Alfonsín se está quedando con la candidatura de la oposición
*Por Ricardo Kirschbaum. Los alfonsinistas están exultantes porque descuentan que su candidato, Ricardo Alfonsín, puede ser el único que enfrente a Cristina Kirchner en las elecciones presidenciales de octubre.
Su optimismo se basa en la decantación de otros potenciales rivales. Comenzando por Mauricio Macri, atenazado por la duda de apostar a disputar la Presidencia o intentar repetir en la Ciudad. Cruzado por las presiones en uno u otro sentido, el jefe de Gobierno deja señales contradictorias . Guarda bajo siete llaves su preferencia entre Gabriela Michetti y Rodríguez Larreta. Ese secreto, sin embargo, esconde sus propias dudas entre asumir un papel protagónico u otro de reparto. En el primer caso, tiene hoy escasas certezas de un resultado favorable; en el segundo, aún triunfando, le esperan otros cuatros años con un Gobierno nacional hostil a su gestión porteña . El papelón del Peronismo Federal, donde el oficialismo ha intervenido directamente e incentivado a candidatos, ha golpeado a Duhalde , principal aliado de Macri. Y De Narváez, cansado de esperar, tiene otros planes.
Solanas ha enderezado su futuro hacia la Ciudad . Esa decisión despeja otra incógnita porque si Binner finalmente encabeza una fórmula de centroizquierda la fuerza que siga al socialista sólo quiere sembrar para el futuro. El gobernador santafesino juega mucho en su interna partidaria: ese resultado influenciará en sus planes. Y Lilita Carrió, que mantiene su candidatura, tiene conciencia que deberá con realismo, más temprano que tarde, establecer alianzas explícitas o tácitas .
La política, ya se sabe, no es una ciencia exacta. Por lo tanto, hay imponderables que súbitamente pueden poner la escena nacional patas para arriba .
Ricardo Alfonsín, en este panorama, se va quedando solo. Ha construido una imagen heredada de su padre : sus gestos, la inflexión de voz, sus apelaciones a la institucionalidad. Esa nostalgia, en una época en que los argentinos están empeñados a revivir un tiempo pasado, conmociona. Pero la política se construye con algo más que la emoción . Y ha comenzado a darse cuenta que para intentar ganar hay que construir mayorías. La negociación con Francisco De Narváez, un postulante con votos en la provincia de Buenos Aires, habla por sí misma de las necesidades de Alfonsín. Se cuestiona la heterodoxia de ese posible acuerdo, aún desde el oficialismo donde convive la ultraizquierda con la ultraderecha peronista , para abortarlo. La cuenta es simple: con De Narváez y Macri en la Ciudad, hay una franja electoral que queda sin candidatos. Alfonsín puede recibir ese caudal.
Hasta ahora, para distinguirse de Ernesto Sanz que sigue trabajando para un acuerdo mucho más amplio, Alfonsín intentó seducir a la centroizquierda , franja muy ocupada. ¿Por qué alguien cambiaría para votar a Alfonsín? La pregunta no tiene una respuesta nítida hasta ahora. Se presume que al convertirse en el casi único desafiante de Cristina, Alfonsín deberá plantear una estrategia más amplia si es que quiere, de verdad, disputar en serio la elección de octubre.