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Bolsillos llenos, votantes contentos

* Por Diego Cabot. Entre las muchas razones que explican el apoyo a la presidenta Cristina Kirchner se destacan las económicas; pese a la inflación, el empleo está estable y el consumo de bienes no para de subir.

Esta nota podría tener otro título: Los números detrás del número . Pero no iba a ser fácil explicarlo, o por lo menos entenderlo a mirada rápida. Pero en el texto hay algunas licencias más y es posible explayarse. ¿Cuál es el número que esconde otros números? Pues el más importantes es el 50,07, que corresponde al porcentaje de votos que cosechó el Gobierno en las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias del domingo pasado. Rotundo por donde se mire. ¿Y cuáles son los números que se esconden detrás de ése? Varios y no sólo económicos, claro está. Sin embargo, hay dos de ellos que sobresalen y que son apuntados por todos los consultados.

Por un lado, el 7,4% que corresponde al desempleo. Aun con los datos sospechados que difunde el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el indicador está en los niveles más bajos de 1992. Cierta estabilidad laboral, aunque ahora el mercado no esté en una etapa de creación masiva de puestos de trabajo, genera la posibilidad de tomar decisiones de consumo que podrían haber estado postergadas.

Por el otro, pueden listarse varios que tienen que ver con el consumo. Bien podría hablarse del 29,7% de aumento de las ventas de autos cero kilómetro en los primeros siete meses del año frente al mismo período de 2010; o del 43%, que fue el crecimiento de los créditos al consumo en los últimos 12 meses respecto de los anteriores. O el 169% de suba que registró el índice de confianza al consumidor en bienes durables que elabora la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) después de estar por el piso en marzo de 2009, tras el largo conflicto del campo.

Y si eso no alcanza, podría desempolvarse el 80% de aumento que mostraron las ventas en los supermercados desde 2009 en las provincias que más apoyaron a la presidenta Cristina Kirchner, como Santiago del Estero, Formosa, Corrientes y Chaco.

Claro que no hay que olvidarse de otros números que también se esconden aquí y que podrían explicar otra cifra: el 49,7% que no votó al Gobierno. La inflación de más del 20% que se proyecta para el año, o el desmesurado aumento de los subsidios a las empresas privadas, que crecieron cerca de un 900% desde 2006 hasta ahora. O el 22,9% que corresponde al índice de pobreza, según datos de Cifra, una entidad cercana a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). O la caída de la balanza comercial y el despilfarro del superávit fiscal, que fue una marca del kirchnerismo, y que ya dejó de existir pese a los aportes de organismos como la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) o el Banco Central.

Todos las cifras se han conjugado para dar el gran número del domingo pasado que dejó absorta a la oposición. "Tengo plata en el bolsillo, trabajo y puedo comprar algunas cosas que tenía postergadas. ¿Por qué no voy a votar al Gobierno?", se preguntaba Alberto H., un plomero de la zona de Palermo. Se le preguntó si podía ahorrar o pagar una cuota de un bien durable caro, como un auto o una casa. "Un auto, puede ser. De una casa, lejísimo. ¿Ahorro? Ni un mango, no ahorro un mango. Gasto todo. Pero salgo a la calle, hay trabajo y vuelvo a ganar", contestó.

Lejos está el hombre de analizar las razones económicas que impulsaron su voto y que gobiernan sus decisiones económicas. Sin embargo, detrás de sus decisiones, hay varias cosas para analizar.

Guido Sandleris es economista de la UTDT. Además, director del Centro de Investigación en Finanzas (CIF), que elabora el índice de confianza del consumidor. "La situación económica fue clave para los resultados de las elecciones. Como sucede en todos lados, para los votantes no es sencillo darse cuenta si el crecimiento se debe a la buena suerte o a las políticas implementadas por el Gobierno, o si se debe a ambas cosas. Como consecuencia, la gente culpa al Gobierno si la economía anda mal y lo premia si anda bien. El gobierno de Cristina Kirchner, habiendo implementado políticas económicas bastante mediocres, se ha beneficiado del viento de cola externo que tuvo la economía argentina. Lamentablemente, este viento de cola parece haberse terminado por un tiempo. Implementar buenas políticas se vuelve entonces todavía más importante", sostiene.

Mariano Lamothe también es economista. En Abeceb, la consultora de la que es economista jefe, erigen al consumo como el gran motor de la expansión económica. Pero antes del consumo ubican el empleo. "Hay una cierta estabilidad laboral. La gente no tiene temor a perder el empleo. Entonces sí se toman decisiones de consumo. Pasó la crisis [de 2008

2009] y, en general, no tuvo gran temor de perder sus trabajos. Eso fue determinante para impulsar el consumo", dice.

En Abeceb agregan otros factores. Por ejemplo, que las elevadas expectativas de inflación favorecen el consumo. Si a eso se suman las tasas de interés reales negativas y los planes de financiación de consumo, el incentivo de ahorrar en pesos queda por el piso. Y una cosa más, como hay bajas expectativas de devaluación, tampoco hay incentivo para ahorrar en dólares.

"Todo esto favorece especialmente el consumo de bienes durables (como autos o electrodomésticos, por ejemplo) como mecanismo de reserva de valor", sostiene un trabajo preparado para LA NACION.

