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Ahora, los jóvenes

*Por Lucas Boyanovsky. Los últimos días en que se recuperaron los históricos feriados de carnaval –otra pieza más que engrosó el oprobioso botín de la dictadura– una multitud latió al ritmo de los bombos y platillos que vibraron en la noche de cada barrio.

Otra multitud, de esas que a esta altura, ya no sorprenden. Es que acaso se está haciendo natural recuperar ese espacio público que estaba vedado, escondido. Es que con estas alegres jornadas carnavaleras se volvió a poner de manifiesto que otro país constantemente nace en el sentido innovador, en el sentido contrapuesto de lo viejo. Nace diferenciándose de aquel otro país que intentó eliminar a los húsares de momo, aquel que confinó lo público al lugar de lo impropio, de lo ineficaz. Esos dos países luchan desde 2003 hasta hoy día por ver quién, efectivamente, es "El País".
Claro que el otro país, el decrépito, el de las privatizadas, el del abandono de la educación pública, el de las relaciones carnales; ese país no vive contento viendo cómo su presente se arrugó, encaneció y marchitó al tiempo que el otro país, el nuevo, emergía desde las sombras del viejo. Este último no se entregará tan fácilmente. Intentará de todas las formas posibles poner freno a lo nuevo, a los miles de jóvenes que se agolpan en las calles, que piden protagonismo, que construyen esa nueva nación, que sueñan con esa Argentina.
La reacción llega hoy con una de sus peores facetas, otra vez, la represiva. Cuidado, porque los reaccionarios no sólo usan sombreritos amarillos e inauguran playas y sombrillas al son de la represión asesina a los sin techo. Cuidado, porque los reaccionarios también dirigen la bonaerense y la provincia, dicen que tienen las manos atadas en la lucha contra el delito y fomentan la criminalización de la juventud.
Una vez más la Historia argentina se enfrenta a decidir su futuro en una encrucijada por lo viejo o por lo nuevo, por  volver a los ’90 o por profundizar el modelo iniciado en 2003 hasta que logre llegar a todas las inequidades aún no resueltas. Una vez más la Argentina necesitará del actor que fuera motor de la Revolución de Mayo, de la luchas obreras de principios del Siglo XX, de la resistencia peronista, de los setentistas, una vez más la Argentina necesitará de la juventud como actor social y político.