Charlas de Quincho
Iniciamos los abundantes quinchos de este fin de semana con el imprevisto regreso, ayer, de la Presidente a Olivos, lo cual sacudió algunos planes en el gabinete (vacaciones, sobre todo).
Nota extraída del diario Ámbito Financiero
Le contamos al lector varios detalles de su futura agenda, que incluye el alguna vez negado viaje a Vietnam, y desde luego la apoteótica vuelta de la fragata Libertad. Como la costa manda, continuamos con un exclusivo quincho en Cariló, donde se jugó una interna: Macri vs. Macri. Y un enigma: ¿con cuántos y quiénes se abrazó un personaje que llevaba una pulsera electrónica de libertad condicional? También supimos algunas minucias de los «blues» de Román Riquelme. Y no podía faltar, por supuesto, un exclusivo quincho esteño, plaza turística mortificada este año por más de una razón. Veamos.
Estrellas en la noche de La Huella invitados por el HSBC: el músico «Zorrito» Von Quintiero, la diseñadora Evangelina Bomparola, Susana Giménez, el empresario Alan Faena, y el CEO del banco Gabriel Martino junto a su mujer Florencia Perotti.; Se oye ruido de pelota en el macrismo que fue a la costa: los economistas Rogelio Frigerio y Carlos Melconian, Cristian Ritondo, Guillermo Montenegro, Néstor Grindetti, Diego Santilli y Mauricio Macri. Hubo cena y después fútbol en Cariló. La llegada a Olivos de Cristina de Kirchner cuando nadie la esperaba (ayer) movilizó el regreso de los ministros que se habían tomado el fin de semana de Reyes (algunos sumaron al descanso toda la semana, incluyendo el fin de año). Los quiere atentos a las batallas judiciales -medios, Rural- que le permiten al Gobierno poner a los magistrados que fallan en su contra del lado de los réprobos y actuando como si respondiesen a dictámenes partidarios y de campaña. Una jugada fuerte porque, más allá de las ventajas que logra encuadrando a propios y extraños, abre diferencias que pueden costar en el tiempo. El peronismo, que dominó los órganos de designación de jueces desde 1983 -Comisión de Acuerdos del Senado antes, Consejo de la Magistratura después-, nunca logró una relación pacífica con la Justicia. Ni con la servilleta de Corach -una de las ficciones más fuertes de los 90- ni con una mayoría fuerte en la Corte pudo librar a sus principales figuras de la picota judicial (fueron a prisión desde Carlos Menem a Domingo Cavallo, pasando por Erman González y Martín Balza; a Felisa Miceli no le fue mejor, como tampoco a Sergio Schoklender, Ricardo Jaime o Juan Pablo Schiavi). Decir, aunque fuera por Twitter -una vocería menos estridente que los micrófonos en actos oficiales- que un sector de la Justicia es un superpoder que atenta contra la democracia, sólo llama a nuevas peleas con una familia que tiene como instrumento de respuesta sus sentencias. La novedad de esos mensajes es que validó a Julio Alak como «vocero» de la política institucional del Gobierno y lo blindó en esa pelea que surgió por un acto en la ESMA, que hizo brotar inquinas viejas entre sectores de la dirigencia de las instituciones defensoras de los derechos humanos. Esas diferencias existen más dentro del propio oficialismo, y el señalamiento del acto como un sacrilegio a un santuario despertó peleas que tienen que ver también con el control de esa agenda desde el propio Gobierno. Como la política criolla es un género de la gastronomía, el Gobierno salió con una explicación curiosa y más propia de organizadores de eventos: dice ahora que allí nunca hubo un asado porque no se le puede llamar así a un servicio de sándwiches y, cuando más, que se le sirvió al personal del Ministerio de Justicia que fue a escuchar una exposición sobre los planes para el año que se inicia. Si eso no es un asado, no hubo sacrilegio alguno porque el catering lo determina.
