¿Cargarlo todo a la escuela?
Por desgracia, el servicio educativo no podría ser, aunque quisiera, un territorio lo suficientemente extensible como para hacerse cargo de la totalidad de los problemas de la sociedad que, según se considera tienen origen en la formación humana -conocimiento y actitud- que solo puede hallarse en el campo de la educación. No obstante ello, no concluyen las propuestas de que se incorporen nuevos contenidos al ya sobrecargado plan de estudios escolares.
De este modo, de tanto en tanto se oyen voces en favor de tales añadidos que, puede temerse, acabarán saturando la capacidad material de los diseños curriculares vigentes.
Hay promotores que impulsan la incorporación o refuerzo de la enseñanza de la historia y la geografía local. Hay quienes postulan, como nueva parte del menú de asignaturas, otra destinada a la popularización de los primeros auxilios en materia se salud. Otros han creído necesario formar para la actividad cooperativa -en algunas provincias se cursaba Cooperativismo como un más de las materias de promoción-. Otros han operado en favor del folclore. Otros grupos han influido, bien que sin suerte, en busca de que el ajedrez se incluya como disciplina teórica y práctica. Y la serie de agregados no parece que vaya a quedarse con su tamaño actual. Los fundamentos invocados en ningún caso han sido puestos en tela de juicio, porque, o han tenido en cuenta habilidades a todas luces deseables -véase, por ejemplo, la capacidad de actuar sin demora en emergencias sanitarias-, urgencias relacionadas con el sentimiento de pertenencia al país y la provincia -el caso de la historia, la geografía y el folclore- o la necesidad de promover el desarrollo mental, tenida en cuenta por los auspiciantes del ajedrez.
Por estos días se ha oído proponer, como asignación independiente de las demás, y presuntamente en los niveles primario y secundario, una que propenda a la educación vial y que, así se razona, reduzca la estremecedora cantidad de accidentes con víctimas, por lo general adolescentes, las más de las veces motociclistas.
La situación en este campo se ha vuelto incontenible. El servicio público de salud ya está siendo desbordado, pues es tal la cantidad de los accidentados, que los presupuestos y las energías del servicio deben concentrarse en ellos desproporcionalmente.
El razonamiento del responsable del Consejo de Seguridad Vial de la provincia, Carlos Farah, parece inobjetable: Los automovilistas y motociclistas transitan por la ciudad con absoluto desprecio de las normas; los ejecutores de los controles lamentan no poder tener un puesto en cada cuadra, aunque saben que se pudiesen tenerlo, las cosas no cambiarían como quisieran, si los conductores de los vehículos no asumieran sus deberes espontáneamente.
Se da a entender que lo que hace falta es una suerte de regeneración de la gente, lo que ven solo posible en las instituciones educativas. Ante el fracaso educador de las familias, la escasa eficacia de los controles y la indiferencia de otros resortes de la sociedad que deberían actuar en consonancia, lo único que parece quedar es la escuela, donde hasta la alimentación se ha transformado en una de sus principales funciones.
Es probable que la Educación Vial, que debiera quedar en la esfera de la Escuela de Conducción Municipal, que tarda en nacer, termine apretujándose entre los contenidos tradicionales de la escuela. No sería lamentable, por cierto, porque la vida y seguridad pública merecen atenderse con todos los medios y por todas las vías posibles. Pero, en verdad, si se sistematizara de una buena vez lo que hoy constituye algo así como un servicio educativo no escolarizado –la suma de las iglesias, de los clubes, de las asociaciones intermedias en general, de los medios de prensa, de los circuitos empresariales y comerciales, de los de la diversión, etc.– muchas de las amalgamas que carga sobre sus hombros el servicio educativo escolarizado desaparecería con provecho para la educación formal y para la resolución de innumerables asuntos de diversa significación, pero siempre importantes.
También para el grave problema de los accidentes de tránsito se está pensando que la solución es la escuela.