DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Barras bravas: la violencia da identidad

*Por José Garriga Zucal. Para las "barras bravas" el aguante es un sistema de honra y prestigio vinculado indefectiblemente a las prácticas violentas.

Aquellos que afrontan el desafío de la lucha corporal demostrando bravura, valentía y coraje son reconocidos y respetados por sus pares como aguantadores.

El aguante funda un sistema de valores , un marco de percepción del mundo, un sistema moral, restringido al contexto del fútbol. La "barra brava", a diferencia de los otros actores que tienen prácticas violentas en el fútbol, hace de estas acciones una herramienta de distinción.

Así generan un sistema de diferenciación. La "barra brava" es el colectivo que congrega a los que tienen aguante. Y como toda identidad es relacional, los "barras" definen un "nosotros" diferenciándose de aquellos que no hacen de la violencia una marca de pertenencia.

Esto es posible sólo a través de los mecanismos de distinción, de la muestra y exhibición del aguante. No sólo hay que pelearse sino, también, exhibir las particularidades que los caracterizan: cantar que se pelean, mostrar cicatrices y alardear de su resistencia al dolor.
Pero estas estrategias de distinción son contextuales y relacionales.

Los integrantes de las "barras" eligen dónde y contra quién pelearse. Las piñas, pedradas y palazos son las herramientas constitutivas de la identidad aguantadora en el mundo del fútbol, pero no en todas sus interacciones sociales llevan la violencia como carta de presentación.
Aclaración que es necesaria para desnaturalizar la violencia y pensar posibles soluciones al problema . Es necesario, entonces, pensar que estos grupos son practicantes de acciones con sentidos sociales y no locos o salvajes, ejemplos de irracionalidad. Es más, muchos jóvenes hacen de la violencia un testimonio de membresía que abandonan al ingresar al mundo adulto.
Ahora bien, entendiendo que la locura no es el móvil de la acción de las "barras" es necesario pensar por qué eligen a la violencia como particularidad distintiva.

La "elección" de acciones condenadas socialmente como señales de pertenencia adquiere una relevancia no posible para otras identificaciones y establece rápidamente "otredades" y "nosotros", que más allá de la reprobación funcionan definiendo membresías.

En un mundo social en crisis donde las formas de clásicas de pertenencias como el trabajo y la educación están en ruina , los grupos como las "barras bravas" otorgan la calidez del abrigo identitario. Estas prácticas, a pesar de su bagaje negativo y estigmatizado, se constituyen en la fragilidad del mundo contemporáneo en un lugar propicio donde construir pertenencias.

Es así como los "violentos", identificados externamente de esa manera, conocen la representación estigmatizada que sobre ellos recae y, en muchos casos, juegan a dar un valor positivo a varias de sus acciones, que para una buena parte de la sociedad poseen valores negativos. Las acciones violentas son marcas distintivas externa e internamente: mientras que para unos es señal de irracionalidad y salvajismo, desde la concepción de los integrantes de la "barra brava" son signos de pertenencia vinculados al honor grupal.