Boudou no despejó las sospechas
*Por Ricardo Kirschbaum. Sólo debía explicar por qué, si no lo conoce ni tiene relación alguna con él, Vandenbroele pagó expensas de su departamento de Puerto Madero.
Ese acto vincula al vicepresidente con el personaje que aparece como la cabeza de la ex Ciccone.
Pero Boudou no lo hizo. Prefirió, a falta de argumentos, denunciar como una conspiración para alterar el orden constitucional a la investigación de su presunta corrupción.
Tamaño exabrupto únicamente puede salir de alguien que no sólo se siente acorralado por los indicios y pruebas que lo ligan a este presunto tráfico de influencias sino que busca, con desesperación , lanzar cortinas de humo para ocultarse y desviar la atención de la sociedad.
Su discurso buscó mostrar su cercanía con la Presidenta como garantía de su estabilidad política cuando precisamente su actuación en el caso Ciccone es, entre otros motivos, una de las razones por las que el Gobierno aparece afectado en su imagen .
En su discurso, la investigación que lo tiene a mal traer fue mencionada para descalificar a quienes la llevan a cabo: el juez Daniel Rafecas y el fiscal Rívolo. Pero su crítica a la Justicia fue más allá cuando generalizó opiniones sobre los jueces. ¿Acaso quiere sacar de la causa a Rafecas? Se trata del mismo juez que declaró que estaba probado el interés de Boudou por Ciccone pero que faltaba aún saber si existen vínculos entre el vicepresidente y Vandenbroele.
Esa declaración, que publicó Perfil , había provocado euforia en el raleado campamento de Boudou. Tras el allanamiento y la aparición de recibos que lo ligan con el director de la ex Ciccone, el entusiasmo trocó en furia. Rafecas pasó al bando enemigo . Y no paró allí: dijo que en dos oportunidades miembros del estudio en el que trabajaba Esteban Righi, actual procurador general de la Nación y jefe de los fiscales, lo habían exhortado a mejorar los vínculos con los magistrados. ¿Por qué esa mención? ¿Es acaso un reproche a Righi porque no le pone coto al fiscal ? Luego se autoincriminó cuando reveló que el presidente de la Bolsa de Comercio intentó sobornarlo en nombre de Boldt. ¿ Por qué no lo denunció entonces? ¿Acaso no sabe que como funcionario debía hacerlo y que puede ser acusado de omisión de denuncia? También la ligó Scioli, por la relación que tiene Boldt con el juego en la Provincia. Boldt, según Boudou, está detrás de todo esto.
Después recurrió a una pobre excusa: todo es producto del "cerco mediático" de Clarín y La Nación, los dos diarios que llevan adelante la investigación del presunto tráfico de influencias. Si así fuera, habría quedado demostrada la ineficacia del aparato de propaganda que el dinero público mantiene.
Boudou quiere hacer creer que es víctima de una conspiración . Ese argumento suena como un reclamo desorbitado para que alguien desde Olivos lo defienda de manera activa.
Parece que deberá defenderse solo.
Pero Boudou no lo hizo. Prefirió, a falta de argumentos, denunciar como una conspiración para alterar el orden constitucional a la investigación de su presunta corrupción.
Tamaño exabrupto únicamente puede salir de alguien que no sólo se siente acorralado por los indicios y pruebas que lo ligan a este presunto tráfico de influencias sino que busca, con desesperación , lanzar cortinas de humo para ocultarse y desviar la atención de la sociedad.
Su discurso buscó mostrar su cercanía con la Presidenta como garantía de su estabilidad política cuando precisamente su actuación en el caso Ciccone es, entre otros motivos, una de las razones por las que el Gobierno aparece afectado en su imagen .
En su discurso, la investigación que lo tiene a mal traer fue mencionada para descalificar a quienes la llevan a cabo: el juez Daniel Rafecas y el fiscal Rívolo. Pero su crítica a la Justicia fue más allá cuando generalizó opiniones sobre los jueces. ¿Acaso quiere sacar de la causa a Rafecas? Se trata del mismo juez que declaró que estaba probado el interés de Boudou por Ciccone pero que faltaba aún saber si existen vínculos entre el vicepresidente y Vandenbroele.
Esa declaración, que publicó Perfil , había provocado euforia en el raleado campamento de Boudou. Tras el allanamiento y la aparición de recibos que lo ligan con el director de la ex Ciccone, el entusiasmo trocó en furia. Rafecas pasó al bando enemigo . Y no paró allí: dijo que en dos oportunidades miembros del estudio en el que trabajaba Esteban Righi, actual procurador general de la Nación y jefe de los fiscales, lo habían exhortado a mejorar los vínculos con los magistrados. ¿Por qué esa mención? ¿Es acaso un reproche a Righi porque no le pone coto al fiscal ? Luego se autoincriminó cuando reveló que el presidente de la Bolsa de Comercio intentó sobornarlo en nombre de Boldt. ¿ Por qué no lo denunció entonces? ¿Acaso no sabe que como funcionario debía hacerlo y que puede ser acusado de omisión de denuncia? También la ligó Scioli, por la relación que tiene Boldt con el juego en la Provincia. Boldt, según Boudou, está detrás de todo esto.
Después recurrió a una pobre excusa: todo es producto del "cerco mediático" de Clarín y La Nación, los dos diarios que llevan adelante la investigación del presunto tráfico de influencias. Si así fuera, habría quedado demostrada la ineficacia del aparato de propaganda que el dinero público mantiene.
Boudou quiere hacer creer que es víctima de una conspiración . Ese argumento suena como un reclamo desorbitado para que alguien desde Olivos lo defienda de manera activa.
Parece que deberá defenderse solo.