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Campaña

* Por Hugo Caligaris. "En la campaña siempre uno se agarra problemas respiratorios o digestivos, por el frío y la comida."

(Del candidato presidencial Ricardo Alfonsín, después de haber vencido la bronquitis que lo aquejaba.)

Una buena noticia para Alfonsín: la próxima campaña se desarrollará en primavera. El frío habrá dejado de ser un problema y sólo tendrá que preparar con cuidado una vianda a la vez saludable y energética para dejar atrás el otro, el de la comida. "¡Basta de guisos, de granizo y de nieve!", claman los militantes de la Unión para el Desarrollo Social, todavía un poco duros en sus movimientos por los carámbanos del invierno, que les impiden subir y bajar libremente los brazos.

Realmente, este agosto fue helado. No es raro que hayan ganado los candidatos provenientes del sur del país, acostumbrados a esas temperaturas espantosas. Si hubieran tenido un mínimo de cortesía, los oficialistas habrían pospuesto las elecciones primarias hasta que el termómetro se recuperara. Pero ya se sabe cómo son ellos. Para colmo, contaron con la complicidad de nuestros propios jefes de cocina, con su eterno menú de jamón cocido con ensaladas rusas agrias y ravioles rellenos de vaya a saber qué antiguas espinacas.

Para la campaña que viene no hay que confiar en esos cocineros. Hay que echarse a rodar por los caminos con una canastita de mimbre, sandwichitos de queso, agua mineral y una ensalada. Al aire libre, nuestros simpatizantes pueden organizar mítines ecológicos, entonar alegres cánticos y regresar a sus hogares tostados por el sol y con la firme impresión de haber ganado.

La campaña es un viaje de ida. Para alcanzar la meta, es preciso exponer el pellejo visitando lugares a los que uno no iría ni loco en otras circunstancias. Pueblos perdidos, rutas de ripio en las que el auto cruje y el cuerpo se sacude como una coctelera. Por un millón o dos de votos más, se deja la salud en la campaña. Por otro lado, bajarse antes de tiempo no es una opción, no cuando se está tan cerca de tocar el cielo con las manos. Hay que tomar la campaña como un picnic pero con cuidado. Y aunque anuncien tormenta, hay que marchar. Siempre adelante, radicales..