Belleza y riesgos de los monólogos
*Por Ángel Stival. Los monólogos suelen ser usados con frecuencia por los escritores como recursos narrativos.
Dos de ellos, a cargo de mujeres, son emblemáticos: el de la adúltera Molly Bloom en el final del Ulises , de James Joyce (1882-1941), y el de la sufrida Maga de Horacio en el capítulo 32 de Rayuela , de Julio Cortázar (1914-1984).
"Antes de ayer nomás –piensa Molly– estaba garabateando algo en una carta cuando entré en la sala de la calle buscando los fósforos para mostrarle la muerte de Dignam en el diario como si algo me lo hubiera dicho y él tapó con el secante haciéndose que meditaba en los negocios muy probablemente para alguna que se ha creído haber dado con un candidato porque todos se ponen un poquito así a su edad especialmente cuando se acercan a los 40 como él ahora para sonsacarle todo el dinero que pueden con zalamerías no hay tonto más tonto que el tonto viejo...".
"Soy capaz de caminar una hora bajo el agua –le escribe la Maga a su bebé– si en algún barrio que no conozco pasan Potemkin y hay que verlo aunque se caiga el mundo, Rocamadour, porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero, si uno se ordena como un cajón de la cómoda, y te pone a ti de un lado, el domingo del otro, el amor de madre, el juguete nuevo, la gare de Montparnasse, el tren, la visita que hay que hacer...".
La incomunicación. Son fragmentos de dos textos de gran belleza, escritos por hombres que han logrado una penetración inusual en dos personajes femeninos entrañables, textos que se hacen voces, que tocan fibras sensibles, nos transmiten sentimientos y emociones, sin otro recurso que la palabra escrita.
Son monólogos desgarradores porque trasuntan la incomunicación. Detrás de uno hay dos vidas disociadas en forma irremediable que podrán seguir siendo comunes, pero que transitarán en mundos paralelos, sin contacto. La otra incomunicación es quizá todavía peor, es la de alguien que contempla el espectáculo de intelectuales que discuten sobre cosas inentendibles y, al mismo tiempo, siente que la vida está en otra parte, que la inteligencia es otra cosa, y que también habita en el corazón.
Belleza y riesgos de los monólogos. Así son también algunos diálogos en los que los sonidos salen con una intención y son recibidos de otra.
Belleza y riesgos de los discursos, asimismo, que quizá son pronunciados ante multitudes, pero que, a veces, terminan en meros monólogos.