Boca, Gustavo Alfaro, Daniel Angelici: anticipo de un final anunciado
A horas de una nueva edición de un decisivo superclásico, Boca es puro desconcierto… ¿y sin esperanza de ganar?
Quedan pocas horas para llegar a lo que podría ser una nueva fecha triste para los hinchas de Boca. Hoy el Xeneize se juega mucho más que el pase a una nueva final de la Copa Libertadores. Es que enfrente estará el mejor River de los últimos tiempos, que ha sido una piedra en el camino a las aspiraciones de su clásico rival. Pero también está en juego el futuro de Gustavo Alfaro y de Daniel Angelici.
El 9 de diciembre del año pasado fue un cimbronazo para Boca. La derrota en una final que podría no repetirse en la historia parecía que iba a ser el punto de partida para una renovación total. Cambio de técnico y de algunos jugadores para refrescar el vestuario.
Pero el destino le jugó una mala pasada. Con algunas dudas a pesar de la solvencia defensiva y de algunas y esporádicas grandes actuaciones –frente a Paranaense en Brasil, ante Liga de Quito en Ecuador-, las llaves de semifinales lo volvieron a poner frente a frente con su verdugo.
Gustavo Alfaro es víctima de su destino. Los diez meses que pasaron de aquella final no son necesarios para generar un equipo totalmente competitivo, en comparación con los cinco años del exitoso proyecto de Marcelo Gallardo en la vereda de enfrente.
Pero también es cómplice. A pesar de las lesiones de algunas de sus estrellas – en lo que quizás, además de la mala fortuna, tenga responsabilidad su cuerpo técnico-, Boca es un equipo sin alma y el entrenador no ha sabido impregnarle una idea clara de juego, más allá de la solidez defensiva que lo caracterizó en los últimos meses pero que hoy mismo también está en duda.
El reflejo fue la caída ante Racing en La Bombonera. Si bien la antesala del decisivo partido contra River del martes obligaba a presentar un equipo suplente, algunos jugadores que alternan con la titularidad y que hasta pueden estar entre los 11 iniciales en la vuelta de las semifinales solo mostraron displicencia, desconcentración y hasta, pareciera, falta de ganas de jugar. Alfaro no ha logrado potenciar a muchos de estos futbolistas, entre los que se encuentran promesas como Emanuel Reynoso y Sebastián Villa, juveniles como Marcelo Weigandt o hasta figuras de la talla de Mauro Zárate.
Y si todo se compara con River, Boca sale perdiendo. El Millonario, con una formación alternativa, logró igualar con Arsenal en Sarandí a pesar de estar dos goles abajo, gracias a la mano de Gallardo que modificó el equipo durante el entretiempo. En tanto, Alfaro no pudo hacer nada para sumar potencia ofensiva ante la Academia, que anotó el gol y tampoco se preocupó por atacar.
Hasta acá el presente. Si Alfaro puede tener las horas contadas según lo que pase el martes, la bronca de los hinchas xeneizes también se enfocarán en la dirigencia. En especial sobre Daniel Angelici, que si bien no se presentará en las próximas elecciones a presidente del club, si pone todas sus fichas para que su candidato, Christian Gribaudo, sea su reemplazante.
Desde la tribuna cuestionan el armado del plantel, cuya responsabilidad también es del mánager del club, Nicolás Burdisso. La salida de referentes del plantel como Nahitán Nández, Wilmar Barrios y en especial Darío Benedetto, no se suplió en el mercado de pases con llegadas de renombre que le permitan al Xeneize soñar con un súper equipo, a pesar de las grandes sumas de dinero que ingresaron por la venta de los recién mencionados.
En los papeles, el rearmado del plantel consideraba la necesidad de sumar a laterales, volantes de juego y por las bandas y con urgencia a un centrodelantero. Al menos dos llegadas fueron muy curiosas: las incorporaciones de un arquero suplente (Marcos Díaz) y la de un 4 que ni siquiera está en consideración del DT y cuya compra se intuye por cuestiones políticas, como es el caso de Kevin McAllister, hijo de Carlos, mítico defensor de Boca y ex funcionario del gobierno de Mauricio Macri.
En el mediocampo, Boca sumó a dos futbolistas de renombre, pero no en sus mejores condiciones físicas: el italiano Daniele De Rossi, que cumplió su sueño de jugar en La Bombonera, y Eduardo Salvio, por el que se gastó una abultada suma de dinero y que cuando jugó mostró su calidad, pero que siempre fue una fija en la enfermería del club.
Y lo más importante: la falta de un 9 que no haga a los hinchas extrañar a Martín Palermo. Con un Wanchope Ábila que no termina de convencer y que acumula lesiones en el último año, la dirigencia decidió apostar por dos futbolistas que por ahora no parecen ser para Boca: el venezolano Jan Hurtado, de 19 años, y el ex Unión Franco Soldano, de 24, con pocos pergaminos a pesar de ya haber dado su salto al fútbol europeo.
Es por ello que los principales interesados en revertir el 2 a 0 del Monumental son los miembros de la dirigencia. Temen que un cachetazo el próximo martes se refleje en las urnas, que se abrirán en los primeros días de diciembre. Están desesperados, y han llegado al extremo de contactar a un “brujo” para que los ayude frente a su eterno rival en la obtención de un triunfo en el plano internacional. Su frase sobre el “pasaporte al día” lo condenó a Angelici.
El panorama es muy adverso. Desde las lógicas del fútbol, revertir un 2 a 0 no es una misión imposible. Pero en este contexto, no quedan muchas esperanzas. Sólo el milagro. De lo contrario, será el adiós de muchos.
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