Cristina desmarcó a quienes le siguen los pasos de su actividad privada a no aparecer, como esperaban algunos, el sábado en Chapadmalal. Fue ayer directamente a Olivos a organizar el megaevento de la fragata el miércoles y también a ajustar la agenda del viaje que comienza la semana que viene, que sí tiene dos novedades. Primero, que se ha organizado preventivamente una salida el sábado rumbo a La Habana para visitarlo a Hugo Chávez en la clínica en donde lo tratan de un cáncer. Depende de que los médicos -del bolivariano- autoricen esa escala. Esa sería la primera del viaje a Indonesia, Emiratos Árabes y también Vietnam. Este tramo había sido puesto en duda en la semana anterior por una presunta indicación médica que la propia Presidente mandó a desmentir. Es cierto que los médicos nunca habían abierto la boca sobre esa suspensión pero la escala en Vietman se hace. Si no hay viaje chavista a Cuba, Cristina tiene pensado partir el lunes desde Buenos Aires. Va a estar unos diez días de viaje, regresa al país para recibir en El Calafate a Dilma Rousseff, y de ahí se van juntas a Chile, donde hay una cumbre a fin de mes del Mercosur y la Unión Europea en la cual van a estar los principales mandatarios de las dos regiones. Para esta semana, lo sabido, que es el punto más alto de la agenda política del verano, la recepción en Mar del Plata de la fragata Libertad, que llegará acompañada por la corbeta Espora, que tuvo si no un cautiverio, una estadía de reparaciones que la hizo peligrar frente a las aspiraciones de los buitres malos (el Gobierno también reconoce ahora a buitres buenos). Para eso es posible que entre hoy y el miércoles se acerque a Chapadmalal, en donde están listas las estancias para albergar a ministros y, si cuadra, a la Presidente. El miércoles de la fragata habrá mucha algarabía en la costa; Daniel Scioli ya estará por Miramar para participar del campeonato nacional de fútbol 5, actividad que para la agenda del oficialismo es tanto o más importante que la fragata. Ese día, miércoles 9, hay además reservas en parrillas de la costa porque cumplen años dos personeros de nota: el ministro Alak y el senador Aníbal Fernández. No son habituales de Mar del Plata, zona que para el peronismo dominan Eduardo Camaño, Juan Carlos Mazzón y Jorge Landau, y pasan sus vacaciones en playas más selectas como las de Gesell, Cariló y Pinamar. Pero ese día festejarán en Mar del Plata.
Imposible en estas horas apartarse de la costa, aunque laten quinchos en todas las latitudes. Lo más picante ocurrió el jueves por la noche en el comedor del balneario Divisadero de Cariló que concesiona el candidato macrista a intendente de Pinamar, Willi Seefeld, hermano de uno de los «hermanos» de Mauricio Macri, el actor Martín. El jefe del PRO juntó esa noche a un seleccionado de dirigentes del partido con intereses en la provincia de Buenos Aires para avalar la tarea de su principal armador en el distrito, Emilio Monzó, quien libra una pelea sorda con el otro Macri, Jorge, en la organización de la estrategia electoral. Los presentes cubrían un damero amplio: Gabriela Michetti -que pudo ser candidata a diputada y resignó la pretensión para ser candidata a senadora porteña- los protocandidatos Carlos Melconian y Guillermo Montenegro, los economistas Jorge Triaca y Rogelio Frigerio, los pro peronistas Cristian Ritondo y Diego Santilli, el excorredor «Lalo» Ramos, candidato a intendente de Mar del Plata, Néstor Grindetti, Esteban Bullrich, el exjugador Julio Cruz, que también busca amparo en la política y alguno más que ya se recordará. El anfitrión puso lo mejor: entrada de ensalada caesar, lomo o salmón a elegir de principal, helados de marca de postre, para escuchar un largo speech de Monzó sobre la importancia del armado en el distrito y llamar, como todos, a que terminen los internismos. Advirtió que hay un 50% del electorado bonaerense que no se identifica ni con el kirchnerismo y con el FAP y que ése es el territorio a trabajar para ganar posiciones para 2015.
Los internismos en el PRO provincial tienen nombre y más que nada, apellido: Jorge Macri, intendente de Vicente López -le ganó al eterno «Japonés» Enrique García, víctima del radicalismo K- que está atado a una sola estrategia: que en 2015 el ticket sea Macri-Macri (Mauricio a presidente, él a gobernador). Para sostener esa idea, dicen sus adversarios, que son todos los demás, boicotea cualquier organización que no esté sujeta a ella. Quien lo atendió con más violencia fue Ritondo que, sin nombrarlo -era demasiado frente al primo- lo señaló como el principal escollo que tiene la fuerza la provincia. Agitó un print de una página web que esa noche ya tenía declaraciones de Jorge rechazando la realización misma de esa cena en Cariló. Mauricio no hizo un solo gesto facial cuando escuchó eso y lo tomaron todos como que consentía las críticas. Discurrió largamente sobre su hipótesis de que este año la mayoría del público va a votar oposición porque lo ve cansado de los excesos del kirchnerismo. Sobre el final le dijo a algunos que ayer (por el domingo) iba a mantener una charla decisiva con el primo. Frente a ese gesto de Ritondo, Macri avaló la necesidad de «posicionar» -palabreja de moda en el PRO- las candidaturas de Melconian y de Montenegro a la cabeza de la lista de diputados nacionales en Buenos Aires. «Tati» Meckievi -diputado provincial- fue el único que se animó a sostener la tesis de Jorge Macri de que Mauricio debe ser el candidato. Ante este gesto solitario del legislador Macri pronunció la frase más importante de la noche: sólo si hay caos social y si fuera necesario ante una crisis yo sería el candidato a diputado nacional en Buenos Aires. Pero por ahora creo que lo más importante es seguir gobernando la Ciudad de Buenos Aires.
