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Argentina vs. Grecia: dos defaults con realidades opuestas

Por Germán Fermo* Pocas ciudadanías han tenido la desdicha de conocer un default soberano.

Los defaults no ocurren de la noche a la mañana, son el resultado de una inaceptable política fiscal diseñada bajo el supuesto de crecimiento permanente sin preparar a la economía contra un shock recesivo.

Ningún modelo económico es responsable del default, se puede defaultear siendo comunista, socialista o liberal. El verdadero padre del default es la irresponsabilidad fiscal y la improvisación macroeconómica: se gasta mucho más de lo que se debe durante muchos años y se supone que la economía andará bien in eternum.

Cuando finalmente se choca con la tragedia de un default, no se sale con inmediatez y tampoco con recetas sencillas. Los defaults duelen muchísimo socialmente, a esa altura es un combo explosivo de tragedias sociales y económicas, cada una retroalimentando a la otra.

El potencial swap de Grecia se considera voluntario. Esa es una diferencia técnica no menor respecto a la forma en la que Argentina encaró el suyo. Con toda Europa detrás es bastante más fácil conseguir apoyo, relativo a lo sola que dejó a Argentina la comunidad internacional a fines del 2001. Y esto no es una defensa del desmanejo fiscal de Argentina durante los años predefault. Aun así, no es claro si eventualmente Grecia podrá cerrar el acuerdo y mucho menos si funcionará. Independientemente de que el swap griego se considere como voluntario y por ende no un default en sentido estricto, lo cierto es que Grecia no pagará muchísimo de lo que había prometido. En esa característica, Grecia es idéntica a la Argentina del 2001: ninguno de los dos pagará lo que prometió.

Lo preocupante son las condiciones que el FMI, la Unión Europea y el Banco Central Europeo están exigiendo para el cierre del swap y la liberación del segundo paquete de salvataje. Si ese paquete no se efectiviza, Grecia no tendrá dinero para pagar sus deudas en marzo y entraría en un default desordenado "a la Argentina". Un swap voluntario instrumentado correctamente ofrece una enorme cantidad de ventajas, pero lo preocupante para Grecia es si será sustentable en el mediano plazo, algo que cuesta imaginar a la luz de los requerimientos que se le están haciendo a la sociedad griega. ¿Se estará gestando una "Grecia zombie" a futuro totalmente dependiente de Alemania? ¿El cierre del acuerdo la condenará a una agonía indeterminada? El momento de ser fiscalmente ortodoxo para Grecia probablemente haya sido décadas atrás. Es ingenuo pretender que un país que llegó a semejante estado de decadencia pueda convertirse de golpe el algo equilibrado. Europa insiste con una receta de ortodoxia fiscal que no ha funcionado en un solo emergente del mundo y aquí se llegó, repitiendo una receta que a nivel social es imposible de aplicar. El momento de requerirle disciplina fiscal a Grecia fue cuando se unió a la zona euro, pero en ese momento los que hoy suenan como ortodoxos fiscales tenían otras prioridades en la agenda: sumar miembros a la Eurozona sin hacer demasiadas preguntas.

Es muy entendible que el default se trate de evitar porque sus consecuencias son devastadoras. Un default impacta a una economía en todas sus dimensiones: en Argentina, lo monetario, lo fiscal, lo financiero y la economía real fueron arrasadas. Sin embargo, Argentina tuvo algunas ventajas que no tendrá Grecia y eso es lo preocupante. Argentina pudo recuperar su capacidad de crecimiento, algo que Grecia no podrá hacer.

Las crisis de deuda soberanas tienen dos componentes: un numerador (deuda) y un denominador (PBI). Lo que importa no es el nivel absoluto de deuda sino el ratio entre ese nivel y el PBI. Supongamos que dos países deben exactamente lo mismo, pero uno de ellos produce un PBI mil veces superior al otro. La carga de deuda por capacidad de generación de riqueza sería muy inferior para el país de mayor PBI, lo que denota que el crecimiento juega un rol clave en la resolución de toda crisis de deuda.

Lo preocupante es observar a Europa haciendo énfasis sólo en "achique fiscal" para un país que al estar al filo de un default por definición está grave y un ajuste puede noquearlo definitivamente. Grecia necesita de una reestructuración fiscal pero ese no es un proceso de consecución inmediata, sino que, por el contrario, hacerlo en forma sustentable llevará años. Hoy más que ajuste necesita oxígeno y Europa la está asfixiando. La sensación de este acuerdo es la de un país al que para evitarle un "default técnico" se le están cortando los dos brazos y piernas. Si no crece va a volver a sucumbir en el mismo dilema. La forma en la que Grecia estaría cerrando su swap probablemente implique un país "zombie a futuro" que no sinceró sus verdaderas falencias, sin capacidad de recuperación en el corto plazo. Y esta crisis nos ha demostrado con elocuencia que el corto plazo es tan violento que puede arrasar con un país en semanas.

La ventaja de Argentina es que tuvo después de su default "un empujón de crecimiento muy fuerte" motivado por la devaluación del peso de 400% , con su consecuente ganancia en competitividad más un shock externo caído del cielo representado por la sustancial suba en las commodities. Argentina es una república muy rica, tiene una formidable capacidad de generación de riqueza en commodities alimenticios. Esta característica es inexistente. No se ve un sólo activador macroeconómico para Grecia, resulta imposible imaginar un país que ya en cinco años de recesión y con un desempleo del 20% se tenga que "mega-achicar" casi de golpe. En este contexto, Grecia no podrá crecer y volverá a colapsar.

Surge la pregunta de si el cierre del swap voluntario en Grecia sería un evento para festejar por los mercados o para denotar lo verdaderamente trágica que es la realidad de Europa. Queda la amarga sensación de una zona euro que cada vez suena más a una imposición alemana que a un bloque sustentable en el tiempo. Si Grecia pudiese recuperar su principal aliado, su moneda, si pudiese devaluar, ganar competitividad y recién ahí forjar las bases para encausar al país en un sendero sustentable en el tiempo, ¿no sería mejor que someterla a un ajuste fiscal que será impracticable no sólo en lo económico sino en lo social? ¿Tiene sentido formar parte de la Eurozona a todo costo? Grecia no es el único país que no puede más con el euro, el resto de la Europa-Piigs sigue negando la misma realidad: el euro es un gran negocio para Alemania pero está muy lejos de serlo para la Europa-Piigs mucho menos competitiva, que está siendo devorada por Asia. ¿Se podrá alguna vez ver a un Banco Central Europeo haciendo política monetaria para un bloque de 17 países y no sólo uno? Si Europa quiere "ayudar" a Grecia, entonces que lo haga en serio. Este swap nuevamente parece un mero emparche de corto plazo y por ende fracasará.

(*) Ph.D. in Economics (UCLA) y director de la Maestría en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella