Alberto Fernández, Presidente: Génesis y razones de un triunfo histórico
Por Federico González. En pleno siglo 20, un historiador sentenció que juzgar las causas y consecuencias de la revolución francesa era aún prematuro.
El 27 de octubre finalmente ocurrió lo que la mayoría previmos que ocurriría: Alberto Fernández fue electo Presidente por una amplia mayoría de votos.
En pleno siglo 20, un historiador sentenció que juzgar las causas y consecuencias de la revolución francesa era aún prematuro.
Pero, a una semana del triunfo histórico, la tentación explicativa justifica bosquejar un entramado de posibles causas.
Génesis cronológica del triunfo del Frente de Todos
Capítulo 1: Nacimiento e implosión de Alternativa Federal
El inicio del año arrancó con la primera novedad del escenario electoral: Juan Manuel Urtubey anunció su candidatura presidencial. En pocos días Sergio Massa hizo lo propio.
Por aquellas semanas la naciente “Alternativa Federal” se presentaba como alternativa competitiva ante Cambiemos y Unidad Ciudadana, cuya paridad parecía no quebrarse.
Pero cuando parecía que la política argentina podría al fin desarrollar un armado capaz de doblegar la inevitable polarización para converger así hacia un escenario de tercios, apareció Roberto Lavagna.
El prestigioso ex Ministro de Economía irrumpió en la escena política posicionado en el formidable lugar de un líder de consenso. Por aquellos días Lavagna se transformó en una especie de objeto proyectivo y de culto, donde diferentes actores políticos atribuían lo que cada uno prefería ver en su figura: el líder de consenso, el presidente de la transición, el piloto de tormentas ideal para una economía devastada, el estadista superador de la grieta.
Pero había un pequeño problema: Roberto Lavagna no hablaba sino que era hablado por otros.
Además, hubo otro problema: cuando Roberto Lavagna se decidió a hablar dejó más dudas que certezas. Porque el candidato del consenso no estaba dispuesto a consensuar casi nada. No a competir en las PASO y no a integrar Alternativa Federal. Era Lavagna candidato a presidente en una nueva alianza hecha a su medida, o nada.
Ante las insistentes consultas de aquellos días, quien escribe estas líneas, respondió taxativamente: ¡Lo de Roberto Lavagna no va a andar!
Pero al endeble andamiaje de Alternativa Federal le restaba aún un capítulo y una última esperanza: el gobernador de Córdoba.
Cuando en la noche del 12 de mayo Juan Scharetti fue reelecto por abrumadora mayoría pronunció un encendido discurso de estadista invitando a superar las grietas. Parecía entonces que, finalmente, la causa de “Alternativa Federal” tendría al fin un armador político con autoridad suficiente para ordenar al endeble espacio.
Pero a los pocos días y luego de aclarar que no sería “el macho alfa del espacio” Juan Schiaretti se tomó vacaciones mientras el proyecto hacía agua.
Las reuniones finales solo sirvieron para precipitar la diáspora dirigencial de un proyecto que apenas quedó como una curiosidad electoral que naufragó antes de ser.
Capítulo 2: La impensada unidad del Frente de Todos
Hacia mediados de mayo el escenario electoral aparecía empantanado. Cambiemos y Unidad Ciudadana estaban en plena paridad y ninguno parecía poder romper su techo.
Por aquellos días se insistía en una sentencia simple y quizás verosímil: Mauricio Macri y Cristina Kirchner eran los únicos candidatos con reales chances presidenciables pero, a la vez, era quienes despertaban los mayores rechazos.
Entonces sucedió lo impensado: el 18 de mayo Cristina cedió su aspiración presidencial en favor de Alberto Fernández.
La ex Presidente coronó así un diagnóstico previo sintetizable en dos ideas fuerzas enunciadas por los nuevos miembros de la fórmula presidencial:
“Sin Cristina no se puede, pero con Cristina no alcanza”, Alberto Fernández.
“Alberto suma donde yo divido”, Cristina Kirchner.
La fórmula fue rápidamente aceptada por el segmento de potenciales votantes Kirchneristas del conurbano bonaerense, pero restaba aún persuadir a algunos gobernadores peronistas y, fundamentalmente, a los seguidores del Frente Renovador de Sergio Massa.
En pocas semanas ambos objetivos fueron cumplidos. El aval de los gobernadores confirió alcance federal a la fórmula. Y la incorporación de Sergio Massa selló la unidad del peronismo aportando los votos necesarios para coronar el triunfo.
Nacía así el “Frente de Todos”, en tanto coalición política electoral y de gobierno.
Capítulo 3: Análisis político y ceguera paradigmática
Quien escribe estas líneas respondió taxativamente a la pregunta:
“El Frente de Todos se perfila como probable y cómodo ganador de las PASO porque la unidad del peronismo, al incluir los votos de Sergio Massa, confiere a ese espacio al menos 10 puntos de diferencia sobre la fórmula de Cambiemos”
Sin embargo, esa afirmación parecía chocar con una serie de axiomas paradigmáticos del análisis político de aquellos días.
