Carta abierta a la señora Presidente
Por Carlos M. Reymundo Roberts* Respetadísima Presidenta, querida Cristina, con qué gusto me siento hoy a escribirle esta carta, no para sugerirle algo, como he hecho en alguna oportunidad, sino, simplemente, para expresar una convicción profunda y sincera.
Señora, qué bien lo está haciendo. Señora, siga así. Termine su obra.
Termine su obra no significa, por supuesto, que le ponga el moño y se vaya a su casa (o a sus casas, departamentos, hoteles...). Lo que le estoy pidiendo es precisamente lo contrario: que siga encabezando esta transformación histórica, este proceso al cabo del cual ya nada será lo que era.
Si de cambio hablamos, miremos el Indec, señora. Era un ente burocrático y previsible, y nuestro gobierno lo convirtió en una institución original, creativa y obediente. Miremos el Banco Central, al que le sacamos las reservas que se apolillaban en lúgubres depósitos para ponerlas al servicio de los acreedores. Miremos el Ministerio de Economía: allí había tecnócratas que trabajaban para las corporaciones y el FMI, y ahora, ahora no hay nadie. No hay nadie porque no lo necesitamos. Néstor dejó todo encaminado. Qué buena idea fue decirle a Boudou que se sentara allí pero sin tocar absolutamente nada. Que se entretuviera con una candidatura que es sólo eso, un entretenimiento para tenerlo ocupado.
Otra idea luminosa fue cambiar el gabinete sin cambiar los ministros. En cualquier país del mundo, cuando un ministro no hace las cosas bien se lo manda a su casa y asume otro, un proceso traumático y caro, porque se multiplican las jubilaciones de privilegio. En cambio, usted, señora, ha inventado la genial modalidad de cerrar los ministerios que no funcionan, pero con el ministro adentro. ¡A nadie se le había ocurrido! ¿Quién sabe qué es de la vida, por ejemplo, de De Vido y de Timerman? ¿Y del espontáneo Aníbal Fernández? Todos lo recordamos cuando era jefe de gabinete. Ahora es, apenas, vocero de ocurrencias, como cuando dijo, esta semana, que Pino Solanas lanzó su candidatura en la capital quemando cinco trenes.
Sigamos mirando la obra que el kirchnerismo ha construido. Miremos el Congreso, señora.
¿Se acuerda cuando se dividía en bloques: peronistas, radicales, Pro, socialistas ?? Es decir, todo estructuradito, todo encasillado, todo previsible. Oficialismo por un lado, oposición por otro.
Usted y su marido han logrado darle otra dinámica. Los opositores ya no son un lago congelado, sino un río que fluye y al que se puede ir a pescar. Ustedes han hecho del Congreso una caja de sorpresas, una geografía cambiante. Los legisladores antes sabían mucho de política y ahora son expertos en economía. Y cuando no están a la altura de las circunstancias, ustedes recurren a los decretos de necesidad y urgencia, porque las necesidades y urgencias de la patria no pueden estar a merced de la morosidad parlamentaria.
Miremos la Justicia. A sabiendas de que el fuero federal es tan importante para la República, nos hemos acercado a sus jueces, nos hemos preocupado por ellos, los hemos atendido y nunca los olvidamos. Hemos puesto nuestros mejores empeños en el Consejo de la Magistratura, un órgano crucial. Y, cuando hizo falta, usted, señora, se ocupó de decirle a la Corte Suprema que basta con eso de fanatizarse con la independencia. Qué jornada gloriosa aquella en la que mandamos a nuestra gente a protestar frente al Palacio de Justicia porque nos trababan la ley de medios. Me acuerdo de Hebe gritándole a los de la Corte que eran unos "decrépitos y corruptos" y me emociono. Cuánta efervescencia extraordinaria, cuánto espíritu libre.
Miremos los medios, señora. Allí no podemos sino hablar de revolución. Hemos reducido la desocupación creando miles de puestos de trabajo en la cadena de medios amigos. Hemos incentivado la competencia entre la cadena oficial y la prensa independiente, y cuando hay competencia hay mercado, hay transparencia y se beneficia la gente. Estamos gastando (me corrijo: invirtiendo) un millón y medio de pesos por día en publicidad del Gobierno, para que todo el mundo pueda estar al tanto de lo que hacemos. Hemos creado un ejército de blogueros K, no tanto para que nos defiendan, sino para que muchísima gente tenga un honorario extra. Hemos sido generosos con los nuestros y durísimos con los que desinforman al pueblo. En fin, hemos democratizado la comunicación. A los golpes, pero la hemos democratizado.
Usted lo hizo, señora. Usted nos enseñó a comer pescado, carne de cerdo y milanesas. Usted nos ha hecho reconciliar con los mensajes por la cadena nacional. Usted nos liberó los goles. Usted y su marido nos hicieron conocer y amar a Chávez. Y a Moreno, y a Moyano, y a Jaime.
Ustedes nos enseñaron a odiar al FMI, y ahora a perdonarlo porque nos está ayudando con el Indec. La oposición quería autodestruirse y ustedes, generosos, le dieron una mano.
Señora, ésta es mi carta. Señora, gracias por todo.