Charlas de Quincho
Fin de semana con epicentro en la Rural y en Santa Fe, lugares que muchos -políticos y empresarios- eligieron eludir.
El discurso de un dirigente ruralista iba a ser incluso más duro, pero lo suavizó a pedido de sus afiliados. En tanto, la Presidente tuvo un «cuasi» percance aéreo en el sur, y cuando aterrizó descartó por razones hasta personales una acusación de daño ambiental. Un gobernador -que se desgarró jugando al fútbol contra brasileños- debió resignarse a que una cena festiva se convirtiera en una tertulia de análisis político. Un ministro, en tanto, volvió a la guitarra durante una hora para apoyar el lanzamiento municipal de un amigo. Veamos.
Agitado como pocos el fin de semana para la colectividad de los políticos con las elecciones encadenadas de las que cada cual, aunque no participe directamente en ella, trata de sacar provecho o esconderse para evitar las esquirlas enemigas. Incluso para quienes intentaron estar lejos de algunos escenarios de conflicto, como Cristina de Kirchner, que quiso tomar distancia el sábado de la Capital, de la Rural y de Santa Fe para inaugurar en «el Turbio» (así llaman los locales a la villa de Río Turbio) obras eléctricas de dimensiones casi faraónicas ($ 3.000 millones de inversión por parte de la española Isolux Corsan, que también es socia del nonato proyecto del tren bala Buenos Aires-Rosario). Igual no se salvó de turbulencias, esta vez en el aire, cuando una nevisca interceptó el helicóptero en el que viajaba a ese lugar junto con Julio De Vido y el gobernador Daniel Peralta. Los patagónicos lo primero que buscan es tener buenos pilotos, como el que esquivó ese frente y los depositó salvos y sanos en el Turbio.
«Veníamos en el helicóptero -contó la Presidente al bajar- y en serio, no es broma, en un momento nos pusimos un poquito nerviosos todos, porque estaba todo muy rodeado de nevisca, no se veía nada y entramos al revés. En un momento dado, el piloto nos dijo que si se complicaba demasiado iba a tener que pegar la vuelta y regresar. Pero jamás; acá estamos; jamás pegamos la vuelta, siempre vamos para adelante». De paso, cuando habló desde el palco, la Presidente rechazó críticas de ambientalistas por el presunto efecto de este tipo de emprendimientos en los glaciares; personalista, dijo que ella no permitiría eso no sólo por razones técnicas o políticas, sino privadas: «Si se derriten los glaciares, a la que me tapan en Calafate, es a mí, a mi casa, a mi gente, a mi tierra, a mis rosas, a mi jardín».
Desde ese lugar, tranquilizados los ánimos, armó el contraataque a las palabras agrias de Hugo Luis Biolcati, el discurso más duro que se recuerde del sector crítico del campo, más aún que en la batalla de la Resolución 125, quizá porque está el país en la antesala de las elecciones y esas tomas de partido parecen inevitables. El jefe de la Rural, como antaño los obispos que trataban de señalar el rumbo de los votos adictos, mencionó esas palabras como «voto», «elecciones» y «cambiar» que irritaron en el oficialismo, que responderá con lo que tiene a la mano. El sábado mismo fueron las declaraciones desde China de Julián Domínguez, pero la andanada principal la disparará hoy la propia Cristina en el lanzamiento en Olivos del Plan Estratégico Alimentario, un puñado de iniciativas que el Gobierno viene prometiendo desde hace tiempo, pero cuyo formato final se apuró el fin de semana para que sirva de respuesta en caliente a las críticas de Biolcati. Para ese acto de hoy se ha elegido el escenario de los grandes anuncios (candidatura de Boudou, antes la ley de medios), con la presencia, se pretende desde el Gobierno, de empresarios, gobernadores, intendentes y todo el gabinete, incluyendo a Domínguez, que apuró ayer el regreso desde China, en donde presidió una misión de negocios agropecuarios.
En el lanzamiento se destacará la bonanza del sector, pese a las críticas de la nueva Mesa de Enlace, que responderá que se trata de un viento de cola del cual no es responsable el Gobierno. El discurso de hoy insistirá en la misma estrategia que el Gobierno se planteó en 2007: acercar beneficios a productores chicos que se han despegado de las grandes entidades, buscando dividir ese frente que, sabe el Gobierno, no es homogéneo. Irritó en el oficialismo que al finalizar el discurso de Biolcati subieran a darse la mano con él integrantes de la Mesa de 2007, como Eduardo Buzzi, de quien saben que desde entonces está al borde de la ruptura con el resto. No pudieron evitar esta vez que se recompusiese esa foto, quizás porque el envión crítico del sector que se expresó el sábado en el predio de Palermo parece blindado por el contexto electoral. De hecho, sabían todos el sábado que el discurso del presidente de la Rural era mucho más crítico en los borradores originales que el que se le escuchó. En el protocolo clásico de un país sereno debieron estar las autoridades del Gobierno sabiendo antes lo que el dueño de casa iba a decir.
