Anuncian un servicio de salud con otra imagen
Casi podría decirse que el Gobierno de la Provincia flaquea en mayor medida en un asunto que la historia futura no dejará de señalar como prueba de una discapacidad de proporciones estremecedoras.
Este asunto es nada menos que el de la salud pública, cuya excelencia debe ser la mayor preocupación de los Gobiernos por tratarse de un derecho del individuo y de la sociedad que la Constitución de la Provincia reconoce como "fundamental". Dicho de otra forma, si en alguna área del Estado no deberían existir deficiencias, ésa es la de la salud, que, en teoría, vendría a ser algo así como "la niña de los ojos" de los gobernantes de Catamarca.
La realidad no podría ser más contrastante con el mandato constitucional, pues se ha llegado al colmo de ponerse en funcionamiento una Maternidad que, a poco andar, es escenario de conflictos derivados de omisiones tan elementales como la de una organización en que esté debidamente formalizado quién es su conductor y quiénes los jefes de los diversos servicios. Estos jefes "de hecho" renunciaron masivamente, ante una situación que las autoridades de la cartera sanitaria podrían solucionar de inmediato, como manifestó el jefe del Departamento Clínico Asistencial, por tratarse de un problema no gremial sino institucional.
El mismo funcionario explicó que "vinimos en octubre (desde el Hospital San Juan Bautista a la Maternidad Provincial), porque nos dijeron que nos teníamos que cambiar y empezar a funcionar, pero vinimos en malas condiciones... seguimos cobrando si como fuésemos del Hospital San Juan Bautista; es como tener una casa, pero uno come en otra porque en su casa no le dan la comida".
Pero se ha añadido la disminución del número de guardias. El problema, por lo que se señaló, es que esas guardias eliminadas permitían pagar a quienes trabajan sin nombramiento. Ahora ese trabajo recargará al personal de planta, con negativa incidencia sobre la calidad de los servicios.
Yendo al servicio de salud global, hay que agregar el agravamiento del conflicto con los precarizados, que no logran una mejor situación de revista que la fragilísima remuneración por medio de planes laborales, que a su ínfima significación económica suman su carencia de aportes para la jubilación y de servicios sociales.
Por otra parte, las 20 enfermeras nombradas para la Maternidad son insuficientes, pues hacen falta por lo menos 20 más.
Placería que la inminencia de las soluciones señaladas por uno de los jefes de servicio de la Maternidad sea confianza que se satisfaga a corto plazo. Se alude a las manifestaciones del ya citado Daniel Ovejero y del director asistencial de la Maternidad, Felipe Sastre Collado. Este último consideró que "las renuncias (de los jefes de división, departamento y servicio) están siendo consideradas, pero al haberse solucionado casi todos los puntos, quedarían prácticamente sin efecto: es personal especializado y prácticamente único".
Habría que pensar que no sólo los renunciantes revocarán sus dimisiones, sino que también quienes en el área de la salud han estado desde hace mucho protagonizando medidas de fuerza modificarán su actitud y, de ese modo, el servicio de la salud pública saldrá de un estado de conflicto que ya lleva años y que perjudica al sector que menos culpas tiene, no obstante lo cual es la víctima más directa de todas las irregularidades.
Pero ojalá esto pudiera creerse sin incurrir en los excesos del pensamiento mágico.
Se asegura, en el área de la Salud Pública, que es inminente la solución de la mayoría de los problemas que han estado, y están todavía, empañando la imagen de tan fundamental servicio.
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