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Calles y autopista bloqueada, un problema crónico que perjudica a los platenses

Una vez más, en el curso de la semana que termina, los platenses tuvieron que enfrentar serios trastornos en el tránsito causados por distintos bloqueos y cortes de calles, traducidos en embotellamientos y en largos recorridos que debieron realizarse a marcha muy lenta.

Se trata, como bien se sabe, de episodios que no sólo no son novedosos sino que se vienen reiterando cada vez con mayor frecuencia, generándose en ellos difusos pero concretos peligros y perjuicios para la población.

En esta oportunidad, las protestas volvieron a afectar a la autopista La Plata-Buenos Aires, en donde empleados de una repartición provincial cortaron el carril de salida hacia la capital federal, en demanda de un reencasillamiento escalafonario, de una ampliación de partidas y del pase a planta de los trabajadores contratados.

El bloqueo, que se extendió por varias horas de la mañana hasta el mediodía, provocó por lo pronto un primer embotellamiento en la cercana rotonda de 32 y 120, pero el efecto negativo se irradió por la 520 y se hizo sentir a lo largo de los caminos Centenario y Belgrano, viéndose saturadas también otras vías de comunicación de la vasta zona norte que comprende a Ringuelet, Gonnet, City Bell y Villa Elisa.

A su vez, en la jornada anterior se habían sucedido otros cortes de calles en nuestra ciudad, que especialmente afectaron el microcentro en la zona delimitada por las calles 4 a la 11, desde 49 hasta 54. Residentes médicos, policías retirados y un sector de empleados estatales llevaron a cabo sus protestas callejeras con diversas demandas y miles de automóviles, micros, taxis, remises y transportes de carga, que no le encontraban salida a la situación, quedaron como virtuales rehenes, en una ciudad sometida a los bocinazos, a la anarquía del tránsito y a la tensión propia de estos embotellamientos.

No deja de causar sorpresa y una justificada preocupación la absoluta pasividad que muestran las autoridades frente a estos repetidos cortes de calles, causantes de múltiples trastornos y de toda clase de riesgos. Se sabe que son ya incontables los sectores y las situaciones que dan lugar a la realización de piquetes en nuestra ciudad. Casi todos los días, invariablemente, hay varios puntos del distrito con calles cortadas y circular se ha convertido en una odisea.

Insólitamente, ni las autoridades responsables ni la Justicia se han propuesto nunca tomar medidas preventivas para evitar la proliferación y la prolongación de las protestas ejercidas bajo esa modalidad. También se ha enfatizado en que no se trata de cuestionar un derecho tan básico como es el de peticionar a las autoridades, imprescindible para garantizar la existencia de un sistema democrático. Pero ese derecho debe ser ejercido, también, en el marco de las reglas de convivencia.

La Constitución se ha esmerado al enumerar los derechos y deberes. Y así como está contemplado el derecho de peticionar ante las autoridades, está el mandato de hacer respetar a todo trance la libre circulación y el debido uso de los espacios públicos. Los funcionarios nacionales, provinciales y municipales -además de los jueces y fiscales- están, por consiguiente, obligados a evitar que la repetición de protestas y reclamos se traduzca en situaciones caóticas, en difusos y traumáticos perjuicios, así como en la irresponsable creación de factores de riesgo para la población en general.