Candidatura presidencial de Scioli llegó para quedarse
La eventual candidatura presidencial de Daniel Scioli, que hasta hace pocas semanas era impensada, llegó para horadar el escenario político argentino hasta el momento de las definiciones electorales, debido a sus múltiples particularidades.
Favorecido por sus siempre aceptables niveles de popularidad y estilo componedor, el mandatario provincial puede ser candidato oficialista u opositor, aunque también aparece como enlace de un peronismo que se vea amenazado por la derrota electoral.
Así, la alternativa Scioli reaparecerá constantemente en el ajedrez nacional si las figuras de
Néstor o Cristina Kirchner continúan sin garantizar el triunfo oficialista; si el PJ Federal sigue sin encontrar un candidato competitivo; o como fusión de ambas si la UCR amplía sus posibilidades de volver a ser gobierno.
Después del cauteloso "todo llega si tiene que llegar" con el que abrió la semana pasada el juego de su candidatura grande, la discusión quedó abierta y ya generó adhesiones y rechazos de todos los sectores involucrados de acuerdo a cómo calce la ficha.
Entre los adherentes hay jugadores de peso como Francisco de Narváez, que de esa manera se quedaría sin su principal rival para la Gobernación y encontraría un candidato presidencial con mayor proyección a quien apoyar, o un grupo importante de intendentes bonaerenses que no quieren saber nada con que vuelvan las listas "colectoras" a su territorio como pretende Kirchner.
Por el lado de los detractores se encolumna los referentes peronistas opositores que aspiran ellos a suceder a los Kirchner; el propio Hugo Moyano, quien protagoniza una pelea propia por su supervivencia dentro del peronismo frente a Scioli y un pelotón de intendentes; y el denominado "ultrakirchnerismo" que no ve al bonaerense con paño y ganas de pelear por "el modelo".
"En las encuestas, a Scioli no le entran las balas", aseguró hace pocas semanas un operador kirchnerista de primera línea en diálogo con para relativizar la peregrinación de ministros en territorio bonaerense avalada por Kirchner.
Ahora, después del episodio bisagra de las manos atadas y de haber recorrido un largo camino junto al santacruceño desde 2003, esa popularidad de su ex compañero de fórmula se vuelve amenaza u opción de última instancia para el ex presidente.