yuan. Para quien no compró oro aún, hacerlo en la cúspide de su trayectoria es para aventureros también. ¿Y en casa cómo andamos? preguntaban en Palermo. El BCRA da señales de que nunca dejará caer al dólar. Por ello es que hay compras de empresas y particulares. Saben que nunca se pierde. Pero hoy todas esas compras quedan escondidas detrás de la liquidación de divisas de los exportadores de soja. En agosto o septiembre quizás salgan más a la vista. Es lo que se comentaba en Palermo.

Vamos a terminar con un chiste de la línea fuerte, de los que nos piden nuestros lectores.

Un hombre entra a un bar con un elegante bastón de malaca y arrastrando del extremo de una correa a un enorme cocodrilo. El encargado del local, horrorizado, lo para y le dice:

- ¡Epa, amigo! ¿Está loco? ¿Cómo se le ocurre querer ingresar a este establecimiento con semejante bestia?

El hombre, sin perder la calma, lo mira y responde:

- Pero mire que el animalito hace un truco espectacular... ¿quiere ver?

Y sin aguardar respuesta saca su miembro viril, lo introduce en las fauces del reptil y comienza a darle bastonazos en la cabeza. Al cabo de un minuto que a los parroquianos les parece una eternidad, vuelve a colocar

-intacto- su miembro en sus pantalones. Después, mira a su alrededor y pregunta:

- ¿Hay alguien que quiera probar?

Y una señora mayor, desde el fondo del local, responde con una vocecita casi inaudible:

- ¡Yo, yo! ¡Pero no hace falta que me pegue con el bastón!

Un asesor político narró en un quincho el nuevo apodo para Martín Lousteau. Le dicen «folclorista pobre». ¿Por qué? Usa el bombo de otro...