Amado y temido
*Por Arnaldo Paganetti. El acento será en la economía. Tanto que el ministro Boudou fue elegido como candidato a vice. Influyó decisivamente en todas las designaciones. El justicialismo se subordinó a su jefatura. Se develó la principal incógnita: Cristina irá por la reelección para darle continuidad al modelo.
La oficialización de la postulación de Cristina Fernández para ir por la reelección el 23 de octubre desató por, un lado, la euforia kirchnerista y, por el otro, una catarata de imputaciones, algunas rayanas con el agravio personal, por parte de dirigentes opositores, entre los que se contaron Eduardo Duhalde, Elisa Carrió y Francisco de Narváez.
Cristina reveló que "sabía lo que tenía que hacer" desde el día en que encabezó las exequias de su esposo Néstor, el 28 de octubre del 2010, y miles de personas que desfilaron ante el féretro cerrado la impulsaron con gritos y llantos a ser fuerte y a no aflojar.
"Vamos a seguir adelante... sometiéndonos una vez más a la voluntad popular", dijo en un acto que se difundió por la cadena nacional de radio y televisión. Sólo unos pocos íntimos conocían de antemano esa determinación. Son los que la escucharon decir hace 8 meses frente al ataúd en Santa Cruz: "No te voy a hacer quedar mal".
Mientras, arduamente, finalizaba anoche la composición de las listas y de los cargos más expectantes (Amado Boudou fue elegido candidato a vice), y confiada en que las urnas le sonreirán dentro de 4 meses, Cristina ya se prepara para el "día después", en el que alumbrará un nuevo equipo de gestión. Prevé desplazar a funcionarios cuestionados con cuyo trabajo no está conforme y darle cabida a gente joven "capaz y comprometida con este modelo" que le permita a ella, al cabo de 4 años, construir "un puente" generacional que le dé más continuidad al proceso iniciado el 25 de mayo del 2003.
Tuvo especial dedicación en la confección de nóminas de diputados y senadores nacionales –su injerencia fue directa y excluyente y, por caso, no dejó conforme a su aliado Hugo Moyano–, porque tiene presentes los contratiempos sufridos en el Parlamento luego de la derrota legislativa del 2009. También incidió en la provincia de Buenos Aires, al imponerle a Gabriel Mariotto a Daniel Scioli.
Un triunfo en octubre cuando se renueva la mitad de la cámara baja y un tercio de la alta (130 y 24 miembros, respectivamente) le permitiría recuperar algún terreno en Diputados sin tener el control y, con estructura propia y aliados, mantener una mayoría exigua en el Senado. Con equilibrio siempre inestable.
El primer círculo que rodea a la presidenta –Carlos Zannini, una especie de superministro; Héctor Icazuriaga, Juan Manuel Abal Medina y Boudou–, está seguro que a partir de ahora vendrá una campaña feroz.
Hasta algunos volvieron a mencionar la palabra "desestabilización", recordando la agria disputa por la resolución 125, que provocó el divorcio total con el vicepresidente Julio Cobos. Su reemplazante, Boudou, será un leal a prueba de morteros y no un "híbrido", según la caracterización que hacen de Cleto los conductores parlamentarios del Frente para la Victoria. Amado tiene estudios liberales y fue quien le aconsejó a la presidenta "recuperar" la administración de los recursos de los trabajadores.
La administración K tiene flancos abiertos, por donde se colarán con facilidad las críticas. Justamente, la inflación es un problema innegable, según reconoció Facundo Moyano, uno de los hijos del dirigente cegetista, a quien Scioli impulsó como diputado nacional. La corrupción, la inseguridad tampoco son asuntos menores.
Sin embargo, los principales exponentes de la consultora Poliarquía, que no puede ser tildada de kirchnerista, sigue proyectando a Cristina triunfante en primera vuelta. Señalan que escándalos como los que protagonizan Sergio Schocklender y la Fundación Madres de Plaza de Mayo o las peleas en el Inadi, entre Claudio Morgado y María Rachid, repercuten en un electorado urbano de Buenos Aires y sus alrededores, pero no tiene mayor impacto en el interior del país.
"Es la economía estúpido", indican mencionando la frase del ex presidente de Bill Clinton. Y acotan: "Cuando la situación económica y el consumo crecen, ganan los oficialismos, acá y en cualquier lugar del mundo, porque la primera reacción del votante es la de no innovar".
En la Rosada repiquetean con que "los votos y la chequera" los sigue teniendo Cristina. Y si bien admiten que hay episodios francamente negativos, apuntan que la fragmentación y la desorientación en la oposición les dejan a sus principales dirigentes poco margen para consolidar una fuerza que termine forzando el balotaje.
Mauricio Macri parece desentendido de la pulseada nacional, concentrado en retener la jefatura de la ciudad de Buenos Aires, que esta vez está en peligro. Ricardo Alfonsín, Duhalde, Carrió y Hermes Binner, por su parte, deberán esforzarse para ofrecer alternativas válidas de gobernabilidad y no terminar espantando al electorado.