Actitud reconfortante de alumnos de nuestra zona
En tiempos en los que muchos valores se encuentran en crisis, con una sociedad ciertamente acosada por circunstancias conflictivas, resulta por cierto alentador advertir que persisten actitudes demostrativas de una vocación solidaria.
Esos impulsos desinteresados en favor del bien común -y mucho más cuando son personas jóvenes quienes los protagonizan- demuestran que, a pesar de que suelen alcanzar menor repercusión, persisten intactos estos impulsos generosos en la juventud.
En tal sentido, la información ofrecida en este diario acerca de la acción desplegada por alumnos de la escuela Media 1 de nuestra ciudad, que dedicaron una jornada a limpiar y pintar paredes, a recuperar espacios y mejorar al edificio escolar, ofrece una nota positiva.
Esa actitud resulta especialmente digna de mención, por cuanto se concreta en jornadas que han lastimado el universo escolar de nuestra región, con graves incidentes entre alumnos de algunas escuelas, traducidos en amenazas, agresiones y verdaderas batallas campales desatadas, con el saldo de heridos y lesionados, en situaciones que obligaron a la intervención de la policía y de organismos judiciales.
La acción que se concretó con el aporte de la asociación cooperadora de la Media 1 sirve, además, para que los jóvenes tomen conciencia de la importancia que tienen las acciones en defensa de bienes que son comunes y, desde luego, exalta la segura influencia de los docentes y padres que, sin duda, habrán entusiasmado a los chicos para que concreten estas tareas.
Esos jóvenes estudiantes, como tantos otros de nuestra ciudad que integran grupos de voluntarios o que participan de empresas solidarias, están demostrando una inapreciable voluntad por ayudar al prójimo y, al mismo tiempo, de interés por el mejor estado de los bienes públicos.
Cómo no mencionar, entonces, los numerosos casos de grupos de niños y jóvenes estudiantes de nuestra región que todos los años se preocupan por juntar elementos que se precisan imperiosamente en escuelas pobres del país -ubicadas, por caso, en zonas de frontera o en la alta montaña- y que literalmente las apadrinan, acudiendo a ellas para entregar las donaciones y también para realizar los trabajos que hicieran falta para mejorar las condiciones edilicias de esos establecimientos.
Resulta importante consignar que, en muchos casos, estas respuestas espontáneas vienen a cubrir espacios en los que el Estado ha perdido fuerza o decididamente desertado. Sin embargo, no se puede menos que resaltar las actitudes solidarias y comprometidas, en este caso la de los escolares platenses, que no sólo apuntan a resolver problemas coyunturales sino que, además, dignifican y exaltan su formación como futuros ciudadanos.