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Así se fabrican los IPhone en una secreta y tenebrosa fábrica en China

La marca más cool de los últimos años se produce en un marco de abusos, maltratos y suicidios.

Shenzhen, China. Allí entre el paisaje de los suburbios aparece la planta de Lognhua de Foxxcon, un complejo fabril que incluye galpones y dormitorios. Allí se fabrican productos de la marca más vanguardista de los últimos años: Apple.

Esta fábrica es una de las más conocidas del mundo y también una de las que posee mayor seguridad. Lo que ocurre en su interior es ultrasecreto. O lo era, por lo menos hasta ahora, que por primera vez un periodista occidental pudo ingresar sin custodias a las instalaciones.

En Longhua, cada uno de los 1,3 millones de empleados que trabajan allí, no pueden ingresar sin utilizar sus tarjetas electrónicas. A los transportistas que ingresan insumos al predio se les toman las huellas digitales.

Cuentan que alguna vez un fotógrafo de la agencia de noticias Reuters fue bajado de su auto a la fuerza y lo golpearon, sólo por intentar sacar fotos de la fábrica desde su exterior.

Pero ahora, un cronista del periódico británico The Guardian, Brian Merchant, ingresó de una manera casi absurda: pidió usar el baño.

Merchant viajó hasta el lugar junto a un colega chino, al que prefiere llamar Wang Yang. Un taxi los dejó frente a la fábrica y enseguida se toparon con un grupo de ex trabajadores. "No es un buen lugar para los seres humanos", les dijo uno de ellos, que trabajó allí durante un año. "No ha habido mejoras desde las denuncias en los medios", agregó Xu. Él y un amigo relataron jornadas laborales de 12 horas, jefes agresivos y promesas de paga doble de las horas extras que nunca se cumplieron.

Además, recogió otros testimonios que narran que a pesar de las denuncias realizadas en años anteriores: en 2010 estalló un escándalo internacional cuando se reportaron 18 intentos de suicidio, de los cuales 14 tuvieron "éxito". ¿La modalidad? Los trabajadores se lanzaban al vacío desde los dormitorios del complejo en respuesta a las pésimas condiciones laborales: jornadas interminables, incumplimiento de los beneficios prometidos y hasta castigos por ir al baño durante su turno laboral.

En aquel momento, Steve Jobs dijo que la empresa se estaba "ocupando del tema" y que la tasa de suicidios estaba "dentro del promedio nacional" de China. Desde entonces, la empresa dijo haber tomado medidas para mejorar en algo el ambiente laboral, pero no se supo más del tema.

La respuesta del CEO de Foxconn, Terry Gou, encendió más los ánimos: decidió poner redes al costado de los edificios para contener a los cuerpos que caían en los intentos de suicidios. Además, obligó a que los trabajadores firmasen un compromiso por escrito de que no intentarían suicidarse.

Otra de las denuncias de los trabajadores es que al ingresar a Foxxcon, les prometen vivienda gratis pero luego, se los obliga a pagar enormes cuentas de agua y electricidad. En los dormitorios, que están diseñados para ocho personas, suelen dormir doce. Y muchos trabajadores firman un contrato en el que les reducen su paga si abandonan la empresa antes de los tres meses de prueba.

Merchant recogió muchos testimonios de trabajadores actuales y pasados. Si bien la mayoría conocía la mala reputación de Foxxcon antes de ingresar, decidían probar suerte por razones económicas.

Xu, uno de los testigos, narró que las reprimendas de los jefes a los operarios por un error en su trabajo son hechas en público, en grandes reuniones. "Es insultante y humillante, permanentemente. Castigar a alguien de manera ejemplar para que el resto lo vea es una constante", explicaron ante el enviado de The Guardian. "Muchas veces les hacen leer una promesa en voz alto de que no volverán a cometer el mismo error" y agregó que un compañero suyo que fue humillado durante una de esas reprimendas públicas y enseguida se vio envuelto en una pelea. No lo pudo superar. A los pocos días, se arrojó de la ventana de un noveno piso.

"¿Por qué el incidente no se difundió en los medios?", consultó el cronista británico. "Acá es así. Un día muere alguien y al otro día eso nunca existió", le respondieron.

Durante cerca de una hora, el cronista del diario británico y su colega chino caminaron por el enorme predio que ocupa la planta de Foxconn en Shenzhen.

"Es como una ciudad. En las partes más alejadas, se ven derrames de químicos, instalaciones oxidadas y trabajo industrial sin mayor supervisión. Cuando uno se acerca al centro de las instalaciones, la infraestructura y la calidad de vida mejora", describió el periodista.

Después de una hora de caminata y de comenzar a sospechar que algún alerta podría haber sonado al no regresar a su puesto de control, comenzaron a caminar hacia el exterior y salieron por otra puerta, mezclados entre decenas de trabajadores. En su visita no vieron obreros con las manos sangrantes ni otros signos brutales. Sí, por supuesto, instalaciones que seguramente violan las reglamentaciones de seguridad laboral en Estados Unidos. Pero como habrá muchas fábricas que también violan las leyes en Estados Unidos.

En Foxconn, se respira una sensación de opresión, de silencio espeso que se condice con su fama y se trasluce hasta en la mirada de sus trabajadores. "Cuando me fijé en las fotos que alcancé a robar, no pude hallar a nadie sonriendo", reveló Merchant.

La empresa que promete felicidad al tener sus productos, no lo hace con quienes los fabrican. Has lo que yo digo, no lo que yo hago.