Brasil, a ballotage: elige entre Dilma Rousseff y Aécio Neves
Los brasileños eligen quién estará en el gobierno hasta 2018. La gran incógnita es qué hará el electorado que en primera vuelta votó a Marina Silva.
Brasil decidirá hoy quién conducirá los próximos cuatro años de gobierno, cuando vote por la reelección de la presidenta Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores, o por su rival Aécio Neves, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), tras una campaña electoral considerada como una de las más imprevisibles y duras en la historia brasileña.
Más de 142 millones de brasileños deberán decidir a quién le dan su voto para que lleve adelante el destino del país hasta 2018, luego de una campaña atravesada por tragedias y acusaciones, denuncias y sondeos que hasta último momento dan empates técnicos, con mínimas ventajas para el senador o para la presidenta.
Los candidatos, que pasaron al balotaje con nueve puntos de diferencia -Rousseff casi 42 por ciento y Neves 33 por ciento-, jugaron fuerte desde hace tres semanas para atraer al electorado brasileño, que este domingo tendrá en sus manos la posibilidad de definir el destino del país y de la región.
Así, a una campaña que ya venía siendo dura por el nivel de acusaciones, de cuestionamientos y de ofensas personales, atravesada por una tragedia como fue el accidente aéreo de uno de los candidatos, el socialista Eduardo Campos, y la posterior entrada a la disputa de Marina Silva, se sumó este duelo entre el PT y el PSDB, un clásico brasileño que divide al electorado entre dos modelos distintos de gobierno.
A cambio de apoyo, el senador Neves aceptó todas las condiciones que le puso la tercera más disputada tras las elecciones, la ecologista Silva, pese a no haber coincidido en ninguna propuesta durante toda la campaña previa, y que ambos representaran a partidos con distintos valores.
Tras dos o tres días de indecisión, Silva, que hasta para sus seguidores iba a mantenerse neutral en su postura frente a esta segunda vuelta, sorprendió cuando anunció su total apoyo a Neves, exagerando el mismo con participaciones en los spots televisivos, dejándose besar las manos por el opositor en fotos y sonriendo junto con miembros del PSDB.
La reacción desencadenó una división dentro del Partido Socialista Brasileño (PSB), el cual ella representaba tras la muerte de Campos, que aunque también brindó su apoyo a Neves, sufrió una fractura interna.
Rousseff, en cambio, inmediatamente después de digerir la ajustada diferencia que la dejó en el balotaje con Neves enfocó todos los cañones a defender los logros petistas, su período de gobierno y los ocho de su predecesor Lula da Silva, e inició una etapa de la campaña principalmente en contraste con lo realizado por el líder del PSDB y padrino de Neves, Fernando Henrique Cardoso, que gobernó Brasil desde 1995 hasta 2002.
Sólo recibió apoyos de partidos de izquierda y de una gran parte de intelectuales y artistas, que en la primera vuelta habían declarado votar por Silva, pero siempre se mostró firme en que "el pueblo no es bobo" y sabe que "no puede ir para atrás", en referencia a las conquistas sociales logradas en el gobierno del PT, por el que salió del mapa del hambre y unos 20 millones de personas dejaron la pobreza.
La definición sobre el futuro gobierno de Brasil aún puede seguir sorprendiendo, dado que el electorado es uno de los más volátiles en esta elección, según los analistas, y sobre todo considerando que entre los que votaron en blanco, lo anularon o se abstuvieron sumaron, casi 40 millones de personas en la elección anterior, la misma proporción de las que viven en Argentina. Un número que hoy, sin dudas, podría inclinar la balanza sobre un tipo u otro de proyecto de país para los próximos cuatro años.
(Fuente: Telám)