Autodestrucción oficialista
Por más esfuerzo y voluntad que ponga, la alianza política gobernante no puede disimular la crisis típica de una fuerza en retirada. Lo ha demostrado estos días con los enfrentamientos absurdos entre funcionarios y dirigentes radicales de primera línea.
Primero fueron los cruces entre las autoridades de Obras y Servicios Públicos con EDECAT por la mala calidad del servicio y las responsabilidades que le caben a cada uno. Luego sobrevinieron las inculpaciones mutuas entre la distribuidora de energía y el Ente Regulador (ENRE) por la sobrefacturación indebida a más de 14.000 usuarios en el último bimestre. Y a eso se sumaron las críticas públicas del ministro de Salud y candidato a diputado nacional por el FCS como primer suplente, Mario Marcolli, a los radicales Augusto "Mocho" Acuña y Horacio Pernasetti por haberlo cuestionado en las preliminares de las primarias del 14 de agosto por su doble simpatía con Ricardo Alfonsín y Alberto Rodríguez Saá. Los radicales le reprochaban que no apostara todo al candidato de la UDESO. Marcolli había dicho por esos días, en una conferencia de prensa, que él estaría junto al candidato presidencial con el cual pudiera cerrar un "acuerdo económico", en alusión al imprescindible apoyo financiero en la campaña electoral. Finalmente no pudo cerrar trato con el mandatario puntano y éste fue solo en la boleta, sin candidato a diputado nacional.
Anteayer, Marcolli explotó: "A mí me hicieron un escándalo y no me dejaron que acompañe a Rodríguez Saá. Ahora no escuché a nadie decir nada cuando (Gustavo) Jalile hizo lo mismo", dijo y admitió estar enojado con Acuña y Pernasetti, pero especialmente con el primero, porque afirmó que se había "equivocado de ventanilla". Y como si fuera poco, opinó que el fallo de la Cámara Electoral que le impide a Jalile "colgarse" de la boleta presidencial del puntano "se ajusta a derecho". "Si quieren seguir, en todo caso, que corten boleta", desafió. Lo de Marcolli es puro despecho. Nunca asumió la derrota en las primarias a manos de Jalile, pero, sobre todo, nunca ocultó su bronca por la falta de apoyo del gobernador Eduardo Brizuela del Moral y, por ende, de los renovadores radicales. La torpeza está dada por el hecho de que él también figura en la boleta que lleva a Jalile como primer candidato a diputado, su foto acompaña la propaganda gráfica y él en persona debería acompañar en los actos de campaña. Sin embargo, los que conocen bien a Marcolli saben de sus habituales desplantes, de sus declaraciones anti políticas y de su lengua incontenible; en suma, de su tendencia irrefrenable al sincericidio. El cuidado de las formas y del sentido de la oportunidad nunca fueron virtudes del jefe de la cartera sanitaria.
Con Acuña sucede algo por el estilo. Desde siempre, "el Mocho" se ha caracterizado por hacer declaraciones con formato de título periodístico. En pocas ocasiones, no obstante, sus palabras fueron equivalentes a sus acciones. Esta vez, el líder de la línea Roja de la UCR y director del ENRE -además de haber puesto de pésimo humor a Marcolli antes de las internas de agosto- salió a golpear al entorno del gobernador Brizuela del Moral al afirmar que éste se encuentra en soledad por culpa de un "gabinete en fuga". Aunque no identificó a qué parte del gabinete se refería, es de suponer que aludía a las áreas técnicas vinculadas con la prestación de los servicios y las obras públicas. Tan errado no está: desde hace varias semanas, hay despachos oficiales desiertos en el Poder Ejecutivo. Muchos de los "incondicionales" de la primera hora andan más ocupados en la búsqueda de nuevos conchavos que en los deberes presentes. Otros tienen como excusa la necesidad de tomarse las vacaciones que, según dicen, nunca gozaron. Y otros están pero no hacen nada. Son realmente pocos los que, como dice el subsecretario de Asuntos Municipales, Víctor Quinteros, siguen al pie del cañón "defendiendo la gestión". El problema es que Acuña dice lo que se sabe pero no conviene decir. Al igual que Marcolli, la prudencia política le pasó de largo. Desde un punto de vista estratégico, nada más errático que ventilar diferencias internas en medio de una campaña electoral. Menos ahora que el FCS necesita sumar votos para retener la banca nacional que pone en juego el domingo 23. Pero está visto que en el oficialismo no hay quien junte las cabezas y gobierne la coyuntura.