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Aborígenes tratados como animales

Indigna el inhumano tratamiento que recibe la etnia toba Qom, que con justa razón reclama sus tierras en Formosa.

Representantes de la etnia toba Qom de la Colonia Primavera, integrada por unos 5000 aborígenes que viven al nordeste de Formosa, a la vera de la ruta 86, acamparon en la Avenida 9 de Julio de la ciudad de Buenos Aires durante cinco meses para hacer oír su reclamo de justicia.

Quizá fue la primera vez que su realidad se hizo visible para muchos habitantes de nuestra ciudad y de buena parte del país.

En estos días, merced al arrepentimiento de un policía que participó de los hechos, hemos conocido las imágenes del desalojo del que fueron víctimas en su provincia, el 23 de noviembre pasado, cuando reclamaban por 600 hectáreas que el gobierno provincial les había quitado y que se suman a las 700 en poder de la familia Celia, parte de las 5187 hectáreas de las que los pueblos aborígenes provinciales tienen títulos de propiedad comunitaria.

Titulado "Como perros", el testimonio visual es crudo y pone en evidencia la violencia ejercida por uniformados contra un grupo humano integrado por hombres, mujeres, ancianos y niños, que incluyó el incendio de humildes viviendas y que dejó un grave y lamentable saldo de dos muertos.

En este marco, la diputada nacional Silvia Vázquez, quien fue la primera dirigente que viajó al lugar del enfrentamiento, manifestó indignada que la Gendarmería debió haber protegido a los aborígenes, pues sabía que estaban en peligro y así lo instruía una sentencia de la Justicia Federal. Vázquez se separó del bloque kirchnerista al que pertenecía en franco desacuerdo con la postura asumida por su grupo político.

La investigación de lo ocurrido incurre en graves irregularidades y demoras. El gobierno nacional, autoproclamado adalid de los derechos humanos, mira hacia otro lado, pues la represión se llevó a cabo en la provincia de su aliado político, el eternizado y feudal gobernador Gildo Insfrán, para quien no parece tener entidad la genuina defensa de los derechos humanos.

Sin agua potable, luchando contra la neumonía, la diarrea, la tuberculosis, el mal de Chagas, la desnutrición y las plagas, sin puestos sanitarios y con 1500 criaturas, los Qom reconocen que quienes se prestan al manejo político la pasan bien. Ellos, mientras tanto, habitan ranchos de troncos de palmares y pajas, y sufren dificultades para conseguir el sustento, ya que la muy esporádica ayuda de una caja alimentaria es absolutamente insuficiente.

Sin embargo, a pesar de las maniobras y presiones de los punteros del gobernador, que incluyeron dejar fuera del padrón a muchos aborígenes, las elecciones en la comunidad toba fueron ganadas por el cacique Félix Díaz, quien duplicó los votos obtenidos por el candidato oficialista Cristino Sanabria.

Recordemos también las fundadas denuncias de compra de votos aborígenes con motivo de las elecciones legislativas de 2009, de las que estas columnas dieron oportunamente cuenta, así como la reciente supresión de la ley de lemas que promovió el gobernador para evitar que la oposición gane en la provincia.

Desde una marcada situación de exclusión y persecución, los Qom defienden su derecho a la tierra y se oponen al despojo del que son víctimas. Por más que muchas cosas cambien a lo largo del tiempo, explica Díaz, hay que conservar la identidad. Es hora de trabajar para que la situación de éstos y muchos otros compatriotas de las comunidades aborígenes se regularice. Su clamor ancestral por la tierra merece ser escuchado.