Tal como lo señaló el historiador de la ciencia Tomas Kuhn un paradigma es un conjunto de creencias tácitas asumidas por una comunidad. Los paradigmas determinan la percepción amplificada de ciertos fenómenos y el oscurecimiento de otros.
Así, el análisis político previo a las PASO sostenía acríticamente una serie de axiomas, a saber:
- Cambiemos perdería las PASO por pocos puntos. Luego se recuperaría en las generales para, finalmente, ganar en un ballotage.
- La Gobernadora María Eugenia Vidal era invencible en la Provincia de Buenos Aires.
- Miguel Ángel Pichetto (a quién ¡“amaban los mercados”!, SIC) le daría a Cambiemos el oxígeno necesario para ganar, porque se inscribía como garante de la gobernabilidad y del armado político del que, hasta ese entonces, el oficialismo había carecido. Eso se traduciría en los votos necesarios para asegurar el triunfo de “Juntos por el cambio”.
- Alberto Fernández no podría traccionar la totalidad de los votos de Cristina.
- Sergio Massa era un candidato residual que no sumaba votos.
Ese conjunto de axiomas tuvo un denominador común: fue totalmente falso.
Quien escribe estas líneas lo decía en aquellos días:
- “Miguel Ángel Pichetto quizás sume imagen, pero no votos”.
- “María Eugenia Vidal probablemente pierda porque la unidad del peronismo en la provincia la supera ampliamente”
- “Sergio Massa sumará al menos 10 puntos al Frente, los necesarios para garantizar la diferencia que conducirá al triunfo”
Ese conjunto de aseveraciones tuvo un denominador común: se cumplió enteramente.
Capítulo 4: El batacazo de las PASO y el derrape del Presidente Macri
El 11 de agosto produjo dos hechos políticos de trascendencia: el contundente triunfo del Frente de Todos por más de 15 puntos y el penoso discurso del presidente Mauricio Macri.
Quien escribe estas líneas lo había sugerido antes:
“En la noche del domingo habrá dos hechos clave: la diferencia efectiva del resultado a favor del Frente y los discursos de quien gane y quien pierda. Si el ganador se muestra ecuánime en la victoria, avanzará un casillero hacia octubre. Si el perdedor niega el resultado y se enoja ante la adversidad, retrocederá varios casilleros hacia octubre. Ojalá que —para suerte del país y del propio Presidente— Macri no niegue su derrota si esta se produce; pero, sinceramente, no lo veo preparado para asumirla”.
Sosteníamos que si Mauricio Macri se presentaba relativizando o negando la derrota, desconociendo la mayoritaria voluntad ciudadana expresada en las urnas e insistiendo en extenuantes e incomprensibles muletillas sobre el pasado y el futuro, entonces ahondaría la derrota.
Nuevamente, la realidad de lo sucedido nos dio la razón. Porque, en efecto el Presidente volvió a ejercer el pernicioso arte de la negación serial.
El martes 13 de agosto, escribíamos:
“Ya lo sabemos: la negación de la realidad es un mal que aqueja a los poderosos cuando caen en desgracia. El discurso del domingo de Mauricio Macri y su conferencia de ayer expresan la quintaesencia de ese mal.
Porque el Presidente insistió en la ampulosa arrogancia de amonestar a los argentinos y endilgarles la voluntad de querer regresar al triste pasado que simbolizaría el kirchnerismo, en lugar de preferir ese futuro tan maravilloso como inasible de la tierra prometida cambiemita”.
“Pero fue más allá. Porque no le bastó la insistencia en sentenciar que existe un solo camino para arribar a la Argentina soñada. Ni tampoco la recurrencia en señalar que su gestión representa una bisagra histórica. En cambio, se presentó a sí mismo como un vanguardista incomprendido. Y lo peor: deslizó que el pueblo sería responsable de haber extraviado el rumbo y, por ende, de las amenazas externas que se desplegarían ahora sobre un país que se niega al cambio. En síntesis y sin eufemismos: se presentó como un padre severo que alecciona a sus hijos para que se hagan cargo del fantasma que crearon al haber desoído el sabio consejo paterno”.
Capítulo 5: La inesperada “resurrección” de Mauricio Macri
La contundencia del resultado de las PASO, las desafortunadas declaraciones del Presidente y el ahondamiento de la crisis cambiaria, económica y social, presagiaban un triunfo contundente del Frente de Todos en octubre.
El análisis político predecía ahora un triunfo arrollador de Alberto Fernández quien ampliaría la brecha lograda en Agosto.
Hasta que apareció la fervorosa convocatoria de Luis Brandoni a marchar en defensa de La República y sus instituciones, para así dar vuelta la elección.
Y a esa primera convocatoria en la Plaza de mayo le sucedieron las 30 marchas del “Sí, se puede”
Cuando parecía que todo estaba perdido, el Presidente Macri recuperó en la calle —a través del fervor ciudadano de sus votantes— aquello que seguía perdiendo en los indicadores de una gestión que se perfilaba sin piso. Porque mientras los índices de inflación, endeudamiento y pobreza subían a la par del dólar; también subía la cantidad y el clima exultante de los asistentes a las marchas.
