Actos vandálicos contra escuelas
La sucesión de hechos de vandalismo contra edificios escolares exige que la comunidad en general se comprometa en el sentido de ejercer tareas de control para evitar que las situaciones se repitan, porque quien resulta perjudicada es la misma sociedad.
Todo surgió como consecuencia de un incendio intencional que afectó la cocina y dos aulas de una escuela de San Martín. Y los datos conocidos son más que preocupantes: del total de intervenciones que debió realizar la Subsecretaría de Infraestructura Educativa -en el arreglo de escuelas- un 20 por ciento corresponde a actos vandálicos.
Según las autoridades, de las 630 actuaciones que han realizado las cuadrillas de profesionales por reparaciones generales, 160 se llevaron a cabo como consecuencia de la inseguridad o bien de la falta de concientización de la comunidad educativa para cuidar el mobiliario de los establecimientos. "En promedio, la cifra indica que 32 colegios por mes -es decir uno cada día- sufren alguna clase de deterioro que podría ser evitado", según se dice oficialmente.
Lo sucedido en la escuela Almirante Brown, de Tres Porteñas, San Martín, es inaceptable y resulta incomprensible en razón de que los antisociales decidieron hacer daño por el daño mismo, porque no hubo intención de robo. De acuerdo con lo señalado por la policía, al menos tres inadaptados saltaron una medianera que da a un baldío y provocaron el inicio de las llamas con combustibles, afectando la cocina y dos aulas. El problema se multiplicó porque el fuego alcanzó a un tablero eléctrico y la red de gas, por lo que hubo que recuperar ambos servicios.
Por tratarse de una zona rural, la escuela tiene un radio de influencia de 20 kilómetros a la redonda, dando instrucción a chicos y jóvenes de esa localidad (Tres Porteñas), de El Central, de Alto Chapanay y de El Divisadero y, como consecuencia de los daños, parte del alumnado debió trasladarse a un edificio que se encuentra a un kilómetro y medio de distancia, con las consiguientes dificultades que se presentan en esas zonas del interior de la provincia, a raíz de la carencia de un eficiente servicio de colectivos.
Si bien es cierto que se había anunciado la posibilidad de construir un nuevo edificio para la escuela, las obras demandarán por lo menos un año de trabajo, razón por la cual los alumnos que ahora se ven obligados a trasladarse a otro edificio deberán seguir haciéndolo, por lo menos hasta el próximo invierno, según señalaron las autoridades.
Esa situación planteada en la escuela de San Martín se sumó a otros dos hechos vandálicos en otros departamentos, como el ocurrido en la escuela García Lorca, de Godoy Cruz, donde los ladrones ingresaron y se llevaron dos CPU y una impresora y el objetivo era robar más de 400 netbooks de la sala de informática, y lo sucedido en la escuela técnica de Rivadavia, donde perpetraron un robo para lo cual desactivaron previamente la alarma.
Los hechos de vandalismo en establecimientos educativos -en los que se debe incluir a los que se producen durante el dictado de clases, como la rotura de estufas- deben constituir un severo llamado de atención para la comunidad en general. Porque no sólo generan daños económicos, sino que afectan el dictado de clases y la pérdida de días de estudio.
Es necesario poner coto a este tipo de actitudes y para alcanzar ese objetivo cada uno de nosotros deber adoptar algún tipo de responsabilidad, porque no puede esperarse que cada uno de los establecimientos cuente con custodia policial las 24 horas del día. Además, en caso de encontrarse a los actores de los desmanes, las penas deben ser lo suficientemente severas para evitar las repetición de este tipo de actitudes que van en desmedro de la sociedad toda.