Como se enteraron de que el debate en la Rural, previo al acto del sábado, había sido para suavizar la protesta, no hubo -de nuevo- nadie del mundo oficial en la tribuna, que se ocupó -como ya se ha contado- con candidatos de la oposición a todo tipo de cargos. Pero Biolcati, al final, leyó un texto menos crítico que el que se esperaba y con modificaciones -para amortiguar los disparos- que el que tuvieron en la mano algunos dirigentes agrarios antes del acto. Seguían línea a línea el discurso que oían desde los parlantes y sonrieron cuando advirtieron que Biolcati había eliminado adjetivos y argumentos fortísimos.
¿Fue ese estado de nervios el que proporcionó el principal blooper del acto del sábado? Fue cuando el animador Fernando Bravo, elegido como bastonero de la jornada, introdujo el homenaje a Sarmiento hablando de «Juan... Domingo Faustino Sarmiento». En realidad, fue un furcio ya conocido; en 1972, cuando habló por la cadena nacional desde San Juan, el entonces presidente de facto Alejandro Lanusse también dijo que venía a rendirle honores a «Juan... Domingo Faustino Sarmiento». De todo esto se habló el sábado en ese gigantesco quincho en que se convierte la Rural un día así. Los comentarios más sinceros no se escucharon en las mesas del mediodía en el comedor central, sino en el cóctel que esa noche dio la Rural exclusivamente para sus socios, un sarao que suele proveer mejores datos que la infinidad de almuerzos que se sucedieron en la semana. Esa noche estaba vedada para políticos y periodistas, pero igual entraron hombres como Jorge Vanossi y Jorge Enríquez, que se solazaron con las interpretaciones freudianas sobre la otra novedad de esta feria, más que los precios pagados por algunas variedades ganaderas: el nuevo rostro de Ricardo López Murphy, ahora sin el bigote castrense que lo hizo popular. Como antes Macri y otros políticos que han preferido eliminar capilaridades para mejorar su perfil público (Rafael Pascual, Jorge Argüello, para mencionar a hombres a quienes benefició afeitarse la barba), López Murphy admitió que la rigidez de su perfil se ablandaría con este toque de barbería que quizá debió aplicase antes de las elecciones del 10 de julio en Capital (salió 8°, con apenas el 1,41% de los votos).
También representaron en ese recoleto cóctel del sábado a los políticos el formoseño diputado Ricardo Buryaile, la senadora correntina Josefina Meabe y la reelecta legisladora porteña Raquel Herrero, de la línea macrista-radical que controla el «Tano» Angelici. Todos ellos se dejaron arrastrar por los comentarios del discurso de Biolcati, entre ellos los de otro invitado, el presidente de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi, quien durante la semana había animado un contrapunto manso de discursos con la propia Cristina en otro acto. Gabbi debió escuchar una admonición presidencial por haber dicho que la Bolsa local era «fronteriza» con las otras Bolsas del mundo. Dio a entender, sin embargo, que la Presidente conocía el texto de lo que había dicho, con lo cual se habían servido mutuamente para animar ese acto al que debió ir Macri, pero que descartó para no brindar, en plena campaña por el balotaje, un escenario antipático que podía volvérsele en contra.
En los corros de ese cóctel supimos detalles de otra protesta que las autoridades de la Rural lograron impedir a último momento: era la que habían preparado los criadores de Holando para el desfile de los animales de esa especie el sábado, para rechazar la baja del precio que les han hecho las usinas lácteas. Esos precios suelen bajar en septiembre, cuando hay más producción, pero las usinas adelantaron la baja de valores tres meses, con lo cual están que trinan. Habían preparado una bandera para desplegar en la tribuna, y también pasear los animales con carteles de queja que debieron resignar por orden de los organizadores. Bastaba con el discurso de Biolcati.
