Cachivache moral
Delaciones, excavaciones, mangazos irresponsables.
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Entre estremecedoras excavaciones, delaciones rutinarias y préstamos relativamente irresponsables, la Argentina ofrece el espectáculo de su degradación lenta.
El Tercer Gobierno Radical suele esmerarse para tergiversar el fracaso. Recurre a pretextos fácilmente atractivos pero inútiles.
Explora, empeñosamente, el fracaso de quien lo precedió.
A tres años de su final, la Revolución Imaginaria del kirchnerismo resulta aún redituable. Pero derivó en la patología del despojo.
El lamento estructural se lanza en tono de piadosa auto-crítica. Agota.
"Desde el primer día debimos comunicar a la sociedad acerca del estado del país que nos dejaron. Subestimamos la herencia recibida. Fue un error".
El cuento es ideal para ensayar en las tertulias televisadas. Aunque no subestimaron, en realidad, un pomo.
Podía rastrearse la maldad pasada, estaba a la vista y otorgaba legitimidad. Para instalar la única idea que inspira esta dinámica: "Este cachivache es malo, ineficaz, mediocre, pero aquello (el kirchnerismo) era infinitamente peor".
El presente retroceso nos salva, al menos, de haber "terminado como Venezuela".
En el horizonte persiste el nubarrón del desconcierto. Cachivache moralAntesala, en efecto, de la anunciada explosión social. Mientras se la trata de contener, se la espera.
Carolina Mantegari
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El Nieto del Tapir, Rogelio Frigerio, es uno de los contados ministros útiles del TGR.
Aquel domingo memorable, mientras se subastaban ministerios, El Tapir andaba con la renuncia en el bolsillo. Y con deseos inconfesables. Que Mauricio, El Presidente, El Ángel Exterminador, se la pidiera. Para envolverle "Interior" en papel celofán a Ernesto Sanz, Eterna Esperanza Blanca. O a Ramón Puerta, Tengo Mil Novias.
Junto a Horacio Rodríguez Larreta, El Geniol, y Emilio Monzó, El Diseñador, Frigerio se había cargado al hombro a la bestia boba del gobierno a la deriva.
Prefería Rodríguez Larreta quedarse en el Maxi Quiosco del Artificio Autónomo, tranquilamente dedicado al expendio de caramelos o permisos. Y que a Marcos lo reemplazara, en todo caso, El Tapir.
Pero no tiene sentido, a esta altura del cachivache, describir aquel domingo de simulación de cambio.
Basta con confirmar que Frigerio iba a ser el hombre fundamental del Ejecutivo, junto con Emilio en el Legislativo, para persuadir gobernadores y legisladores para consolidar la epopeya del presupuesto.
Cachivache moralPero siempre -El Tapir- con la renuncia en el bolsillo interior del saco.
Mientras tanto Nicolás Dujovne, El Youtuber, era otro subastado que se dedicaba, en el cachivache, a concretar las ceremonias del mangazo.
En el marco del Fondo Monetario Internacional, donde la señora Lagarde, Madame Bovary, para aplacar con préstamos el quebranto, reclamaba la frialdad del presupuesto.
Vértices
Marcos sobrevivió. El Ángel jamás iba a entregarlo. Sólo envolvieron como regalo un inflamado alfil, Mario Quintana, Luz de mis Ojos I.
La otra linterna, Gustavo Lopetegui, podía decir como Erich María Remarque. "Sin novedad en el frente".
Geniol pudo dedicarse full time, otra vez, al Maxi Quiosco. A proseguir también la faena de cirujano y operar en la ciudad abierta, multiplicada de refacciones que no podrán, tal vez, concluirse.
Porque Buenos Aires Capital puede perfectamente seguir el ejemplo de la Argentina entera, que la contiene. Y que está parada. Paralizada. Congelada como una mala imagen del peor teleteatro.
Cachivache moralMientras, a su alrededor, todo se degrada y crece, apenas, la cantidad de miserables que impresionarían a Victor Hugo.
