Sociedad
Bares y restós para todos los gustos
Conocé la primera parte de los bares y restós imperdibles que rebosan arte, sabores originales y personalidad propia.
El Pituco: Casa Cavia
Casa Cavia no es un restaurante, no es una florería, no es una librería, no es una editorial. Es un universo atemporal, un país de oficios, cómo se hacían las cosas antes, con estudio, decisión y dedicación. Cuenta con “vajilla artesanal hecha únicamente para esos platos, los platos hechos para el regocijo, la barra hecha para la música, la literatura sonando para inspirar. La carta que habla del cuidado al producto, la literatura que habla de la historia, el pasado que se esconde en los pisos, y las flores que aunque las veamos morir y renacer, serán siempre la metáfora de cómo la perfección puede hacerse lugar a través del tiempo”, anuncia en su web. De la carta, destacamos: Fideos de trigo sarraceno, panceta laqueada y shiso en tempura; carne ahumada, puré de papas y ajos confitados o la tira de asado marinada, verduras de la huerta y hierbas frescas. Queda en Cavia 2985, Palermo Chico
En clave española: Plaza Mayor
Federico Yahbes chef, consultor en marketing gastronómico y gerente de este restaurante porteño escribió junto a Gabriel Espiño el libro “La Magia en la Cocina” donde señala que en los platos aparece la huella de la infancia. Asegura que la cocina es mágica porque contiene “el asombro de los sabores, los placeres que íbamos descubriendo y que se transmiten de generación en generación”. Es cierto. El arroz con mariscos y el pulpo es un pase de magia gastronómico. La ensalada de frutos del mar y la trucha a la manteca negra de Plaza Mayor producen efectos que parecen sobrenaturales. Queda en Venezuela 1399, Monserrat.
El familiar: Varela Varelita
El Café Varela Varelita permite al comensal trasladarse a otro tiempo. Pero debo derribar un mito: el nombre del local no se debe a la orquesta del mismo nombre sino al apellido del propietario original del café: Don Varela. Allí colaboraba su hijo, conocido como “Varelita”. Uno de sus principales habitués fue Héctor Libertella, autor entre otras obras del libro de relatos Cavernícolas. Cuentan que el escritor les hizo creer a los dueños que el whisky J&B se llamaba así por José Bianco, escritor y jefe de redacción de Sur. Por eso, cuando algún parroquiano pide una medida de whisky se escucha al mozo gritar: “¡Marche un Pepe Bianco!”. Otra presencia insoslayable del café fue “Chacho” Álvarez, que había adoptado el café como su despacho vicepresidencial. Queda en Scalabrini Ortiz y Paraguay, Palermo.
Muy Trash: Desarmadero Bar
En Palermo se encuentra el Desarmadero Bar donde te da la bienvenida la cara de “El Viejo del Desarmadero” -obra realizada por el artista Alfredo Segatori- y el Desarmadero Session con mural de “La Vieja del Desarmadero” pintado por el gran Martín Ron. Ambas intervenciones artísticas invitan a descubrir todo lo que estos novedosos bares tienen para ofrecer. En particular, la obra de Segatori cautiva. Está hecha con paragolpes, caños de escape y otras chatarras provenientes de autos, calefones y artefactos desechados que ahora lucen incrustados en la pared exterior del local. El “viejo” de la obra –explica el artista- no es nadie en particular, sino un ser “resignificado por lo que la gente viene diciendo de él…Lo que más me gustó de todo lo que escuché es que se parecía a un dios desorientado”. Una vez que se traspasa la puerta de estos bares aliados, arranca un mundo de sabores. La propuesta gastronómica de ambos está basada en opciones de tapeo caliente, platos con impronta hogareña, y opciones de street food como sus tradicionales hamburguesas y sándwiches. Quedan en Gorriti 4300 y Gorriti 4295, esquina Lavalleja, Palermo.
Dejá tu comentario