En esa reunión se ensayaron también algunos balances de lo que se ha visto en esta Rural. Por ejemplo, el aplausómetro, cuyo primer premio se lo llevó, en varias apariciones, el sindicalista Gerónimo «Momo» Venegas, que superó a Eduardo Duhalde (aplaudido en la tribuna el sábado y durante la semana cuando entró al comedor central). Para Ricardo Alfonsín, que estuvo para un almuerzo, no hubo aplauso general, aunque se paseó por las mesas abrazándose y sacándose fotos con empresarios y dirigentes de todos los partidos, pero se le reconoció el gesto de visitar la muestra después de que se cumplieron 24 años de la silbatina de las tribunas a su padre, Raúl, quien protagonizó una de las respuestas improvisadas más resonantes de su biografía (la otra fue en la propia Casa Blanca, cuando le retrucó a Ronald Reagan un discurso crítico a su Gobierno). Hubo también señalamientos a la división de clases en el comedor entre el sector vip cerca de la barra, en donde las mesas están reservadas para toda la feria por familias como los Werthein o la de Biolcati. En el otro sector, se consiguen mesas con días de anticipación que administra el hombre más poderoso del lugar, el «ubicador» y jefe de sala, el insobornable Juan Landa.
El filtro es tan riguroso que cuando se quiso hacer un almuerzo en el que cupiesen todos los estamentos, como el que organizó la entidad Solidagro, una alianza de varias fundaciones del sector dedicada a promover acciones en beneficio de los pobres, se eligió el Salón Rojo y no el Central. Fue el martes y hubo más de 1.000 invitados, repartidos democráticamente en cien mesas y sin sector vip, entre ellos la cúpula completa de la Rural, los hermanos Germán y Jorge Neuss, Santiago Soldati, Bruno Quintana (que junta votos para su reelección en el Jockey Club para una lista que incluye, entre otros, a «Charlie» Blaquier, Juan Carlos Bagó y Eugenio Aramburu), David Uriburu, Juan Pablo Maglier, Enrique Crotto (quien se ha anotado también en la pelea por el Jockey y mira todo lo que hace Quintana con gesto de emulación), Alejandro Elizalde, Alejandro Anchorena, «Tato» Lanusse, Luis Betnaza, Daisy Chopitea de Krieger Vasena, Alejandro MacFarlane, Teresa González Fernández, Martín Cabrales (que pudo superar una crisis en su empresa por una guerra de sindicatos), Guillermo Pando o «Dicky» Smith Estrada, munificente al abrir el monedero y comprar, a beneficio todo, más de u$s 20 mil por una escultura de Vivianne Duchini.
Esta artista es una experta en animales y ha provisto de obras a varios coleccionistas y empresarios, algunos que reproducen caballos y vacunos en tamaño natural. Entre los entendidos en esta especialidad, se recordó el famoso affaire de hace años en Mendoza, cuando el escultor «Chipo» Céspedes, uno de los afamados de esa provincia, fue contratado para hacer una obra que representaba a un toro en metal que se instaló en la sede central de la bodega Giol. Tan fiel fue este Céspedes a la anatomía del modelo, que un interventor de esa empresa, entonces estatal, mandó a capar la escultura para eliminarle los atributos de su sexo. Se hizo con soplete y el argumento fue que era muy agresivo para algunos espectadores así como atractivo para algunos fetichistas que tomaron la costumbre de frotar esa representación buscando suerte. Según los críticos, no era tan grande como para tamaña emasculación.
El sábado dio para más, pero no ya en la Rural. En la parrilla La Brigada, de San Telmo, hubo protocolo de seguridad porque cerca de la medianoche ingresaron Daniel Scioli, Karina Rabolini, Guillermo Francos y toda la familia del cantante Ricardo Montaner. Venían todos del Gran Rex, adonde hubo un recital de esta estrella que figura siempre en los castings del gobernador. Con la inminencia de la elección santafesina, en la privacidad de esa mesa, Scioli advirtió que a Miguel del Sel, candidato ayer a la gobernación, lo había iniciado él en la política. «Es amigo mío desde que corría en lancha y me acompañaba hasta en carreras en los Estados Unidos; hasta se me apareció en una que hubo en Key West», recordó. Dijo que ni aun cuando eligió ser candidato de la oposición macrista este cómico de Los Midachi dejó de frecuentarlo; este año, dijo, estuvo en enero en la fiesta de su cumpleaños y lo acompañó a la final de su equipo de fútbol 5, los Piqueteros de la Villa La Ñata, que se hizo en el puerto de Mar del Plata. «No se equivoquen -sancionó-; se va a quedar en la política».
