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Cautivos de sus propios maestros

El conflicto docente por las Juntas de Clasificación priva a los alumnos porteños de sus correspondientes días de clase. Un nuevo conflicto se ha declarado en el área educativa.

Un nuevo conflicto se ha declarado en el área educativa. El nudo del problema se ha planteado en relación con el proyecto presentado en la Legislatura porteña por legisladores de Pro tendiente a disolver las 15 Juntas de Clasificación existentes en la ciudad y a crear una oficina única que absorbería la suma de las funciones asignadas a las juntas; es decir, la inscripción de los docentes y su calificación según títulos y antecedentes, lo que determina su ingreso en la actividad, el acrecentamiento de horas y los ascensos a los cargos directivos.

El proyecto tuvo un decidido rechazo de parte de los sindicatos de educadores, cuya protesta se tradujo en medidas de fuerza que ya se han extendido durante cinco días, y que podrían ser más, si no se llega a un acuerdo entre los gremios y el ministro de Educación, Esteban Bullrich, en la reunión del próximo lunes.

Al mismo tiempo, manifestantes de los gremios buscaron interrumpir el tratamiento del proyecto, que se debatía en las comisiones de Educación y Legislación Laboral, y cuyo dictamen fue finalmente aprobado en ese ámbito, pero sin poder llegar a ser considerado por el cuerpo legislativo, debido a los incidentes provocados por los manifestantes que quisieron irrumpir con violencia en el Palacio Legislativo. De ello resultó un penoso saldo de siete heridos, uno de arma blanca. Por su parte, el ministro de Educación Bullrich decidió prolongar el ciclo lectivo de este año hasta el 23 de diciembre, a fin de recuperar los días ahora perdidos y completar las 185 jornadas de clase.

La clave del problema se vincula con el hecho de que los gremios dominan las decisiones de las juntas, ya que de los nueve miembros que las componen seis son elegidos por los docentes (por lo tanto, siempre son mayoría) y tres por el Poder Ejecutivo local. Ahora bien, según establece el artículo 16, referido a la constitución de las juntas, en la boleta del sufragio, los candidatos de la lista llevarán también el nombre de la organización gremial que los representa y que, lógicamente, podrá gravitar en sus decisiones al evaluar los antecedentes docentes para su titularización, aumentos de horas y ascensos. En suma, aunque pueden señalarse otras razones, el quid de la cuestión se centra en que las juntas constituyen un instrumento de poder, que hasta ahora detentan los sindicatos y que sería afectado si el proyecto en debate se aprobara.

Si así se perfila la causa del conflicto, apena y alarma la forma de reacción de los docentes. Podría decirse que es casi increíble que hayan sido docentes quienes en vez de dar ejemplo del modo de debatir, plantear sus diferencias y fundar sus posiciones de manera racional hayan optado por una agresividad elemental. Esas conductas hacen perder autoridad y argumentos para combatir en el aula la violencia escolar que tanto preocupa. Cabe concluir preguntándose hasta cuándo los alumnos estarán cautivos de las protestas de sus maestros y profesores.