A la hora de la sobremesa hubo tiempo para temas menos rigurosos. Todos festejaron el relato de Santilli de algunos detalles del acto de inauguración de la planta de basura a la que asistieron Macri y Daniel Scioli. Contó que se infiltró entre las primeras filas de la asistencia uno de los cabecillas de las cooperativas de recolectores de José León Suárez a quien se le atribuye haber bloqueado varias veces los accesos de la CEAMSE para reclamar por sus intereses. Ese personaje, además, tiene antecedentes como presunto chofer de la banda de piratas del asfalto que supo atribuirse al «gordo» Valor. Por eso lleva una pulsera electrónica en uno de sus tobillos. Se acercó a los políticos presentes y se dedicó a abrazarse con ellos delante de los fotógrafos. Macri dio a entender que con él no hubo imágenes pero se mencionó que hay caza de brujas para encontrar alguna con otros funcionarios en donde se muestra esa pulsera que la Justicia impone a quienes están con libertad condicional y esperan juicio. Se retiraron todos pronto a dormir porque seguía una mañana de playa. Se fueron la mayoría al hotel del Bosque, donde el viernes hubo un desayuno para hacer un balance de lo charlado, importante para ellos pero que ocurrió en una cena a la que no habían ido Horacio Rodríguez Larreta, ni Nicolás Caputo ni Marcos Peña, que son las personas a las que Macri les consulta todo.
Ese viernes algunos de los entornistas de Macri ya vaticinaban el final de la novela del pase de Juan Román Riquelme. Boca Juniors fue envuelto por el cepo cambiario. El número 10 dijo al final que no vuelve al club para no traicionar ideales, cuando atrás hay otra historia que poco tiene que ver con principios y sí con un tema puramente económico. Román es un hombre que acrecentó su prestigio sin asumir riesgos. Lo sabe hasta Rafael Di Zeo, uno de los líderes de «La Doce». Cuando estuvo preso en Ezeiza casi todos los jugadores de Boca iban a visitarlo menos Riquelme, que llamaba por teléfono o le enviaba saludos. En esta última etapa el problema fue el cepo cambiario. Cuando se pesificaron los contratos de todos los futbolistas de la Argentina, Riquelme anunció que se quedó «vacío». Lo dijo en el vestuario una hora antes de la final de la Copa Libertadores. Como ahora no podía negarse al pedido de Carlos Bianchi de retornar al club, para que su ánimo dejara de estar «vacío» pidió que su contrato se rija por el dólar «blue». Es decir, exigió lo mismo que antes. Entretanto, largó frases sueltas a los medios dando a entender que volvía. Quería presionar a la comisión directiva del club. Los dirigentes fueron los más beneficiados con el «no» del 10. Hace un mes y medio en un almuerzo de empresarios, Mauricio Macri le dijo a Jorge Sánchez Córdova, el tesorero de Boca Juniors: «Ojo, vamos a ver qué hacen con Riquelme...». Es sabido que el jefe de Gobierno no lo quiere al jugador. «Puede golpear la puerta cinco días seguidos que no se la vamos a abrir», fue la respuesta del tesorero. Para Sánchez Córdova los últimos días fueron interminables.
La fiesta que el jueves organizó el HSBC en «La Huella», en José Ignacio, convocó a figuras del espectáculo, empresarios y claro, hombres del mercado financiero. El CEO del banco, Gabriel Martino, junto a Florencia Perotti, recibían desde las 21 a los 300 invitados. Hubo sushi, risotto y cordero, entre otros manjares, pero el broche de oro fue el imperdible volcán de dulce de leche con helado, lo más ponderado de este parador. Susana Giménez, de excelente humor, concentró todas las miradas. Lista para retornar a la TV este año, no le quiso contar ni a los íntimos cómo será su reaparición tras tomarse un año sabático. Trascendió que Telefé la incluyó como primera figura en sus spots navideños. Alan Faena fue otro de los que llamó la atención, ya que no suele concurrir a este tipo de reuniones. Además de sus proyectos en Puerto Madero, ahora está abocado a la construcción de un gran hotel con sus socios rusos en Miami. Esto lo obligaría a instalarse allí al menos en los próximos dos años. Como sucede en otros balnearios, prácticamente los políticos no se dejaron ver. Una de las excepciones fue Francisco «Pancho» Cabrera, ministro de Mauricio Macri, de novio con la desarrolladora Gloria Fiorito. Entre los ejecutivos del HSBC también estuvo Antonio Losada, el anterior número uno del banco en la Argentina, que ahora controla toda la región latinoamericana desde San Pablo. Jorge Cohen y su hija, Anita, concurrieron juntos y comentaban la cena que prepararon para el periodista de la CNN, Andrés Oppenheimer, con un reducido grupo de intelectuales uruguayos y argentinos. Por supuesto también estaba Cristiano Rattazzi, de Fiat, que en los próximos días será anfitrión de otra fiesta tradicional en el renovado Tequila Circus. Las charlas de verano en este balneario pasan siempre por los mismos temas: los robos cada vez más frecuentes, especialmente en la zona de San Rafael y de La Barra, los precios astronómicos (sobre todo calculando un dólar a $ 7) y lo que puede suceder con el futuro del real estate en Uruguay. Se estima que los edificios más caros no verán caer su precio, pero las construcciones de nivel intermedio (es decir, las que no tienen primera vista a la playa) sufrirán un ajuste importante seguramente luego de las vacaciones. Las expensas y los impuestos subieron tanto en dólares en el último año que para muchos inversores que fueron comprando en cuotas desde el pozo les resultará casi imposible sostener los gastos.