Para Scioli este actor pasado a la política ha sufrido el mismo destino que él: las críticas y a veces hasta el desprecio de los políticos profesionales cuando gente de otras actividades ingresa a esa militancia. Para el gobernador, este Del Sel pertenece a un selecto grupo, junto con los Pimpinela y pocos amigos más, que él llama el «Club de los socios fundadores del sciolismo». Esta actividad artística de Scioli se produjo pocas horas después de un malhadado turno deportivo, el mismo sábado al mediodía. El gobernador había vuelto de un acto con Amado Boudou en Bahía Blanca y se enfrentó en su cancha de La Ñata con un equipo de fútbol venido de Brasil, encabezado por uno de los hijos del gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, «Serginho», con tan mala fortuna que sufrió un desgarro en una pierna que lo tendrá fuera de las canchas durante algún tiempo.
Más serio en la sobremesa, Scioli se permitió alguna reflexión sobre el peso que recae en sus hombros en la campaña electoral, ante los resultados del oficialismo en algunos distritos. Tienen que dejar que Scioli sea Scioli y que se aplique su método de campaña, fue el argumento. Es un equilibro difícil cuando la vidriera de Buenos Aires se convierte en el eje de la estrategia del Gobierno nacional para retener el poder en octubre. «La gente te la manda a guardar en las urnas», fue otra reflexión que se escuchó en esa mesa, en algo así como una advertencia para pocos de la necesidad de evitar confrontaciones ríspidas en un momento en el cual hasta el campo amenaza con más protestas y el jefe de la Rural llama al voto contra el Gobierno. Esta perspectiva terminó convirtiendo una cena que era para celebrar felicidades en un laboratorio de análisis político al que Montaner («Soy feliz, soy feliz») asistió en silencio.
Artística fue también, a la misma hora de ese sábado, la intervención de Boudou, ministro y candidato a la vicepresidencia de la Nación, en un acto en San Antonio de Areco, donde volvió a empuñar la guitarra durante más de una hora junto al conjunto fetiche de su campaña, La Mancha de Rolando. Fue en el club Rivadavia de esa localidad, en el lanzamiento de la candidatura a la intendencia de Francisco Durañona, que hoy es además el superintendente de Seguros de la Nación. Hijo de uno de los dirigentes conservadores más recordados, «Paco» ha elegido el peronismo K para esta etapa de su biografía, tanto que lo acompañó en ese lanzamiento un seleccionado en el que estuvieron, además de Boudou, Diego Bossio, Gabriel Mariotto, el salteño German Voss (peleó sin suerte la intendencia de Cafayate), Mariano Pinedo, Guillermo Piuma, Fernando Grill, Wado de Pedro (candidato a diputado identificado con la autodenominada «La Cámpora»), su hermano Juan Ustarroz, que se presenta en la primaria del 14 de agosto a la intendencia de Mercedes contra el actual alcalde, también K, Carlos Selva.
En ese acto, La Mancha cantó «Arde la ciudad», el mismo tema que se tocó la noche en que Mauricio Macri festejó en Costa Salguero la victoria en la primera vuelta en Capital. El bastonero del grupo, Manuel Quieto, es sobrino de Roberto Quieto, aquel insurgente que condujo guerrillas peronistas pero a quien Montoneros condenó por delaciones -arguyeron- en las mazmorras de la ESMA, y aprovechó un espacio del acto para quejarse de ese uso de su canción. «Me dan mucha bronca -dijo- los que usan esa canción cuando ni deben entender del todo lo que quise decir en ella». Pero se resignó a que esas creaciones populares cuando salen al aire ya nadie las controla. ¿O alguien imaginó escuchar, como ocurrió el sábado, a Sandra Mihanovich cantar en la Rural el himno a Sarmiento (Juan Domingo...)? Como se trataba de un lanzamiento no pudo faltar el quincho que esta vez Durañona montó en el chalet de un country de Areco en donde hubo más guitarras y charla política con el candidato, Boudou, Bossio, Mariotto y los demás acompañantes que ya han acuñado un formato propio de campaña.
La oposición se dedicó a mostrarse en la vidriera de la Rural, pero no abandonó las negociaciones entre cuatro paredes. Activísimo estuvo Eduardo Duhalde en su nuevo búnker, la suite que tiene tomada de forma permanente en el piso 8° del hotel Alvear, en el corazón de la Recoleta. Allí recibió por las noches a dirigentes que le escucharon los últimos diagnósticos. Cree, como le escuchó Ramón Puerta la noche del miércoles, en encuestas que lo ponen segundo en las primarias de agosto. «Espero -confió- que Mauricio me cumpla el acuerdo de darme el apoyo público después del 14». No mencionó detalles de ese entendimiento porque hasta ahora Macri ha dicho que si se pronuncia en favor de algunos de los presidenciables de la oposición, divide al armado transversal que tiene en la Capital. Junto a Chiche González sirvió esa noche el menú de la casa (el room service, no La Bourgogne, es otro precio) para discurrir sobre el error de Francisco de Narváez de acordar con Ricardo Alfonsín. «Perdieron los dos; hay peronistas que nunca van a votar radical, y Ricardo pierde todo el apoyo de un centroizquierda de su partido. Francisco está en problemas en la provincia», sancionó.
