Bondades del Malamado
*Por Raúl Acosta. Difícil escapar a la tentación. El Malamado es una tentación. Difícil escapar. El Malamado invita al aprecio incondicional. Cada sábado la cena reúne. La comida sirve a la discusión política. A veces hay conclusiones.
Difícil escapar a la tentación. El Malamado es una tentación. Difícil escapar.
El Malamado invita al aprecio incondicional.
Cada sábado la cena reúne. La comida sirve a la discusión política. A veces hay conclusiones. Sucedió en el último encuentro. Todos aceptan un liderazgo fuerte como solución a varios problemas de la democracia. La memoria de NK está en alza por estas cuestiones. CFK no tiene unanimidad. Hay dudas con la viuda. Cuestionan su peronismo, repitiendo las objeciones de articulistas porteños, muy peregrinos para juzgar el peronismo de la señora. Este sábado hubo revisionismo de servilleta, tinto espeso, tuco y pesto.
Los vicepresidentes del peronismo han sido, todos, de contextura defectuosa. Hortensio Quijano era radical. Vicente Solano Lima, conservador popular, acompañó al tío buenudo, por orden de Perón. Luego la "chabela", después Scioli, mas acá Cobos. Ahora Amado Boudou. No hay ideología en quien tiene la única función, excepto desgracias, de tocar la campana en el Senado. Lo de Cobos se inscribe en un error: enviaron el tema al Senado sin cerrarlo. Cobos era y es un doble traidor, bastante timorato. No es su culpa que le dejasen jalar del gatillo. Esa madrugada estaba al borde del ataque de pánico. Sigue igual.
Los economistas del peronismo han tenido lo suyo. Desde los españoles Miguel Miranda y José Figuerola hasta Rodrigo, Cafiero, Morales, Cavallo, Rapanelli, Roig y Lousteau, ahora Amado Boudou. No existe antecedente, en el peronismo, que los economistas hiciesen otra cosa que ejecutar pedidos a la medida del cliente: el jefe. Lavagna no escapó al esquema: fue/es un consultor que, por las tasas chinas, devino héroe virtual. Solo "el Mingo" rompió el molde. Aún se ven sus influencias. Los economistas del peronismo bailan en la cuerda floja. Estatismo exagerado, para un capitalismo inestable. Justicia social pero ojo: sólo para las tribunas. Dádivas. Corrupción estructural.
La edad de Antonio Cafiero, Hipólito Jesús Paz, la de Alonso, Taccone, Smith, Eustaquio Tolosa, la de Cooke, Abal Medina, la de Abras, Abelardo Ramos, liberan una cuestión. Estaban trabajando en el peronismo con poco más de 20 años. Es de una liviandad sospechosa la queja opositora a los jóvenes en las listas del FPV. Tal vez la única diferencia estable es que no arrojaban viejos por la ventana y miraban, leían, escuchaban, refutaban a Perón. A Perón. No a exégetas chuecos. Conviene resaltarlo. Discutir con el dueño del circo resulta diferente que hacerlo con los payasos o peor: con los gorilas.
La historia mas elemental de Perón y Evita difiere en roles a la de Néstor y Kristina. El (Perón) era el jefe, ella la llamarada y la llamarada se murió. Néstor no fue una llamarada. Un muchacho de juventud conflictuada por sus defectos físicos, que devino en un líder ambicioso. Como político NK se manejó sin límites claros entre el bien y el mal. Sin límites, en realidad. Murió. Kristina, su pareja, siempre sugirió, nunca gestionó. Su origen, bien que humilde, no es el de Evita. Donde todo se trueca en comedieta es en los conocimientos. Decía días pasados, "Pacho" O'Donnell, que Perón era un inveterado lector. Aclaraba que, cada tanto, conversa con la señora de temas históricos, que a ella esos temas le gustan. Evita, sin mucha instrucción formal, sabía de qué hablaba cuando mencionaba a la injusticia, a los prejuicios sociales tornados en injusticia. Algo, sin embargo, está claro.
