Aunque no lo veamos, el dólar siempre está
Por Alejandro Robba. Esta semana volvieron los temores sobre un nuevo salto del valor del dólar. Las razones son claras, la demanda por dólares no baja y la oferta no aparece.
Esta semana volvieron los temores sobre un nuevo salto del valor del dólar. Las razones son claras, la demanda por dólares no baja (por temor a que siga aumentando su valor) y la oferta no aparece. Pero el temor no es zonzo: las reservas del BCRA la semana pasada bajaron del escalón psicológico de los 50.000 millones de dólares, cayendo en 27.755 millones desde el pico máximo de abril de este año, momento en que el FMI realizo el cuarto desembolso por casi 11.000 millones. En cuanto a las reservas netas, los cálculos más optimistas hablan de sólo 12.500 millones.
Por el lado de la oferta, sólo el FMI es quien incrementa las reservas desde hace más de un año debido a que, a partir de febrero del 2018, el mercado voluntario de deuda no le presta un solo dólar al gobierno y el saldo de balanza comercial positivo de los últimos meses no se acumula en las reservas, sino que sale por las otras cuentas del balance de pagos.
Respecto al FMI, cabe señalar que su último desembolso por 5.400 millones fue en julio y el próximo, que estaba programado para octubre, sigue en veremos. Este martes, a la reunión en Washington que tenían previsto el Ministro Hernán Lacunza y el presidente del BCRA Guido Sandleris, se sumó el Presidente de la Nación. Por los trascendidos se vendrán con las manos vacías, lo que sería más que un desaire para la investidura presidencial. No obstante, el gobierno que sabe que los dólares del FMI están lejos y que seguramente no llegaran durante esta gestión, le sacó una reunión de compromiso al Fondo para el 14 de octubre con la excusa de “seguir negociando” el ingreso de los fondos, que parece más a un acto de campaña previa al 27 de octubre, que una instancia más para la llegada de los dólares. Un dato de color. El 14 de octubre es feriado en EE.UU. por la conmemoración del descubrimiento de América.
Por otro lado, los que siguen “remolones” para liquidar los dólares, son los exportadores. Las medidas del domingo 1 de septiembre que les obliga a llevarlos al BCRA dentro de los 15 días corridos, no han tenido casi ningún efecto. La información que surge de las cámaras de aceiteros y de cereales, que representan el 41% de todas las exportaciones argentinas, indica que la liquidación de agro dólares de los 8 primeros meses, fue la menor de los últimos 3 años, aun teniendo en cuenta la actual cosecha record. En este caso, podríamos rememorar el viejo y conocido dicho de un ex ministro de economía radical que en los años ochenta se quejaba porque decía que les hablaba a los mercados con el corazón y ellos contestaban con el bolsillo. Pero business are business y si estos empresarios piensan que el precio del dólar va a seguir subiendo, y no necesitan liquidar para atender el normal desarrollo de sus negocios, por qué lo harían si no son filántropos ni curas de la opción por los pobres. Además, comparten con el propio gobierno el credo de la maximización de ganancias que luego “derraman” sobre el resto de la sociedad, algo que la realidad no verifica.
Así las cosas, y casi descartado el ingreso de los 5.400 millones de dólares del FMI, se le complica a Macri y a su equipo económico cumplir con el programa financiero, en buen romance, no estarían asegurados los dólares para pagar los vencimientos de deuda de aquí al 10 de diciembre.
Pero, si ninguno de nosotros posee bonos de deuda argentina y casi seguro no tenemos posibilidades de comprar grandes sumas de dólares, porque preocuparnos por el valor del “billete”. Bueno, en el mediano plazo, si no se puede pagar la deuda externa y el país ingresa en cesación de pagos, los efectos negativos sobre toda la sociedad son incalculables. Solo pensemos en la crisis del 2001 para intentar entender esos efectos.
Y en el corto plazo, una nueva devaluación metería más nafta al fuego sobre la ya altísima inflación, que hoy se calcula por arriba del 55% anual. Más inflación es menos poder de compra por parte de aquellos que cobramos nuestros ingresos en pesos, potenciando el ciclo vicioso de la caída del consumo, el cierre de empresas y el aumento del desempleo. Por eso, aunque “nunca hayamos visto un dólar”, cualquier argentino sabe que nada bueno pasa si el dólar se dispara y el gobierno, como en toda su gestión, no pudo ni puede asegurar que no suceda.
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