Bajo la sombra de "Ricardito"
*Por Eduardo Paladini. El 31 de marzo de 2009, a eso de las tres de la tarde, Elisa Carrió se movía nerviosa en su amplio departamento de la avenida Santa Fe.
Caminaba e insultaba al aire. Le apuntaba, concretamente, a su aliada Margarita Stolbizer, quien se negaba por ese entonces a ceder el segundo lugar en la lista de candidatos a diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires.
La líder de la Coalición Cívica pretendía ese lugar para "Ricardito". Stolbizer, cabeza de la boleta, le ofrecía el tercero.
Hasta aquel día, políticamente, Ricardo Alfonsín era eso, "Ricardito", un dirigente del radicalismo bonaerense que había llegado tarde a los cargos partidarios, ya pasados los 40, y cuyo apellido pesaba mucho más por la herencia familiar y el parecido físico que por su recorrido como dirigente. En su último antecedente electoral, en octubre de 2007, como postulante a gobernador, había sacado apenas el 5%.
Pero el 31 de marzo de 2009, mientras Carrió insultaba, Raúl Alfonsín se moría. Y "Ricardito" pasó a ser "Ricardo". Y ya nadie cuestionó que quedara segundo en la lista bonaerense. Y muchos radicales empezaron a verlo como la variante que podía eclipsar la candidatura presidencial del "traidor" Julio Cobos. Y a él le gustó.
Lo que vino luego fue puro vértigo. Por errores propios y ajenos, los aliados y rivales internos de Alfonsín (h) se empezaron a caer. Primero Carrió, porque no se bancaba a su entorno. Luego Cobos y Ernesto Sanz, que primero se subieron y al rato se bajaron de una interna absurda.
Y entonces, "Ricardo" se encontró solo, precandidato presidencial como soñaba, pero con nulas chances de pensar en un triunfo. Perdido por perdido, sacrificó a su último aliado ideológico, Hermes Binner, para pegarse a un dirigente al que había cuestionado duro y parejo y con el que no parecía tener ninguna afinidad: Francisco De Narváez.
A casi dos años y medio de aquel 31 de marzo, primarias mediante y con un resultado pobre, "Ricardo" volvió a ser un poco "Ricardito".