Según ese mismo informe, la agresiva política de ingresos permitió incrementar el poder adquisitivo de los asalariados y de los beneficiarios de la seguridad social. ¿Cómo se puede medir ese magma de dinero circulando? Si se suman los sueldos de los asalariados registrados, los jubilados y pensionados y los créditos al consumo, la masa potencial de consumo pasó de algo más de $ 100.000 millones en 2005 a casi 600.000 millones en 2011.

Un dato adicional que muestra el movimiento de los sueldos y su impacto en el consumo. El miércoles pasado, los agentes de propaganda médica (conocidos como visitadores médicos) lograron un aumento de sueldo del 32,01% para este año y llevó el básico de la actividad a 6225 pesos. Pues para ellos la inflación está enterrada.

Todo confluye en más y más consumo. Otros datos: la tasa de interés real es negativa. Dicho de otra forma, cuando un ahorrista coloca su dinero en el banco, el interés que la entidad le paga no logra ganarle a la inflación. ¿Qué pasó con ese dinero que en otro momento podría haber ido a colocaciones financieras? Pues al consumo. Allí encuentran explicación, por ejemplo, los números del mercado automotor. Durante los primeros siete meses del año se vendieron 3605 autos cero kilómetro por día, según la Asociación de Concesionarios (Acara). Ni los fabricantes ni los vendedores lo pueden creer. Menos aún cuando lo comparan con las ventas de 2010, el año récord para la industria. Entonces se vendían 2759 cada 24 horas, un 29,7% menos que en 2011.

Otro indicador que debe tenerse en cuenta es el aumento de los créditos al consumo. Entre 2010 y 2011, la modalidad de compra subió un 43%. Guillermo Francos, presidente del Banco Provincia, la entidad más fuerte en los distritos del conurbano bonaerense, donde el voto a Cristina Kirchner fue contundente, dijo esta semana que desde diciembre de 2007 hasta ahora el consumo con tarjetas de crédito aumentó un 400%, mientras que el uso de la de débito, un 300 por ciento.

Según la consultora Investigaciones Económicas Sectoriales (IES), las ventas de electrodomésticos durante el primer semestre se expandieron 12,3%. "Las ventas de artículos para el hogar en valores corrientes treparon 12,3% interanual en los primeros seis meses de 2011, con un monto de $ 10.852 millones, y en valores constantes arrojan una suba del 5%,

considerando el ajuste por los precios oficiales para el segmento", dicen en la consultora.

Claro que si tomamos los índices de las provincias, el incremento de este consumo quizá se evaporaría.

¿Qué es lo que más se vendió? "Los productos de mayor crecimiento fueron los equipos de computación, seguidos por las heladeras, los equipos de aire acondicionado, y por los de audio, todos ellos ubicados por encima del promedio. Por debajo de éste se ubicaron los lavarropas, en tanto que las cocinas mostraron una caída y los televisores se mantuvieron estables", contestan en IES.

En los supermercados, la ola de compras no para. Según datos del Indec, el ticket promedio de compra pasó de $ 65,40 en enero de 2009 a $ 113 en diciembre de 2010. Luego hubo una caída para colocarse ahora en $ 109 por ticket.

Claro que según la consultora Abeceb, con ese ticket se compran cada vez menos productos. "Si se toma el salario promedio y se lo compara con el ticket promedio por distrito, se observa que en diciembre de 2008, con el salario promedio del país, se podían realizar 40 visitas al supermercado, mientras que, en diciembre de 2010, sólo unas 31 visitas. Esto quiere decir que la capacidad de compra se llegó a reducir en esos años 22,5%", dicen en Abeceb.

"Sube todo. Muchos rubros de productos básicos están subiendo -expresa Guillermo Neveu, socio de la consultora especializada en consumo NCC-. Los alimentos suben alrededor de 7% y las bebidas también, aunque a una velocidad menor, 2,5%. Otro rubro que sube muchísimo es el de cosméticos y perfumería.

Pero más allá de los números, ¿cuál es la relación exacta que existe entre los bolsillos contentos y la urnas llenas? Advirtiendo que no se trata de ciencias exactas, puede decirse que en Santiago del Estero, Formosa, Corrientes y Chaco, donde el oficialismo obtuvo más del 60% de los votos, el crecimiento de las ventas de los supermercados avanzó más de un 80% desde la crisis de 2009, resume Abeceb. Y más. En aquellas provincias en las cuales el salario aumentó más desde 2009, como Tierra del Fuego, Chaco o Tucumán, la Presidenta también logró una fuerte adhesión.

En las elecciones presidenciales de octubre de 2007, las proyecciones económicas eran buenas y las perspectivas de perder el empleo, bajas. "Como consecuencia, la confianza de los consumidores se encontraba en niveles elevados -48 puntos en el nivel nacional, según el índice de la UTDT-. Así, el oficialismo logró un amplio apoyo que superó el 45%", dice el trabajo de Abeceb. Dos años después, en las legislativas de 2009, el índice de confianza había caído a menos de 40 puntos y los votos así lo reflejaron: el Frente para la Victoria cosechó el 31% de los votos del total del país.

Y llegó el domingo pasado. El índice de confianza estaba en números cercanos al récord y en el nivel más alto desde que la Presidenta llegó a la Casa Rosada. Y las urnas reventaron de votos que la favorecieron: 50,03 por ciento.

Más allá de que el kirchnerismo no vea con buenos ojos a los Estados Unidos, quizás encuentre una explicación en el Norte. Se trata de la célebre frase de James Carville, asesor del demócrata Bill Clinton en la exitosa campaña que en 1992: "Es la economía, estúpido"..