Algo más se estrelló en la estación Once
*Por Ricardo Roa. ¿Qué se estrelló cuando se estrelló el tren del Sarmiento en Once? Se estrelló una mentira: que los ferrocarriles iban a ser recuperados y volverían a funcionar, a diferencia de los años 90.
Nota extraída del diario Clarín.
¿Qué se estrelló cuando se estrelló el tren del Sarmiento en Once? Se estrelló una mentira: que los ferrocarriles iban a ser recuperados y volverían a funcionar, a diferencia de los años 90.
Se estrelló la propaganda sobre mejoras en el sistema ferroviario, presentadas como un gran avance cuando es una agonía y un peligro viajar para los millones que viajan.
Nunca han estado peor.
A un año de la tragedia y casi diez del kirchnerismo en el poder, el ministro Randazzo acaba de reconocerlo. Dijo: los servicios del Mitre y del Sarmiento "son un desastre".
Con las 51 vidas inocentes que se fueron, se estrelló también la demagogia presidencial de que éste es un Gobierno "preocupado por los pobres". Los ferrocarriles hacen agua por todos lados porque no hizo las inversiones prometidas. No hubo mantenimiento de vías y pasos a nivel, ni de los coches que circulan sucios y con puertas abiertas y con fallas en las normas de seguridad. No hubo dinero para que la gente de menos recursos viaje mejor. En cambio, se enterraron en Aerolíneas Argentinas más de tres mil millones de dólares desde la estatización.
Y se estrelló el mito de la transparencia: la red de subsidios a los concesionarios urdida por Jaime y De Vido, que se detienen antes de llegar a la gente, permanece encubierta. Aunque esa trama ha comenzado a ser desnudada por la Justicia, que procesó a funcionarios y empresarios por administración fraudulenta.
Se potenció el cinismo.
Después de la tragedia, la ministra Garré dijo que Lucas Menghini "viajaba en un lugar prohibido". Sin palabras. Y la Presidenta no se acercó en ningún momento al lugar de la masacre. Mientras la desesperación de los familiares de los muertos era máxima, Cristina Kirchner estaba en otra parte. No allí, donde más se necesita un mandatario. Tampoco había estado Kirchner en Cromañón. Si hay un momento en que un presidente debe estar presente es cuando mueren muchos de sus conciudadanos, cualquiera fuera la razón.
Cristina habló el jueves en Tecnópolis de la tragedia, rodeada de los aplaudidores de siempre. Dentro de un tiempo, esos actos, como los de la Rosada, serán recordados por ellos como una costumbre vergonzante que tratarán de olvidar.
Cristina asoció el dolor de los familiares con el de ella misma por la muerte, natural, de Kirchner. Fue como decirles: a mí me pasó lo mismo que a ustedes. ¿Qué tiene que ver una muerte natural con el producto de una apabullante cadena de negligencias y corruptelas?
Ella sigue hablando como si la tragedia hubiera ocurrido durante otro gobierno y no tuviera ninguna responsabilidad en el asunto.
La indignación de los familiares ante la ausencia presidencial, las palabras vacías y la propaganda, que es un insulto para todos, es otra vez la de la impotencia. Ellos ya perdieron todo. Lo único que les queda es que no haya ni olvido ni perdón.