En estas reuniones se ha desatado, a partir de grandes casos, una psicosis de inseguridad que ha motivado un desembarco masivo de agentes de seguridad privada. Ayer se agregó el asalto a la chacra en Rocha del empresario Santiago Soldati, quien minimizó los daños porque le respetaron la electrónica y sólo se llevaron unos pocos pesos (la dimensión depende siempre de quien la calcula). La menor cantidad de argentinos le ha dado a la temporada -que transcurre entre Navidad y esta semana por su momento de más brillo- algo de tranquilidad. La Punta parece más vacía, con un calorcito acogedor después de un par de tormentas y festejan todos el templado mar. Por las ramblas pasean Rubén Chernajosky, Sebastián Eskenazi, Horacio y Bárbara Rodríguez Larreta, Alfonso Prat Gay, Ricky Sarkany, Luis Pagani, Luis Bameule y Gustavo Béliz (quien trabaja en Montevideo pero vacaciona en Punta del Este). Este último se exhibió en una de las misas y en posterior charla del padre Busso, en La Barra, que ya son un clásico. Este año, sobre el Año de la Fe. Hay comunidades colegiales prácticamente íntegras: Newman y Michael Ham, solos o con padres. Pero como no vino todo el mundo (hubo migración a Costa Rica o Ecuador este verano) la calle está más transitable. Hay menos aluvión de bandas juveniles y por eso los padres festejan que circula menos alcohol y menos violencia.
Con menos estridencia que esperanza, recibieron el año los dirigentes del Partido Demócrata de la Capital Federal, una formación que ha aportado al macrismo, pero que sondea nuevos destinos cerca de candidatos que respeten por lo menos su línea del conservadorismo popular (tienen reuniones secretas con Daniel Scioli, Roberto Lavagna, pero las ocultan capciosamente). Fue en la sede del Partido en el Barrio Norte de la Capital y acompañaron al saliente presidente Alberto Allende Iriarte, entre otros, Federico Pinedo, Patricia Bullrich, Omar De Marchi, Roberto Pradines, Eduardo Amadeo, Ricardo López Murphy, José Antonio Romero Feris, Ricardo Balestra, Juan Carlos Lynch, Armando Ribas, Fernanda Ferrero, Eduardo Conesa, el embajador Eduardo Sadous, Juan Carlos De Marco y Alberto Taquini. No sólo hubo empanadas, sino también música con un conjunto que acompañó a Elsa Aztiria, aplaudida pero no tanto como Armando Ribas, quien interpretó los tangos «Uno» y «Volver» adaptados por él para resaltar a la generación del 80 y al liberalismo. Habló el presidente de la convención, Juan José Guaresti (nieto), quien hizo una reseña de todo lo realizado por la junta de gobierno, en especial los cursos de dirigentes y lo actuado por las comisiones de economía y de agro. También hizo referencia a los distintos oradores que habían participado de ese ciclo. Allende Iriarte dijo que en abril deja la presidencia del partido con el mérito de haber constituido la Confederación Demócrata Federal con la participación de las provincias de Mendoza, Buenos Aires, San Luis, Córdoba, Santa Fe y la Capital Federal; es volver a las fuentes del glorioso Partido Demócrata Nacional. El nuevo bastonero será Eduardo Santamarina. Prometió seguir la alianza con el PRO y dijo que espera que este año el partido tenga una banca en la Legislatura porteña y festejó que el PD mantiene su personería cuando otras formaciones la pierden por falta de afiliados o de actividad política.
Vamos a terminar con un chiste de la línea fuerte. La celosa esposa de un hombre de negocios, que suele viajar frecuentemente al exterior con su joven y bella secretaria, contrata -devorada ya por las sospechas- a un carísimo detective privado para que los siga de cerca. «Apenas sepa algo, hágamelo llegar a mi e-mail», le dice la mujer al detective. A los dos días, su esposo vuelve a viajar con la secretaria, y el detective sale detrás de ellos. Pasan 24 horas, y la esposa recibe un e-mail del detective con una sola palabra: «Negocio». La mujer se enfurece. «¿Para esto contraté un detective? ¡Ya sé que viajaron por negocios!», piensa. Al día siguiente, y al otro, otros dos e-mails con esa única palabra: «Negocio». Cada vez más enojada, la esposa espera el regreso del detective, y cuando lo tiene enfrente le grita: «¿Usted piensa que yo le pagué esa cantidad de dinero para que me diga lo que ya sabía?». Calmo, el detective le explica: «Señora, un e-mail es un método poco seguro. Cualquiera puede acceder a él. Por esa razón, yo le mandé mensajes en clave. Lo único que debía hacer usted era leer la palabra... al revés».