La relación simbólica de NK y CFK es con aquella pareja: Perón-Evita. No puede ser con Perón e Isabelita. Menos con Menem y Zulema, Arturo Frondizi y Elena Faggionato, De la Rúa y Pertiné, Agustín Lanusse e Ileana Bell, para citar diversos extremos de matrimonios presidenciales. Reales unos, otros de pesadilla. Asistimos a la segunda entrega de la saga dramática de una pareja: el muerto, la viuda y los fantasmas en el living, en el atardecer de cada domingo en Olivos. Snif.
En la relación con los medallones litúrgicos, y el aprovechamiento de un ADN nacional distraído, se asienta la trascendencia histórica del peronismo. Está en el siglo XXI rascando sus cimientos. Hoy como ayer. Reparto asistencial y manejo central del poder. Nadie le discutía a Perón. Era causal de destierro. Parece un defecto de la señora. No lo es. Sólo peronismo puro y duro.
Reaparecieron las juventudes sumisas. Juventud y acatamiento deberían ser opuestos.
Participamos de un país dependiente de una economía imaginada. Pelean a trompadas la góndola y el índice mensual. Escalera y ascensor, como antes.
A Perón las diversas oposiciones le temían tanto que, "paradojalmente", los separaba ese temor. Perón tenía éxito y votos de clase alta y de toda la clase baja. Sabía ser violento y sin código. También ganaba elecciones con una herramienta partidaria. No hubo, más allá de la Unión Democrática, una verdadera oposición (democrática) con capacidad de triunfo, contra Perón.
Recién logra articularse para una coyuntura: Duhalde-Ortega, con Menem tirando del saco de De la Rúa-Álvarez, que finalmente triunfa. Asunto especial: el triunfo de Alfonsín y una "culpa" peronista. El peronismo prohijó, como pudo, el golpe de marzo de 1976. Contradicción. De los 9.000 muertos del libro Nunca Más, la mayoría eran peronistas. Extraño contrasentido que, ni Lorenzo Miguel ayer ni Hugo Moyano hoy, lograron explicar. El peronismo ha sido claramente verdugo y víctima. El grupo K asumió con la complicidad de los verdugos y después adhirió al aliento de las víctimas. Pragmatismo, che.
Mirando sin prisa la historia más reciente se advierte que no hay paz para los líderes peronistas. Ni uno solo, incluido el original, terminó bien su segundo mandato, su página de la historia común. Ni uno solo. Es un antecedente para observar. Pero la realidad, se sabe, no es sólo una suma de antecedentes.
En la cena sabatina hay un acuerdo: queremos un gobierno fuerte. ¿Cual? Esa es la cuestión; antes que el dilema nos divida buscamos el punto de unión.
Algunas sugerencias son tentadoras. Caemos en la tentación. El grupo abandonó hace rato el Cointreau, el Stregga y el Lemoncello. Al terminar la cena todos miramos una botella. Hay datos, por si alguien quiere sumarse. Queremos mucho al Malamado.
Región: Fray Luis Beltrán, Maipú, Mendoza. Composición varietal: 100 por ciento Malbec. Crianza: 24 meses en barricas de roble francés. Potencial de guarda: hasta 10 años. Graduación alcohólica: 18,7 por ciento. Color: purpúreo, de intensidad media, con leves tonos teja, propios de su madurez.
Y lo mejor del Malamado. Su aroma: seductor perfume a ciruelas maduras, mermelada de moras, higos secos y nuez. Licoroso y complejo. Sabor: Dulce, aterciopelado, untuoso, de amplio bouquet. Amable, estructurado, complejo; con amplio desarrollo y persistente final. ¿Qué tal? Se hace querer. No lo exponemos a la discusión política. ¿Para qué? Todos sabemos el final de las comidas, el postrer pedido, el último mandato: el licor y la cuenta, por favor. No es más que casualidad. Este año le encontramos bondades al Malamado. Muchas.