El Pibe de Oro vuelve a gobernar, ayudado por Andrés Ibarra. Como si transcurrieran los días iniciales de Compromiso para el Cambio.
El Youtuber se dedica a mangar. Y Frigerio a conformar el paquete de gobernadores. Quedan mayoritariamente adentro, sin otra alternativa, bien envueltos y razonables.
"Pero que quede claro, el presupuesto lo van a tener, pero la responsabilidad no es compartida. Es de ustedes".
Pero Massa está transitoriamente afuera y no gobierna. Como tampoco gobierna nada Miguel Pichetto, el Humphrey Bogart, que legisla.
Dos gobernadores, vértices del Peronismo Perdonable, suelen ponerse de acuerdo, en la plenitud del cachivache, sólo para pelear algún subsidio a Buenos Aires.
A la señora Gobernadora Vidal, La Chica de Flores de Girondo, que hace su trabajo lo mejor que puede.
Cachivache moralPero debe costarle simular que se le desvaneció, interiormente, un ídolo. Un amigo al que aún le responde y le tiene afecto. El Ángel. Que no vaciló en subastarla en el cachivache de la olvidable conferencia de prensa. Cuando no tenía nada para decir, ni anunciar. Sólo decidir diferenciarse, desde el respaldo o el elogio, de la dama que lo superaba en las encuestas.
Por prepotencia de la provincia (Córdoba) y por capacidad intelectual del que la gobierna, el vértice más amigable con el TGR lo ocupa el Juan más consistente de los Juanes.
Schiaretti, Vuelve Juan, a quien se le nota demasiado, en cambio, que si se conforma con seguir como gobernador se va a quedar con hambre.
Probablemente Schiaretti aspire a más. Como aspira también su compañero y distante socio político, unidos ambos por la rivalidad del afecto complejo.
El otro vértice, igualmente amistoso pero menos apasionado con el TGR, lo ocupa Manzur, El Menemcito de Tucumán.
Entre los vértices se incluyen gobernadores que necesitan pagar los sueldos. Aunque algunas provincias, como San Juan o La Pampa, estén individualmente más fortalecidas que la propia nación. Carecen de deficit y mantienen millones ahorrados.
Son gobernadores a los que les cuesta más asociarse relativamente a la suerte clavada del Tercer Gobierno Radical.
Separados políticamente de Alberto Rodríguez Saa, El Colibrí, que clavó la garrocha en el Estado Libre Asociado de San Luis para aterrizar, con una destreza envidiable, exactamente en el Instituto Patria. Cachivache moralSin evitar, probablemente, los mangazos de Oscar Parrilli, El Incomparable Godfrey, para pagar la luz y el alquiler del Instituto.
En el arte de mangar Parrilli carece del estilo refinado de Dujovne.
Otros, como Giorgio Armani, aún no se atreven a deslizarse en liana hacia el Instituto Patria. Aunque mantienen un diálogo menos institucional que Gildo, el gobernador que socialmente se menoscaba, pero que secretamente todos admiran.
Utopía del ajuste y las excavadoras
La utopía del kirchnerismo se agotó en el aburrimiento de los bolsos y las excavadoras.
La utopía del macrismo se agota en la monotonía del ajuste. En los mangazos irresponsables, que los acreedores, menos responsables aún, pueden responder favorablemente sólo porque están amparados con la fantasía del organismo multilateral. Donde suponen que, con miles de millones de dólares, puede evitarse otra aventura "populista". Como si el mero intento de establecer un gobierno popular fuera traducido, automáticamente, como chavismo.
La zanahoria estratégica de una solitaria "vaca muerta" ya no alcanza. Como tampoco alcanza la algarabía del litio en abundancia, que invita a delirar con la prosperidad imposible, en el cachivache moral de la sociedad estragada. Maltratada con el desfile cotidiano de los "corruptos confesos". Empresarios que animaron con funcionarios ladrones, la memoria viva de lo que quiso ser una nación. Y terminó en cachivache.
Cachivache moralDe todos modos, los crédulos suponen que es positivo que toda la porquería salga a la luz.