Le contamos al lector varios detalles de su futura agenda, que incluye el alguna vez negado viaje a Vietnam, y desde luego la apoteótica vuelta de la fragata Libertad. Como la costa manda, continuamos con un exclusivo quincho en Cariló, donde se jugó una interna: Macri vs. Macri. Y un enigma: ¿con cuántos y quiénes se abrazó un personaje que llevaba una pulsera electrónica de libertad condicional? También supimos algunas minucias de los «blues» de Román Riquelme. Y no podía faltar, por supuesto, un exclusivo quincho esteño, plaza turística mortificada este año por más de una razón. Veamos.
Estrellas en la noche de La Huella invitados por el HSBC: el músico «Zorrito» Von Quintiero, la diseñadora Evangelina Bomparola, Susana Giménez, el empresario Alan Faena, y el CEO del banco Gabriel Martino junto a su mujer Florencia Perotti.; Se oye ruido de pelota en el macrismo que fue a la costa: los economistas Rogelio Frigerio y Carlos Melconian, Cristian Ritondo, Guillermo Montenegro, Néstor Grindetti, Diego Santilli y Mauricio Macri. Hubo cena y después fútbol en Cariló. La llegada a Olivos de Cristina de Kirchner cuando nadie la esperaba (ayer) movilizó el regreso de los ministros que se habían tomado el fin de semana de Reyes (algunos sumaron al descanso toda la semana, incluyendo el fin de año). Los quiere atentos a las batallas judiciales -medios, Rural- que le permiten al Gobierno poner a los magistrados que fallan en su contra del lado de los réprobos y actuando como si respondiesen a dictámenes partidarios y de campaña. Una jugada fuerte porque, más allá de las ventajas que logra encuadrando a propios y extraños, abre diferencias que pueden costar en el tiempo. El peronismo, que dominó los órganos de designación de jueces desde 1983 -Comisión de Acuerdos del Senado antes, Consejo de la Magistratura después-, nunca logró una relación pacífica con la Justicia. Ni con la servilleta de Corach -una de las ficciones más fuertes de los 90- ni con una mayoría fuerte en la Corte pudo librar a sus principales figuras de la picota judicial (fueron a prisión desde Carlos Menem a Domingo Cavallo, pasando por Erman González y Martín Balza; a Felisa Miceli no le fue mejor, como tampoco a Sergio Schoklender, Ricardo Jaime o Juan Pablo Schiavi). Decir, aunque fuera por Twitter -una vocería menos estridente que los micrófonos en actos oficiales- que un sector de la Justicia es un superpoder que atenta contra la democracia, sólo llama a nuevas peleas con una familia que tiene como instrumento de respuesta sus sentencias. La novedad de esos mensajes es que validó a Julio Alak como «vocero» de la política institucional del Gobierno y lo blindó en esa pelea que surgió por un acto en la ESMA, que hizo brotar inquinas viejas entre sectores de la dirigencia de las instituciones defensoras de los derechos humanos. Esas diferencias existen más dentro del propio oficialismo, y el señalamiento del acto como un sacrilegio a un santuario despertó peleas que tienen que ver también con el control de esa agenda desde el propio Gobierno. Como la política criolla es un género de la gastronomía, el Gobierno salió con una explicación curiosa y más propia de organizadores de eventos: dice ahora que allí nunca hubo un asado porque no se le puede llamar así a un servicio de sándwiches y, cuando más, que se le sirvió al personal del Ministerio de Justicia que fue a escuchar una exposición sobre los planes para el año que se inicia. Si eso no es un asado, no hubo sacrilegio alguno porque el catering lo determina.
Cristina desmarcó a quienes le siguen los pasos de su actividad privada a no aparecer, como esperaban algunos, el sábado en Chapadmalal. Fue ayer directamente a Olivos a organizar el megaevento de la fragata el miércoles y también a ajustar la agenda del viaje que comienza la semana que viene, que sí tiene dos novedades. Primero, que se ha organizado preventivamente una salida el sábado rumbo a La Habana para visitarlo a Hugo Chávez en la clínica en donde lo tratan de un cáncer. Depende de que los médicos -del bolivariano- autoricen esa escala. Esa sería la primera del viaje a Indonesia, Emiratos Árabes y también Vietnam. Este tramo había sido puesto en duda en la semana anterior por una presunta indicación médica que la propia Presidente mandó a desmentir. Es cierto que los médicos nunca habían abierto la boca sobre esa suspensión pero la escala en Vietman se hace. Si no hay viaje chavista a Cuba, Cristina tiene pensado partir el lunes desde Buenos Aires. Va a estar unos diez días de viaje, regresa al país para recibir en El Calafate a Dilma Rousseff, y de ahí se van juntas a Chile, donde hay una cumbre a fin de mes del Mercosur y la Unión Europea en la cual van a estar los principales mandatarios de las dos regiones. Para esta semana, lo sabido, que es el punto más alto de la agenda política del verano, la recepción en Mar del Plata de la fragata Libertad, que llegará acompañada por la corbeta Espora, que tuvo si no un cautiverio, una estadía de reparaciones que la hizo peligrar frente a las aspiraciones de los buitres malos (el Gobierno también reconoce ahora a buitres buenos). Para eso es posible que entre hoy y el miércoles se acerque a Chapadmalal, en donde están listas las estancias para albergar a ministros y, si cuadra, a la Presidente. El miércoles de la fragata habrá mucha algarabía en la costa; Daniel Scioli ya estará por Miramar para participar del campeonato nacional de fútbol 5, actividad que para la agenda del oficialismo es tanto o más importante que la fragata. Ese día, miércoles 9, hay además reservas en parrillas de la costa porque cumplen años dos personeros de nota: el ministro Alak y el senador Aníbal Fernández. No son habituales de Mar del Plata, zona que para el peronismo dominan Eduardo Camaño, Juan Carlos Mazzón y Jorge Landau, y pasan sus vacaciones en playas más selectas como las de Gesell, Cariló y Pinamar. Pero ese día festejarán en Mar del Plata.
