Caso Mariano Benedit: paso a paso la hoja de ruta de una muerte anunciada
Otro ambicioso joven (codicia: pecado capital) que desconoce las reglas no escritas del que juega con el crimen organizado: así fue la historia como nadie la contó hasta hoy.
El padre de Mariano Benedit tuvo un doble secuestro durante la dictadura (en 1978 y 1979), un tío secretario en la administración de Martínez de Hoz, pero en la casa de eso nunca se hablaba. Tampoco Mariano hablaba de sus cosas. ¿Cuáles cosas? Éstas.
Mariano compraba a una organización de narcos peruanos dólares falsificados, casi perfectos. Los compraba al 60% de su valor y su ganancia consistía en venderlos al precio real como si fueran originales. Ganar 40 dólares por uno de 100 truchos, en grandes cantidades, es un negocio redondo.
En la plaza financiera inundó el mercado con esos billetes. Solo en dos países se fabrican billetes falsos casi inmaculados: en Irán y Perú. Como el dinero venía en paquetes termo sellados, tal si fueran originales, se los entregaban así y si no se cobraba en el acto se hacía unas horas después.
¡Bendita frontera la nuestra que pasa cualquier cosa!
La encargada de la operación (te lo dimos en primicia la semana pasada) es una peruana a quien llaman en Europa "La Reina de los dólares" (justamente, y no lo dijimos en su momento por razones obvias), la reina de los dólares falsos.
Es una mujer al menos instruida, estudió en la UADE, está a cargo de un bar karaoke en Av. Corrientes 3501, y en verdad parece esas mujeres que nunca paran de hacer cosas.
Después que a Benedit le entregaron muchos dólares (no sabemos cuántos, pero no menos de un millón), esta mujer tuvo que esconderse un tiempo porque los sabuesos anti drogas la vinculaban con una operación que también te la contamos en este portal, buscás en el archivo de DiarioVeloz "Cocaína en gel", y verás de qué se trata. Esa fue la última gran operación de Horacio "Jaime" Stiusso para la SIDE: detectar un envío de droga a Europa perfectamente disimulado en juguetitos en gel para Navidad (el lunes te contaremos lo que pasó con Stiusso en la SIDE y lo que se viene en el espionaje argento, con promesas varias de vendetta por parte de Francisco "Paco" Larcher).
Las fuerzas de seguridad pusieron el ojo en esa mujer peruana y ella tuvo que esconderse hasta que pasara el vendaval. No había pruebas en la Argentina aunque sí en Europa, pero por las dudas la joven permaneció fuera de circulación hasta que supo que no había orden de detención contra ella.
Cuando salió del refugio fue a cobrar las deudas pendientes. Benedit nunca le quiso pagar a sus socios esa compra de dólares falsos, aludiendo que él solo arreglaba con "ella".
"Ella" apareció pero Benedit ya no tenía el dinero. Si se lo gastó en el Casino o lo escondió, es lo de menos, la guita ya no estaba.
Mariano conocía los códigos de la plaza financiera, se renegocia la deuda, hay planes de pagos y esas triquiñuelas, pero en el mundo del crimen organizado eso no existe, se paga todo cash o se paga con la vida.
Claro, la dama tiene modales suaves (no es para nada Griselda Blanco, aquella dama de la cocaína colombiana que mató más gente que el propio Pablo Escobar), y quizás Benedit se engañó y siguió pedaleando.
Se iban a encontrar en el Casino de Puerto Madero para seguir negociando, y cuando Mariano estaba llegando le avisaron por el Nextel, el Nextel es el teléfono que no apareció nunca, el otro celular sí, que se acercara a Tandanor. De ahí la confusa versión de que estaba en la sala de juego, donde no llegó a ir porque le cambiaron al toque la hoja de ruta.
Benedit llegó a Tandanor a primera hora de la tarde, tal como lo registraron las cámaras. Se supone estuvo en algún sitio de las inmediaciones con el grupo peruano, casi 12 horas más tarde le entró un balazo en la cabeza.
La gente que estuvo con él no lo torturó, ni le golpeó ni siquiera un cachetazo. Sólo hubo señales de que había sido arrastrado de los pies algunos metros.
Probablemente lo que sufrió fue una tormentosa tortura psicológica, pues sabía que de esa reunión no saldría con vida. Estuvo cerca de 12 horas y si después el balazo se lo pegó él u otra persona y le hizo apretar el gatillo para que aparecieran restos de pólvora en sus manos, es un detalle para la justicia. Se llevaron la vaina hasta que dos días después alguna mano la plantó en el lugar.
¿Suicidio inducido? ¿Crimen mafioso? En este caso, las dos opciones son sinónimos.
Así fueron los hechos reales, cualquier otra cosa que se cuente son historias para los reyes magos.
Y ya que estamos en el asunto de estos chicos ambiciosos todo terreno, quizás pronto sabremos algo nuevo sobre Damián Stefanini. Para que el suegrito Oggni y los primos Colombi (que gobiernan Corrientes) vayan recordando aquel paseo ballenato de los años 30 que revisionó Carlos Vives hace 20 años: La Gota Fría ("me lleva él o me lo llevo yo, pa` que se acabe la vaina"). Se les va a caer, y de a mares.