Argentina pone a Brasil en aprietos
* Por Sergio Malbergier. Brasil tiene un compromiso geográfico con Argentina que nos ha impuesto un alineamiento automático con Buenos Aires.
Fue así durante la guerra de Malvinas (1982), durante la cual Brasil tuvo que apoyar la aventura militar de nuestros vecinos contra el Reino Unido. Pero no debe ser así con la expropiación de los españoles esta semana del control de la petrolífera argentina YPF, ordenada por la presidente Cristina Fernández de Kirchner.
Mientras EE.UU. y México condenan, la UE y España preparan duras represalias, Hugo Chávez elogia efusivamente y el presidente colombiano grita al mundo "vengan para Colombia porque aquí respetamos la inversión extranjera", Brasil habla muy bajo respecto de la "soberanía argentina".
La timidez de Itamaraty es un reflejo de la dificultad brasileña para tomar posición. Buenos Aires es un aliado inevitable y lucrativo para Brasil, pero buena parte del brillo brasileño hoy en el mundo viene de nuestro respeto a las reglas del mercado, a nuestra generosidad con la inversión productiva extranjera.
Las empresas españolas tienen en Brasil mercados e inversiones cada vez más relevantes para ambos países. Por eso, un apoyo efectivo a Buenos Aires en esta su última bravuconada internacional se ubica claramente en contra de los intereses brasileños.
El drama porteño fue mucho más que una reestatización. La expulsión física de los españoles fue un manifiesto político peronista bolivariano, mezcla de alto octanaje del cual Brasil debe apartarse o, mejor, ayudar a contener.
Mientras EE.UU. y México condenan, la UE y España preparan duras represalias, Hugo Chávez elogia efusivamente y el presidente colombiano grita al mundo "vengan para Colombia porque aquí respetamos la inversión extranjera", Brasil habla muy bajo respecto de la "soberanía argentina".
La timidez de Itamaraty es un reflejo de la dificultad brasileña para tomar posición. Buenos Aires es un aliado inevitable y lucrativo para Brasil, pero buena parte del brillo brasileño hoy en el mundo viene de nuestro respeto a las reglas del mercado, a nuestra generosidad con la inversión productiva extranjera.
Las empresas españolas tienen en Brasil mercados e inversiones cada vez más relevantes para ambos países. Por eso, un apoyo efectivo a Buenos Aires en esta su última bravuconada internacional se ubica claramente en contra de los intereses brasileños.
El drama porteño fue mucho más que una reestatización. La expulsión física de los españoles fue un manifiesto político peronista bolivariano, mezcla de alto octanaje del cual Brasil debe apartarse o, mejor, ayudar a contener.