Imposible en estas horas apartarse de la costa, aunque laten quinchos en todas las latitudes. Lo más picante ocurrió el jueves por la noche en el comedor del balneario Divisadero de Cariló que concesiona el candidato macrista a intendente de Pinamar, Willi Seefeld, hermano de uno de los «hermanos» de Mauricio Macri, el actor Martín. El jefe del PRO juntó esa noche a un seleccionado de dirigentes del partido con intereses en la provincia de Buenos Aires para avalar la tarea de su principal armador en el distrito, Emilio Monzó, quien libra una pelea sorda con el otro Macri, Jorge, en la organización de la estrategia electoral. Los presentes cubrían un damero amplio: Gabriela Michetti -que pudo ser candidata a diputada y resignó la pretensión para ser candidata a senadora porteña- los protocandidatos Carlos Melconian y Guillermo Montenegro, los economistas Jorge Triaca y Rogelio Frigerio, los pro peronistas Cristian Ritondo y Diego Santilli, el excorredor «Lalo» Ramos, candidato a intendente de Mar del Plata, Néstor Grindetti, Esteban Bullrich, el exjugador Julio Cruz, que también busca amparo en la política y alguno más que ya se recordará. El anfitrión puso lo mejor: entrada de ensalada caesar, lomo o salmón a elegir de principal, helados de marca de postre, para escuchar un largo speech de Monzó sobre la importancia del armado en el distrito y llamar, como todos, a que terminen los internismos. Advirtió que hay un 50% del electorado bonaerense que no se identifica ni con el kirchnerismo y con el FAP y que ése es el territorio a trabajar para ganar posiciones para 2015.
Los internismos en el PRO provincial tienen nombre y más que nada, apellido: Jorge Macri, intendente de Vicente López -le ganó al eterno «Japonés» Enrique García, víctima del radicalismo K- que está atado a una sola estrategia: que en 2015 el ticket sea Macri-Macri (Mauricio a presidente, él a gobernador). Para sostener esa idea, dicen sus adversarios, que son todos los demás, boicotea cualquier organización que no esté sujeta a ella. Quien lo atendió con más violencia fue Ritondo que, sin nombrarlo -era demasiado frente al primo- lo señaló como el principal escollo que tiene la fuerza la provincia. Agitó un print de una página web que esa noche ya tenía declaraciones de Jorge rechazando la realización misma de esa cena en Cariló. Mauricio no hizo un solo gesto facial cuando escuchó eso y lo tomaron todos como que consentía las críticas. Discurrió largamente sobre su hipótesis de que este año la mayoría del público va a votar oposición porque lo ve cansado de los excesos del kirchnerismo. Sobre el final le dijo a algunos que ayer (por el domingo) iba a mantener una charla decisiva con el primo. Frente a ese gesto de Ritondo, Macri avaló la necesidad de «posicionar» -palabreja de moda en el PRO- las candidaturas de Melconian y de Montenegro a la cabeza de la lista de diputados nacionales en Buenos Aires. «Tati» Meckievi -diputado provincial- fue el único que se animó a sostener la tesis de Jorge Macri de que Mauricio debe ser el candidato. Ante este gesto solitario del legislador Macri pronunció la frase más importante de la noche: sólo si hay caos social y si fuera necesario ante una crisis yo sería el candidato a diputado nacional en Buenos Aires. Pero por ahora creo que lo más importante es seguir gobernando la Ciudad de Buenos Aires.
