DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Aturdidos por los gritos del silencio

Por Carlos Sacchetto* El kirchnerismo tiene un relato explicativo de la realidad con el cual intenta ponerla siempre a su favor.

Con el objetivo de construir realidades virtuales que se ajusten a las necesidades del relato, el Gobierno abusa de la credibilidad que le da el 54 por ciento de los votos y para eso utiliza la verborragia presidencial. Pero también lo hace con sus silencios que, a veces, dicen más que discursos enteros. La última semana fue pródiga en ejemplos.
 
Se suceden las quejas por las consecuencias que tiene el bloqueo a las importaciones y no hay palabra oficial al respecto. Los legisladores se aumentaron más del 100 por ciento sus dietas y el Ejecutivo se quedó callado.

Sigue la lista: el Vicepresidente Amado Boudou y otros funcionarios están mencionados en un gravísimo caso de corrupción y en la Casa Rosada todos hacen el gesto del dedo índice sobre sus labios, igual que ese retrato de la enfermera que vemos en los hospitales.
 
Lo mismo con detalles del espionaje a los dirigentes sociales, la pelea con Hugo Moyano, la disputa entre Daniel Scioli y el vice, Gabriel Mariotto; la polémica por la minería y tantos otros temas similares. El silencio es una manera que tiene el Gobierno de convencerse de que esos problemas no existen.

Frente externo

La repercusión por las trabas comerciales a la importación no es menor. Hace unos días la Cámara de Comercio norteamericana que nuclea a empresas de ese origen, junto a otras 10 organizaciones con intereses en el país, expresaron su "seria preocupación" por las medidas que limitan la entrada de productos y servicios.

El tema llegó al Consejero para asuntos económicos internacionales del presidente Barack Obama, Michael Froman, y el primer comentario fue jugoso.

Según dos empresarios norteamericanos que llevan muchos años en Buenos Aires, de manera no oficial se les notificó que las instrucciones que tiene el Departamento de Estado en relación a la Argentina es recoger todas estas inquietudes pero manejarlas con muchísima discreción. Eso quiere decir no hacer nada por el momento.

La razón es que el gobierno de EEUU no querría exponerse a una reacción desmedida de la Casa Rosada, aprovechando el brote nacionalista surgido del diferendo con Gran Bretaña por las islas Malvinas. Sobre todo, luego de que Washington señalara que no comparte el criterio de la Argentina acerca de una supuesta militarización del Atlántico sur, como lo denunció el canciller Héctor Timerman en Naciones Unidas.

El tema ocupa espacios en la prensa internacional y motiva diversos comentarios. En el influyente Financial Times, el periodista Jimmy Burns escribió que "la presidenta Cristina Fernández tiene tiempo de recibir al actor Sean Penn y no al presidente de Repsol-YPF".

Aludió así a la decisión del Gobierno de desgastar la relación con los españoles, con vistas a una re-nacionalización de esa empresa petrolera. 

En lo comercial, las dificultades que generan las trabas a las importaciones ya no se limitan a los productos tecnológicos o insumos industriales.

Ahora faltan medicamentos. Desde Brasil, en tanto, llegan cada vez más sonoras las quejas de los empresarios que piden respeto a las reglas de juego. Pero Guillermo Moreno, ejecutor de esa política, también hace del mutis una constante.

Otros principios

Christian Wulff, hasta el viernes presidente alemán y hombre de confianza de Angela Merkel, tuvo que renunciar a su cargo porque lo acusan de tráfico de influencias. En Brasil, la presidenta Dilma Rousseff ya se desprendió de ocho ministros sospechados de corrupción.

Esos ejemplos ilustran, por contraste, lo que sucede con el Vicepresidente Amado Boudou, a quien se vincula a maniobras dudosas con la situación de Ciccone Calcográfica, la imprenta privada más importante del país.

Aunque nadie -incluido Boudou-, hable del tema de manera oficial, las desventuras del vicepresidente son la comidilla de los despachos ministeriales. En esas oficinas se relatan supuestas discusiones a viva voz ocurridas en la residencia de Olivos en las últimas semanas, y en las que Cristina se habría mostrado furiosa con su vice rockero.

También se menciona que uno de los ministros, que no suele actuar por fuera de las instrucciones presidenciales, habría dado luz verde a dos colaboradores del área de comunicación para realizar algunas operaciones mediáticas contra Boudou.

Esas disputas internas en el kirchnerismo se agitaron aún más con otros cuatro episodios en los que la actuación del Gobierno fue, cuando menos, polémica: el fuerte apoyo oficial a la explotación minera a cielo abierto; la no desaprobación del desmedido aumento de remuneraciones que se asignaron los legisladores; las acciones de espionaje a dirigentes opositores por parte de Gendarmería y la dura represión a ex soldados movilizados en el continente durante la guerra de Malvinas.

Sobre este último hecho se montó Hugo Moyano para firmar, en nombre de la CGT que lidera, un documento en el que comparó al Gobierno nacional con el macrismo.

El camionero insistió en la puja que sostiene con la Presidenta y se preguntó sin inocencia: "¿Algo está cambiando en la Argentina?"