Causa justificada alarma el auge en nuestra ciudad de las salideras escolares
Los robos que se vienen cometiendo a la salida de los colegios de nuestra ciudad en perjuicio de los alumnos...
...en una situación que inquieta a las comunidades educativas por la frecuencia con que ocurren -al punto de que se habla de una nueva modalidad a la que se conoce como "salidera escolar"- ahondan la preocupación por la inseguridad existente, a partir de una ola delictiva que todos los días encuentra nuevos y violentos métodos para manifestarse. Y obligan a las autoridades a reaccionar con presteza, impulsando acciones capaces de prevenir y combatir este delito.
Tal como lo reflejaron las crónicas publicadas en este diario, la señal de alarma se encendió durante las últimas semanas ante la profusión de estos robos en las salidas de los colegios. El caso más reciente ocurrió en una escuela de San Carlos, cuando dos alumnos de 12 años de edad fueron golpeados por menores en un intento de asalto.
Este episodio se registró apenas unos días después de que alumnos que concurren a un colegio próximo al Parque Saavedra sufrieran ataques de iguales características. Habitualmente, esos hechos son cometidos por ladrones tan chicos como las propias víctimas y suelen actuar armados.
Pero se conoce que en los últimos meses se presentaron situaciones parecidas en otros barrios, a partir de la presencia de algunos menores que merodean por las escuelas en horarios de salida y que, luego, agreden a los alumnos para robarles zapatillas, buzos, celulares u otros objetos.
En ocasiones los agresores actuaron con salvajismo, golpeando duramente a sus ocasionales víctimas.
Por su parte, las autoridades policiales consultadas admitieron estar al tanto de los hechos delictivos y aseguraron que en los alrededores de algunos establecimientos se ha reforzado la seguridad, aconsejándoseles a los alumnos que no se queden solos en la puerta o en las inmediaciones de los colegios, pues es el momento que aprovechan los delincuentes para atacar.
Está claro que el tema de la seguridad resulta especialmente complejo y que reclama, para su mejor tratamiento, el concurso de numerosos organismos públicos y de especialistas en las más diversas disciplinas. Tan claro como que la primera obligación del Estado, el primer deber básico de las autoridades, es ofrecer seguridad a toda la población, sin delegar en absoluto esa responsabilidad.
Aquí se habla de víctimas que, mayoritariamente, son menores de edad y, por consiguiente, se encuentran más expuestas. Aumentar la presencia policial en torno a los colegios, así como desarrollar tareas de investigación y prevención parecen ser los recursos más eficaces.
Es trascendental que las fuerzas policiales y los cuadros de la Justicia -secundados, desde luego, por la clase dirigente y la propia comunidad- no se resignen frente a la sucesión de delitos, como si lo natural, para la gente, fuera vivir todos con miedo y expuestos a cualquier cosa en cualquier momento. Resulta incontrastable que el Estado debe reaccionar frente a una inseguridad que se ha convertido en uno de los más lacerantes flagelos de la actualidad.