A la hora de la sobremesa hubo tiempo para temas menos rigurosos. Todos festejaron el relato de Santilli de algunos detalles del acto de inauguración de la planta de basura a la que asistieron Macri y Daniel Scioli. Contó que se infiltró entre las primeras filas de la asistencia uno de los cabecillas de las cooperativas de recolectores de José León Suárez a quien se le atribuye haber bloqueado varias veces los accesos de la CEAMSE para reclamar por sus intereses. Ese personaje, además, tiene antecedentes como presunto chofer de la banda de piratas del asfalto que supo atribuirse al «gordo» Valor. Por eso lleva una pulsera electrónica en uno de sus tobillos. Se acercó a los políticos presentes y se dedicó a abrazarse con ellos delante de los fotógrafos. Macri dio a entender que con él no hubo imágenes pero se mencionó que hay caza de brujas para encontrar alguna con otros funcionarios en donde se muestra esa pulsera que la Justicia impone a quienes están con libertad condicional y esperan juicio. Se retiraron todos pronto a dormir porque seguía una mañana de playa. Se fueron la mayoría al hotel del Bosque, donde el viernes hubo un desayuno para hacer un balance de lo charlado, importante para ellos pero que ocurrió en una cena a la que no habían ido Horacio Rodríguez Larreta, ni Nicolás Caputo ni Marcos Peña, que son las personas a las que Macri les consulta todo.
Ese viernes algunos de los entornistas de Macri ya vaticinaban el final de la novela del pase de Juan Román Riquelme. Boca Juniors fue envuelto por el cepo cambiario. El número 10 dijo al final que no vuelve al club para no traicionar ideales, cuando atrás hay otra historia que poco tiene que ver con principios y sí con un tema puramente económico. Román es un hombre que acrecentó su prestigio sin asumir riesgos. Lo sabe hasta Rafael Di Zeo, uno de los líderes de «La Doce». Cuando estuvo preso en Ezeiza casi todos los jugadores de Boca iban a visitarlo menos Riquelme, que llamaba por teléfono o le enviaba saludos. En esta última etapa el problema fue el cepo cambiario. Cuando se pesificaron los contratos de todos los futbolistas de la Argentina, Riquelme anunció que se quedó «vacío». Lo dijo en el vestuario una hora antes de la final de la Copa Libertadores. Como ahora no podía negarse al pedido de Carlos Bianchi de retornar al club, para que su ánimo dejara de estar «vacío» pidió que su contrato se rija por el dólar «blue». Es decir, exigió lo mismo que antes. Entretanto, largó frases sueltas a los medios dando a entender que volvía. Quería presionar a la comisión directiva del club. Los dirigentes fueron los más beneficiados con el «no» del 10. Hace un mes y medio en un almuerzo de empresarios, Mauricio Macri le dijo a Jorge Sánchez Córdova, el tesorero de Boca Juniors: «Ojo, vamos a ver qué hacen con Riquelme...». Es sabido que el jefe de Gobierno no lo quiere al jugador. «Puede golpear la puerta cinco días seguidos que no se la vamos a abrir», fue la respuesta del tesorero. Para Sánchez Córdova los últimos días fueron interminables.
La fiesta que el jueves organizó el HSBC en «La Huella», en José Ignacio, convocó a figuras del espectáculo, empresarios y claro, hombres del mercado financiero. El CEO del banco, Gabriel Martino, junto a Florencia Perotti, recibían desde las 21 a los 300 invitados. Hubo sushi, risotto y cordero, entre otros manjares, pero el broche de oro fue el imperdible volcán de dulce de leche con helado, lo más ponderado de este parador. Susana Giménez, de excelente humor, concentró todas las miradas. Lista para retornar a la TV este año, no le quiso contar ni a los íntimos cómo será su reaparición tras tomarse un año sabático. Trascendió que Telefé la incluyó como primera figura en sus spots navideños. Alan Faena fue otro de los que llamó la atención, ya que no suele concurrir a este tipo de reuniones. Además de sus proyectos en Puerto Madero, ahora está abocado a la construcción de un gran hotel con sus socios rusos en Miami. Esto lo obligaría a instalarse allí al menos en los próximos dos años. Como sucede en otros balnearios, prácticamente los políticos no se dejaron ver. Una de las excepciones fue Francisco «Pancho» Cabrera, ministro de Mauricio Macri, de novio con la desarrolladora Gloria Fiorito. Entre los ejecutivos del HSBC también estuvo Antonio Losada, el anterior número uno del banco en la Argentina, que ahora controla toda la región latinoamericana desde San Pablo. Jorge Cohen y su hija, Anita, concurrieron juntos y comentaban la cena que prepararon para el periodista de la CNN, Andrés Oppenheimer, con un reducido grupo de intelectuales uruguayos y argentinos. Por supuesto también estaba Cristiano Rattazzi, de Fiat, que en los próximos días será anfitrión de otra fiesta tradicional en el renovado Tequila Circus. Las charlas de verano en este balneario pasan siempre por los mismos temas: los robos cada vez más frecuentes, especialmente en la zona de San Rafael y de La Barra, los precios astronómicos (sobre todo calculando un dólar a $ 7) y lo que puede suceder con el futuro del real estate en Uruguay. Se estima que los edificios más caros no verán caer su precio, pero las construcciones de nivel intermedio (es decir, las que no tienen primera vista a la playa) sufrirán un ajuste importante seguramente luego de las vacaciones. Las expensas y los impuestos subieron tanto en dólares en el último año que para muchos inversores que fueron comprando en cuotas desde el pozo les resultará casi imposible sostener los gastos.
