Algo más que económico
Por Daniel Muchnik. La crisis que afecta al mundo y sobre la cual hay profecías de que durará toda la década, no sólo económica.
Es enervantemente política. Y como consecuencia de arrastres, de desbordes, trampas, mentiras, corrupción y mentiras que lleva décadas. El caso de Berlusconi, en Italia, es paradigmático, como lo es el de Zapatero, el de Sarkozy, el de Medvédev y Putin, el de Netanhayu en Israel, el de Merkel en Alemania y sus alianzas partidarias, los populismos extremos en América latina y el de un Obama cercado en el Parlamento y en la acción diaria por un Partido Republicano copado por el Tea Party. Y con probables frentes bélicos en el mundo.
La socialdemocracia está muy resquebrajada en Europa. De ser mayoría gobernante en los años 90 se convirtió en paria. Se diría que ha fracasado en sus empeños por dominar los vaivenes de la economía y comportarse huidizamente. Se ha tenido que ir del poder en Portugal, en Grecia y a partir del domingo que viene de España. En primer lugar los socialdemócratas, que fueron y son una alternativa de equilibrio entre las fuerzas imperantes, no hicieron un balance correcto antes de asumir las responsabilidades públicas. Los conservadores que le precedieron a Papandreu mintieron las estadísticas que le enviaban a Bruselas, donde dibujaban un país de perfecciones económicas. Papandreu lo sabía pero no las corrigió, con lo cual quedó embretado, en soledad, anómico ante el desesperado clamor de una sociedad violentada por los planes de ajuste que comenzaron a llover.
En España, la socialdemocracia se caracterizó por la inoperancia. Los mejores expertos prevenían a Rodríguez Zapatero sobre la debacle que se cernía una vez que explotara la burbuja inmobiliaria. El sólo veía azul cuando lo único existente eran los nubarrones negros. Las empresas constructoras hoy están quebradas y un millón de unidades no se han podido vender, lo cual acorraló a los bancos. España se endeudó. Comenzó a ser sospechada, a ser poco creíble. Su sociedad comprobó lo que era una desocupación del más del 20 % y del 40 % entre los jóvenes. El peor daño que se le podía haber hecho.
Los socialistas han cometido los mismos pecados de sus predecesores. A nivel personal y público. El líder Felipe González es lobbysta de grupos empresarios, igual oficio millonario del popular José María Aznar. Han aprovechado los contactos y agendas logradas cuando dirigían la península.
Es interesante tener en cuenta que el escandaloso e impune Silvio Berlusconi, que ha salido por la ventana en medio del vendaval económico de Italia, debe todo su poder a los socialistas de su país. Fue el ex líder Bertino Craxi quien le concedió favores y concesiones inauditas en la década del ochenta que le permitieron adueñarse de la televisión mediterránea y crear un imperio de frivolidad, fútbol y evasión impositiva. Todo a cambio de que Berlusconi financiara al Partido Socialista, pacto que se cumplió. Más tarde, Craxi fue acusado de varios delitos en el Proceso de Mano Pulite y antes de terminar encarcelado prefirió optar por el exilio en Túnez, donde murió en el 2000.
Los procesos que se iniciaron contra Dominique Strauss-Kahn, que lo conformaron como un obseso de poder y de las tentaciones sexuales le produjeron un gran daño al Partido Socialista francés que todavía sigue apostando por suceder a Sarkozy, quien perdió el respaldo de los votantes por aplicar ajustes que fueron destruyendo seriamente el estado de bienestar al cual los galos estaban acostumbrados a disfrutar.
En Medio Oriente, la permanente conflictividad entre algunos grupos armados palestinos e Israel desplazaron hace ya tiempo a la centro-izquierda del poder. El premier Benjamín Netanyahu debió cargar hace pocas semanas con masivas y nunca vistas manifestaciones ciudadanas contra el alto costo de vida y la pérdida de beneficios que nacieron con el Estado y fue el patrimonio de los pioneros.
Quizás ese malestar popular está explicando las amenazas de Netanyahu, prometiendo lanzar cohetería para aniquilar centros nucleares en Irán, una decisión que podría traer gravísimas consecuencias mundiales de todo tipo. Los israelíes han dejado de pensar en sus ingresos precarios pensando en preservar la vida de la nación.