Apoyo a pequeñas bodegas
La decisión de otorgar apoyo a la promoción de vino elaborado por pequeñas bodegas aparece como una decisión oportuna e importante porque permite que más actores se sumen al mercado interno.
Nadie puede poner en dudas el crecimiento exponencial que ha logrado la vitivinicultura argentina en los últimos años, situación que no ha sido fruto de la casualidad sino de un trabajo inteligente desarrollado por todos los actores de la industria que se fundamenta en la calidad de los productos y su buena relación con los precios.
En ese marco de situación y tal como lo señalan los enólogos, el buen vino nace en el viñedo y por ese motivo las vides tienen un cuidado especial; se ha modificado el traslado de las uvas a la bodega, utilizando bines y cajas plásticas de pequeño volumen; existe un cuidado especial en todos los pasos de la elaboración y se establecen pautas especiales con el producto terminado -incluyendo el descanso del vino en botellas- para alcanzar un producto con la calidad suficiente para continuar captando consumidores.
Sin embargo, esa situación, importante por supuesto y que ha determinado un incremento espectacular en las exportaciones, no se condice con lo que está sucediendo en el mercado interno. Sucede que el consumo per cápita mantiene una inquietante caída en los últimos años y el problema alcanza esencialmente a los vinos básicos, los de menor precio, que son los que compiten con las bebidas sustitutas, como las cervezas, las gaseosas, los amargos o el agua mineral, con el agregado de que se han modificado muchos de los hábitos de consumo.
Al decir de algunos especialistas, el éxito del vino había alcanzado a una franja de mercado pero no había logrado trasvasar esa situación al resto de los actores, especialmente a las pequeñas bodegas dedicadas a vinos de menor valor.
Frente a ese panorama resulta oportuna la decisión de apoyar, a través de la promoción, a pequeñas bodegas de la provincia, con dinero surgido de la propia industria, en razón de que se trata del recaudado con el 2,5 por ciento de la devolución por retención por exportaciones. Según se indica, la iniciativa va destinada a bodegas que no contaban con posibilidades de comercializar sostenidamente sus productos y que ahora podrán hacerlo, a la vez que se establecen pautas específicas, como por ejemplo que deben contar con productores asociados.
Se estableció también una marca "paraguas" que representa al conjunto, como la de Pequeños Bodegueros de Mendoza y, en principio, alcanza a diez establecimientos, aunque el programa se mantiene abierto para nuevas incorporaciones en una segunda etapa.
Existe además un hecho importante y es que el proyecto va acompañado por cortos publicitarios que tienden a "desestructurar" al vino, presentándolo como la bebida ideal para compartir con amigos y en la mesa familiar, con el agregado que se lo presenta combinándolo con soda -como sucediera en los años en que el vino llegó a un consumo de 90 litros per cápita- y tomado en vasos, como una forma de reinsertarlo y avanzando sobre el resto de las bebidas. Se muestra además el trabajo en la viña, de los cosechadores y de los productores, a lo que se suman paneos de la belleza que aporta Mendoza para presentar al vino como una bebida absolutamente natural.
Es de esperar que la iniciativa logre los objetivos buscados porque irán en beneficio de aquellas bodegas que, aún trabajando bien, no tenían posibilidades económicas para sumarse al excelente momento por el que atraviesa la industria y también de los mendocinos en general, porque es conocida la forma de distribución que tiene la actividad y que alcanza a gran parte del espectro económico provincial.