Avanza la suma del poder público
* Por Ricardo Kirschbaum. Si se aplicara en la Argentina la opinión del presidente ecuatoriano, los participantes en la protesta debieran ser juzgados por atentar contra la Constitución.
Porque, según lo afirmó, todo aquel que en América latina se oponga a los gobiernos como el que él encabeza en su país forman parte de la más pura reacción. Así, por extensión, Correa metió en la misma bolsa a los venezolanos, bolivianos, ecuatorianos y argentinos que piensan diferente a sus gobiernos.
Cristina Kirchner, más cauta que su admirado amigo, reivindicó tibiamente el derecho a protestar en un acto en el que, otra vez, la principal protagonista fue ella y su historia política como dirigente y legisladora. La Presidenta habló antes de subir al avión para participar en Lima de una reunión del Unasur, en la que Nicolás Maduro, flamante mandatario venezolano, denunciaría como un intento de golpe de Estado la gigantesca movilización que la oposición de su país lanzó a las calles para reclamar que se haga un nuevo escrutinio. Hernán Capriles fue derrotado el domingo por Maduro por algo más de un punto y medio, en una dramática y sorpresiva definición.
Ese matiz de diferencia con Correa quedó relegado por la enfática defensa que hizo Cristina de la reforma judicial, que se está votando en el Congreso. Y su discurso pareció hablar de otro país. Esto es referirse sólo a aquellos casos judiciales en los que el Gobierno no obtiene los fallos que quisiera. Por ejemplo, el de la Cámara que afectó al corazón de la ley de medios, al declarar la inconstitucionalidad de un artículo clave, al relacionar esta ofensiva oficial con la afectación de la libertad de expresión. Por primera vez se unió esa embestida contra los medios no adictos con el cercenamiento de derechos.
Pero también aludió a las diferencias que surgieron en el oficialismo con las restricciones a las medidas cautelares. Cristina intentó defender el pobre papel que hizo el delegado de La Cámpora en Justicia, Julián Alvarez, al decir que no había que preocuparse porque su Gobierno nunca afectaría a los pobres. Fue una alusión a las críticas que el titular del CELS y periodista, Horacio Verbitsky, había hecho a la limitación de las cautelares. "Quien se va mucho hacia el Este aparece en el Oeste", dijo Cristina, aludiendo a que una crítica desde su propio bando termina ayudando a los que resisten la reforma. Las modificaciones que votó el Senado no solucionaron el pleito interno.
La manifestación de anoche ha sido una fuerte respuesta al avance del Gobierno hacia la suma del poder público.
Cristina, como Correa, tiene una idea autoritaria en la que la autonomía de los poderes democráticos, si afecta a sus políticas, es subversiva. Entonces, hay que doblegar a la Justicia para terminar de cerrar el círculo y ponerse a salvo de cualquier investigación por corrupción, un volcán que está en erupción.