Quien escribe estas líneas, nobleza obliga, acá se equivocó al sentenciar que:
“La campaña del “Si se puede” no va andar. Porque es endogámica y, por ende, solo sirve para intensificar las pasiones de quienes ya votaron a Macri en las PASO. “Mucho ruido pero pocos votos”.
Acaso porque el Presidente apeló a la mística, acaso porque apeló al miedo, acaso porque el fervor de las calles resultó contagioso, lo cierto es que Mauricio Macri, aunque no pudo dar vuelta la elección como arengó, sí pudo reducir considerablemente la brecha y retirarse con el oxígeno suficiente para afrontar su nueva etapa de opositor.
Capítulo 6: El triunfo final de Alberto Fernández y la derrota de Mauricio Macri
Finalmente Alberto Fernández ganó la elección en primera vuelta y por una ventaja importante.
Quizás en virtud de la expectativa de un triunfo mayor, ese contundente triunfo pareció algo deslucido. Al igual que la ostensible derrota de Mauricio Macri.
Sucede que la mente humana se maneja con dos registros simultáneos: lo intrínseco y lo comparativo. En otros términos: sabemos que las cosas son lo que son, pero también las percibimos en relación a lo que podrían haber sido.
Eso explica algunas ilusiones ópticas. Tanto como muchas de nuestras percepciones políticas. Al fin y al cabo, la apuesta a la polarización (a la que tan afecto se mostró el oficialismo) no es otra cosa que el intento de ocultar un fracaso azuzando la existencia de un pretendido mal mayor precedente.
Lo cierto es que, finalmente, contra sus propios pronósticos y sus ostensibles esfuerzos, el sueño de Mauricio Macri no pudo cumplirse. La elección ocurrió. Mauricio no pudo darla vuelta y “No se pudo”. La ironía es que el tanto el Presidente Macri como la Gobernadora María Eugenia Vidal sí acertaron respecto del carácter histórico de la elección. Ocurrió, pero al revés.
Lo cierto es que, finalmente, Alberto Fernández fue electo Presidente. Y quizás ese triunfo pueda sintetizarse en una reducida serie de disyunciones:
- Lo sustantivo prevaleció sobre lo cosmético.
- La inteligencia política se impuso al esloganismo.
- El realismo superó al ilusionismo voluntarista.
- La necesidad acuciante del presente primó sobre la ilusión recurrentemente postergada a futuro.
- Como ya ocurriera en 2015, la esperanza prevaleció sobre el miedo.
Síntesis conceptual final: Cronología y claves del triunfo de Alberto Fernández
- Alberto Fernández resultó electo Presidente en primera vuelta y de modo indiscutible.
- Una importante mayoría de la sociedad argentina, agotada de 4 años de promesas incumplidas y ostensible deterioro de su calidad de vida, puso a Alberto Fernández en el lugar de la esperanza.
- El “Frente de Todos” resultó la coronación de una arquitectura de unidad que cambió drásticamente el tablero político, poniendo en jaque al intento de “Juntos por el Cambio” de continuar en el poder vía amplificación de la grieta y la polarización.
- En la consecución del triunfo logrado convergieron varios factores concurrentes.
- Primero, el diagnóstico preliminar de Albert Fernández plasmado en la sentencia: Sin Cristina no se puede, con Cristina no alcanza”.
- Luego, en la definición estratégica de Cristina Kirchner, consistente en ceder en pos de una unidad trascendente y sintetizada en la idea-fuerza “Alberto puede unir donde Cristina divide”.
- Finalmente, en la conformación de la coalición partidaria que plasmó un acuerdo de unidad con volumen electoral al integrar a Sergio Massa y al Frente Renovador.
- Lo anterior expresa la sabiduría de la complementación que suma que, en definitiva, dio origen al camino hacia la unidad y el triunfo.
- Adicionalmente, la conformación de un frente de unidad con capacidad electoral y de gobernabilidad irradió esa fortaleza hacia los gobernadores peronistas, permitiendo así solidificar una serie de acuerdos que, hasta ese momento, no terminaban de consolidar una estructura.
- El triunfo en las elecciones PASO confirió verosimilitud al proyecto permitiendo anticipar un cambio de tendencia irreversible para la sociedad.
- Más allá de la recuperación final del oficialismo, lo cierto es que la elección resultó la convalidación legítima y formal de un proceso político construido en pasos sucesivos que fueron jalonándose hasta la consecución del objetico final.
- En el despliegue de la estrategia Alberto Fernández representó la figura política justa para asegurar el objetivo. Porque supo aunar en dosis precisas las funciones de liderazgo armador, conductor y persuasor.
- En síntesis, detrás de un éxito político subyace una estrategia inteligente capaz de aplicar los recursos disponibles en pos de un objetivo final.
- Con el triunfo del 27 de octubre culminó la faz agonal de la estrategia orientada a conseguir el poder formal. El desafío a lograr para el nuevo gobierno radica en transformar esa inteligencia electoral en política arquitectónica para resolver los problemas del país.
- En otros términos: se trata de pasar de la arquitectura de la promesa a la implementación de las soluciones.
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