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Agroquímicos: absurda restricción

Las nuevas limitaciones a la tarea del campo acarrean más incertidumbre y disminuyen la producción.

EL cada vez más arbitrario secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, comunicó por teléfono a las empresas importadoras de fertilizantes y agroquímicos en general (herbicidas o plaguicidas) que se abstuvieran de importar estos productos "por una semana" hasta que él pueda reunirse con ellas. También pidió que se abstuvieran de girar dólares a las casas matrices durante las próximas "dos semanas" y preguntó qué cantidad de divisas como mínimo serían necesarias para abonar sus compromisos en el exterior. Pocos días atrás habían sido las fábricas de maquinarias agrícolas las que recibieron el "pedido" de frenar el envío de fondos al exterior.

Esta nueva edición de restricciones comerciales externas se suma a otras que el secretario comenzó a practicar desde fines de 2010, respecto de productos como alimentos, fármacos y otros, que por fabricarse en el país no sería necesario importar. En paralelo, se aplicaron las licencias no automáticas de importación que por normas internacionales no deben superar los 60 días para su autorización, los que en la práctica se convirtieron en 100 o 120 días y más, constituyendo así una clara violación al reglamento de la Organización Mundial del Comercio.

A esto le siguieron acciones antidumping que provocaron duras respuestas de varias naciones.

Más recientemente, se recurrió al desprestigiado intercambio compensado, consistente en exigir a quienes importan, exportaciones de valor equivalente. El tema adquirió ribetes desopilantes al conocerse el caso de una empresa automotriz obligada a compensar la importación de automóviles con exportaciones de arroz, operaciones que representan normalmente quebrantos comerciales netos. Hasta aquí estos anómalos procedimientos tuvieron por finalidad frenar el crecimiento importador que viene encogiendo el signo positivo de la balanza comercial.

Ahora, el propósito que persigue la restricción de las importaciones de fertilizantes y pesticidas está referido al control de cambios que sorpresivamente preocupa al Gobierno. Una vez por la balanza comercial y otra por el mercado cambiario, todo indica que se ha caído en un peligroso desequilibrio económico. Por ahora, parecería que el abastecimiento de fertilizantes y plaguicidas para los cultivos de granos, el principal rubro de la balanza comercial, no está seriamente comprometido, aunque habrá que ver si igual situación se presenta en el caso de las economías regionales.

De todos modos, el solo pedido de suspender importaciones, aunque sea por un breve lapso, constituye un hecho de graves consecuencias: introduce una seria incertidumbre en la economía toda ya que si se es capaz de colocar en el filo de la navaja el abastecimiento de insumos al sector más dinámico e importante de la economía, el mensaje alcanza a todas las actividades, y si se restringe la adquisición de un producto el resultado es su faltante, por la inevitable tendencia a atesorarlo, en previsión de su futura escasez.

Quedan demostrados otra vez los desvíos de poder del secretario actuante, que decide la suerte de empresas y sectores por una simple llamada telefónica. Adicionalmente, la orden impresa de evitar la importación de los insumos mencionados no hace sino mostrar la intensa desesperación del Gobierno por la situación reinante, lo último aconsejable para lograr la calma de los mercados.

La mejor receta para lograr la deseable estabilidad de la economía y la calma de los mercados es restablecer la confianza en la administración, eliminando las continuas intervenciones que, como las mencionadas, siembran incertidumbre y alejan las soluciones.