En estas reuniones se ha desatado, a partir de grandes casos, una psicosis de inseguridad que ha motivado un desembarco masivo de agentes de seguridad privada. Ayer se agregó el asalto a la chacra en Rocha del empresario Santiago Soldati, quien minimizó los daños porque le respetaron la electrónica y sólo se llevaron unos pocos pesos (la dimensión depende siempre de quien la calcula). La menor cantidad de argentinos le ha dado a la temporada -que transcurre entre Navidad y esta semana por su momento de más brillo- algo de tranquilidad. La Punta parece más vacía, con un calorcito acogedor después de un par de tormentas y festejan todos el templado mar. Por las ramblas pasean Rubén Chernajosky, Sebastián Eskenazi, Horacio y Bárbara Rodríguez Larreta, Alfonso Prat Gay, Ricky Sarkany, Luis Pagani, Luis Bameule y Gustavo Béliz (quien trabaja en Montevideo pero vacaciona en Punta del Este). Este último se exhibió en una de las misas y en posterior charla del padre Busso, en La Barra, que ya son un clásico. Este año, sobre el Año de la Fe. Hay comunidades colegiales prácticamente íntegras: Newman y Michael Ham, solos o con padres. Pero como no vino todo el mundo (hubo migración a Costa Rica o Ecuador este verano) la calle está más transitable. Hay menos aluvión de bandas juveniles y por eso los padres festejan que circula menos alcohol y menos violencia.
Con menos estridencia que esperanza, recibieron el año los dirigentes del Partido Demócrata de la Capital Federal, una formación que ha aportado al macrismo, pero que sondea nuevos destinos cerca de candidatos que respeten por lo menos su línea del conservadorismo popular (tienen reuniones secretas con Daniel Scioli, Roberto Lavagna, pero las ocultan capciosamente). Fue en la sede del Partido en el Barrio Norte de la Capital y acompañaron al saliente presidente Alberto Allende Iriarte, entre otros, Federico Pinedo, Patricia Bullrich, Omar De Marchi, Roberto Pradines, Eduardo Amadeo, Ricardo López Murphy, José Antonio Romero Feris, Ricardo Balestra, Juan Carlos Lynch, Armando Ribas, Fernanda Ferrero, Eduardo Conesa, el embajador Eduardo Sadous, Juan Carlos De Marco y Alberto Taquini. No sólo hubo empanadas, sino también música con un conjunto que acompañó a Elsa Aztiria, aplaudida pero no tanto como Armando Ribas, quien interpretó los tangos «Uno» y «Volver» adaptados por él para resaltar a la generación del 80 y al liberalismo. Habló el presidente de la convención, Juan José Guaresti (nieto), quien hizo una reseña de todo lo realizado por la junta de gobierno, en especial los cursos de dirigentes y lo actuado por las comisiones de economía y de agro. También hizo referencia a los distintos oradores que habían participado de ese ciclo. Allende Iriarte dijo que en abril deja la presidencia del partido con el mérito de haber constituido la Confederación Demócrata Federal con la participación de las provincias de Mendoza, Buenos Aires, San Luis, Córdoba, Santa Fe y la Capital Federal; es volver a las fuentes del glorioso Partido Demócrata Nacional. El nuevo bastonero será Eduardo Santamarina. Prometió seguir la alianza con el PRO y dijo que espera que este año el partido tenga una banca en la Legislatura porteña y festejó que el PD mantiene su personería cuando otras formaciones la pierden por falta de afiliados o de actividad política.
Vamos a terminar con un chiste de la línea fuerte. La celosa esposa de un hombre de negocios, que suele viajar frecuentemente al exterior con su joven y bella secretaria, contrata -devorada ya por las sospechas- a un carísimo detective privado para que los siga de cerca. «Apenas sepa algo, hágamelo llegar a mi e-mail», le dice la mujer al detective. A los dos días, su esposo vuelve a viajar con la secretaria, y el detective sale detrás de ellos. Pasan 24 horas, y la esposa recibe un e-mail del detective con una sola palabra: «Negocio». La mujer se enfurece. «¿Para esto contraté un detective? ¡Ya sé que viajaron por negocios!», piensa. Al día siguiente, y al otro, otros dos e-mails con esa única palabra: «Negocio». Cada vez más enojada, la esposa espera el regreso del detective, y cuando lo tiene enfrente le grita: «¿Usted piensa que yo le pagué esa cantidad de dinero para que me diga lo que ya sabía?». Calmo, el detective le explica: «Señora, un e-mail es un método poco seguro. Cualquiera puede acceder a él. Por esa razón, yo le mandé mensajes en clave. Lo único que debía hacer usted era leer la palabra... al revés».