Ese piso 8° del Alvear lo usa Duhalde para cuando tiene actividades en la Capital hasta tarde en la noche y se le hace difícil regresar a su quinta Don Tomás de San Vicente, en donde vive ahora. Festejó en esa soledad de tres también que muchos intendentes de la provincia de Buenos Aires lo han ayudado a armar hasta tres y cuatro listas municipales duhaldistas. Buscan, explicó, no quedar amarrados a la suerte de Cristina, pero admitió que si lo ayudan esos intendentes a hacer varias listas en un distrito es porque con eso también impiden que el peronismo disidente se sindique en una sola boleta que pueda amenazar el poder local. Admite en estas charlas que sus profecías no se han cumplido. Dijo que Cristina no sería candidata y lo es; se ríe cuando le recuerdan que en una cena cuya fecha nadie olvida -5 de noviembre de 2010- Duhalde reunió a Mario Das Neves, Felipe Solá y Alberto Rodríguez Saá y les dijo: «Yo no voy a ser presidente; va a ser uno de ustedes, y yo los voy a apoyar en lo que hagan». Solá le respondió: «No estoy de acuerdo, Cristina se va a recuperar y lo que se vio en el velorio le va a llegar a la gente».
¿Y de Macri? Pasa sus horas desmadejando su futuro mediato. Se reunió con algunas almohadas, allegados ante quienes se confiesa sin ataduras, como Gabriela Michetti. Fue a quien le dedicó la reunión más larga de la semana, para escuchar los proyectos de la diputada que dijo que se abre de la política porteña para 2013. Cree que los punteros del macrismo se van a despedazar por el control del distrito Capital ante un Macri que ya no tendrá reelección y que, se presume, estará lanzado a una candidatura presidencial en 2015. «Quiero estar en lo nacional -pide Michetti-, renovar la banca en 2013 y veré qué hago en 2015. Si me mantengo, siempre tendré un buen lugar en una candidatura». Macri le aceptó la misión de ocuparse del armado nacional, mechando la charla con otras confesiones como ésta: «A veces me quiero matar cuando pienso en cómo ha venido esto y pude ser candidato a presidente. Pero ya está, estoy feliz con nuestro embarazo, hemos ganado bien».
Vamos a terminar con un chiste de humor negro. Un hombre se encuentra con un amigo que no veía hacía tiempo, y le pregunta cómo está. El amigo responde:
-Y, más o menos... ¿Te acordás la Ferrari que tenía? Se destruyó totalmente en un accidente, y no tenía seguro...
-Bueno... los objetos van y vienen. Lo importante es la familia. ¿Cómo anda ese pibe divino, tu hijo?
-Y, más o menos... Él manejaba la Ferrari, y todavía se está recuperando del accidente, pero no se sabe cómo va a quedar...
-Eh... bueno, pero ese bombonazo que es tu hija seguro que está cada día más preciosa...
-No me hablés: se fugó con un tipo, resultó ser traficante de drogas, la agarraron en un aeropuerto llevando cocaína escondida en la valija y está presa hasta no se sabe cuándo...
El hombre ya no sabe cómo continuar con la conversación, sin encontrarse con otra tragedia. Pregunta por la esposa del amigo.
-No me hablés: se rajó con el socio del traficante de drogas que se llevó a mi hija, y cayeron en cana juntas...
-Eh... bueno, pero ¿en los negocios cómo te va?
-Y, con todos estos gastos, estos disgustos, descuidé la empresa y mi socio me dejó en la calle con las deudas...
-Bueno; paremos con las pálidas y hablemos de fútbol...
-Soy de River, ¿no te acordás?
-¡Pero che, cortala con la pálida! ¿No tenés nada positivo?
-¿Positivo? Sí: HIV...
Amado Boudou viajó a San Antonio de Areco a apoyar a su amigo Francisco Durañona. De paso, aprovechó para tocar la guitarra con el grupo rockero que usa de talismán. Cristina de Kirchner llega a Río Turbio a inaugurar una obra de $ 3.000 millones. El helicóptero de la Presidente quedó en medio de una nevisca que casi la obliga a regresar.