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Así fue el primer día del Gordo Valor fuera de prisión, en las calles de Buenos Aires

Un paseo por Once, una porción de pizza y cómo cambió la ciudad durante sus días en cautiverio.

En su primera salida desde que recuperó la libertad, el Gordo Luis Valor recorrió Once con su esposa Nancy y su sobrino. Como un niño que mira el mundo por primera vez, Valor miró sorprendido los autos, los colectivos, las motos, los negocios, la muchedumbre.

-Esto es la calle. La extrañaba tanto, con sus ruidos y sus aromas. Es hermoso el olor de la libertad -dijo el ex líder de la superbanda más temida por la Bonaerense, un grupo criminal experto en robar bancos y blindados armados con metralletas, pistolas y fusiles.

Valor entró en la pizzería ubicada frente a Plaza Miserere (Plaza Once) y se sorprendió por un detalle que no es menor:

-¡Acá estaba La Perla de Once! Tanguito y Nebbia compusieron La Balsa. ¿Por qué lo cerraron? Si habremos venido acá con los muchachos. Se formaron bandas de rock y bandas de ladrones -dice con una sonrisa a Infobae, que compartió con él su primer paseo libre.

Luis el Gordo Valor y su mujer Nancy a la salida del penal Urdampilleta


La pizzería estaba llena, pero nadie reconoció a Valor, pese a que en los canales de noticias de los dos televisores del lugar pusieron al menos tres veces una foto suya y el título con tipografía gigante: "Liberan al Gordo Valor".

El grueso prontuario AP 389822 lo identifica como Luis Alberto Valor González, de 63 años.

Se hizo famoso como El Gordo Valor: apodo que recibió cuando era un alfeñique y al que hizo honor engordando a la par que su patrimonio. El ex líder de la superbanda que asaltó más de cincuenta camiones blindados y bancos en las décadas del 80 y 90 jura que se retiró del delito y anuncia que pronto estará en libertad.

-¿Qué piensa hacer ahora que está libre?

-Disfrutar de la vida con la Nancy, pasear, ver a mis hijos, a mis sobrinos, a los amigos que son buena gente.

El Gordo Valor almorzó junto a su esposa en una pizzeria en Once

-¿No extraña robar?

-Se terminó. Por más que quisiera, no podría. Pero no quiero. Uno extraña la adrenalina de robar. He robado dos veces el mismo lugar, como si fuera un desafío.

-¿Qué haría si un ex compañero le ofrece volver al ruedo por un botín millonario?

-Le diría que se dedique a otra cosa. Uno por ser ladrón se pierde de vivir. La vida te pasa por el costado. Tus hijos crecen, uno envejece. Quiero empezar de nuevo. Sueño con vivir bien los años que me quedan. Estoy enfermo, con presión alta y diabetes. Necesito estar libre para tener un mejor tratamiento. Robar está mal, aunque nunca le robé a un pobre. Me cansé de la mala vida. No quiero delinquir más.

La pizzería estaba llena, pero nadie reconoció a Valor, pese a que en los canales de noticias de los dos televisores mostraban sus fotografías

-¿Nunca se le cruzó que podría haber elegido otro camino?

-En un comienzo intenté ser un hombre honesto. Mi familia era decente. Soy el segundo hijo de cinco hermanos, tuve una madre que me cuidó y se esforzó por dar lo mejor y un padre que trabajó muy duro para que no nos faltara nada. No sé cómo me convertí en el ladrón más famoso de la Argentina.

-¿No sabe cómo fue que empezó?

-No fue algo que pasó de un día para el otro. ¿Existe algo que pase de un día para el otro? Yo creo que no. Mi familia siempre luchó mucho y la comida nos faltó igual. Ahora creo que por eso, de alguna manera, me hice delincuente. Gente de avería, como decían los viejos periodistas en las páginas policiales de los diarios. No quería que a mi familia le faltara nada. Pero ahora ya sé que esto se terminó. Nunca más vuelvo a robar.

(Fuente Infobae)