Sociedad
Cerró un emblemático restaurante porteño y vende todo
Se trata de uno de los locales gastronómicos más visitados por los famosos. Su dueño murió y se vendió el fondo de comercio. En 2019 cerró sus puertas y ahora liquida todo.
A fines de 1955, nació en Almagro un restaurante que le cambió la cara al barrio de Almagro. El italiano Luigi le puso de nombre Don Carlos, en honor a su suegro. En 1971, pasó a manos de Domingo Lamosa Baltasar, quien convirtió el local de Billinghurst y Valentín Gómez en la esquina de las estrellas y en la famosa Cantina Don Carlos.
Domingo fue uno de los anfitriones de restaurantes porteños más queridos por la farándula nacional e internacional, por políticos y vecinos del barrio. En diciembre del 72, sus manteles eran de papel y podían leerse escritos del poeta Julián Centella y pinturas del artista Carlos Cañas. Años más tarde, la cantina creció, se agrandó y ya los manteles de tela pasaron a la historia.
En la década del ’80, el dueño de Cantina Don Carlos decidió premiar a las personalidades del mes. En una gran cena, agasajaba a los elegidos y les entregaba el Ñoqui de Oro.
La cantina se hizo más conocida cuando comenzó a poner baldosas con estrellas con nombre de famosos en la vereda. Hoy tiene 129 estrellas dedicas a Mirtha Tinayre de Legrand, Marcelo Tinelli, Diego Maradona, Guy Williams, Isabel Sarli, José Sacristán, Lucho Avilés, Martín Karadagian, Juan M. Traverso, Enrique Macaya Marquéz, Soledad Pastoruti, Lola Flores, Showmatch, Lalo Shiffrin, Tito Lectoure, Lolita Torres, entre otros.
Gustavo Lamosa, hijo de Domingo, contó a BAE Negocios: “Mientras vivió en la Argentina, Guy Williams, más conocido como el Zorro, iba todos los domingos a comer pastas. Mirtha Legrand tenía su mesa, al entrar a la izquierda. Los políticos sabían que era el lugar para hacer buenos contactos, siempre iban Carlos Menem, Raúl Alfonsín, Daniel Scioli, Héctor Cámpora, entre otros”.
En 2015, falleció Domingo y ya nada fue igual. Su amigo Marcelo Tinelli tuiteó: "Que en paz descanses Domingo Lamosa querido!! Gracias por tanto cariño, por tanta ayuda cuando llegué a Buenos Aires y trabajaba en Radio Rivadavia. Cantina Don Carlos era mi casa. Te voy a extrañar".
Los hijos de Domingo le vendieron en 2015 el fondo de comercio a Sergio D'Agostino, dueño de El Club del Progreso y el recordado Sabor a Tango. “Desde la muerte de mi padre, con los nuevos dueños la cantina duró cuatro años. En 2019 cerró sus puertas, antes de la llegada de la pandemia. Nos quedaron debiendo dinero y a cambio nos dieron muebles y objetos que estamos liquidando”, contó sentado en el local que abre todos los días para vender lo que le queda.
Las puertas de Don Carlos siguen abiertas, da tristeza entrar y ver a Gustavo Lamosa sentado, rodeado de objetos que se venden. Desde sillas, heladeras, platos, cubiertos, libros, ropa, damajuanas, frascos de vidrios, bandejas y hasta una Nesspreso completa por $29.000.
Todo está en venta, desde las fotos de su padre con famosos, hasta los platos que muchos como Alejandro Apo, Osvaldo Laport, Lucho Avilés, Analía Gadé, autografiaron con dedicatorias para el querido Domingo. Llevarse uno de estos platos pueden valer de $200 a $300 depende del personaje que haya dejado su firma.
El local de 617 metros cuadrados tiene cartel de venta. El aviso de Zonaprop cuenta que “es apto para gastronomía, cuenta con un espacio aéreo en la esquina de 35 metros cuadrados de frente, 18 metros sobre Billinghurst y 17 sobre Valentín Gómez. Cuenta con un sótano de 170 metros cuadrados con amplia cámara frigorífica, depósito y heladeras. Planta Baja de 331 metros cuadrados distribuidos entre Salón principal y gran cocina con heladeras. Además cuenta con un salón en entrepiso de 112 m2 con balcón cerrado y tiene terraza propia. El local cuenta con equipamiento gastronómico completo el cual se puede negociar. No hay posibilidad de transferir habilitación. Sin expensas”. El local se vende a 600.000 dólares.
Gustavo junto a su hermano, acompañó mucho tiempo a su padre en el negocio, pero cuando murió decidió no seguir. Desde el cierre del local, tampoco pensó en reabrirlo. “Cuando decidimos no seguir, fue un alivio. Es mucha preocupación la presión impositiva, el tema laboral, los juicios embargables, todo muy complicado, por eso cerró en 2019 y porque no tuvo un buen manejo”, señaló Gustavo Lamosa. Cuando mira las baldosas con las estrellas que puso su padre, al estilo el Paseo de la Fama de Hollywood, se pregunta si el Gobierno de la Ciudad hará algo para resguardarlas. “Son un símbolo de Buenos Aires”, aseguró.
Fuente: Bae
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