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A tres semanas de un nuevo escenario

*Por Carlos Sacchetto. Profundizar o no profundizar, endurecerse o abrirse. La PresidentE sabe que algo deberá cambiar para reelegirse en octubre, pero todos ignoran cual será la dirección de ese cambio.

La pregunta se escucha en distintos sectores de la oposición pero también entre algunos funcionarios del Gobierno que no ocultan su preocupación. De aquí al 23 de octubre ¿podrá el kirchnerismo sobreponerse a la sucesión de hechos políticamente adversos que está padeciendo? A pesar de que faltan tres meses para las presidenciales, la respuesta común es que "en sólo tres semanas lo sabremos".

Todos coinciden en que los resultados de la elección de este domingo en Santa Fe, luego los del balotaje en Capital Federal, al siguiente la definición de Córdoba y después las primarias abiertas del 14 de agosto, conformarán un nuevo escenario que mostrará con mayor fidelidad el pensamiento de la sociedad.

Tendremos ahí a la vista las consecuencias electorales de este duro momento al que muchos oficialistas se niegan a calificar como de crisis y lo denominan simplemente "de replanteos" y "de redefiniciones".

Bocas cerradas

Las habituales fuentes discretas y confiables que suelen aportar algunos datos orientativos sobre lo que se habla y se planifica en las alturas del poder, están más reservadas que nunca. La orden estricta que bajó desde la Presidencia es que nadie diga una palabra y menos aún que tenga diálogos con la prensa crítica. En varios despachos de la Casa Rosada circulan agrupados en listas -como en las épocas más oscuras- los nombres de periodistas "prohibidos" y también de otros "en observación".

De todos modos, con más cuidados y precauciones, hay funcionarios que no se prestan a ese juego persecutorio y siguen proporcionando pistas informativas. Uno de ellos reconoce que si Agustín Rossi sale tercero en Santa Fe y la Presidenta no llega al 40 por ciento de los votos en las primarias, habrá un camino sembrado de espinas hasta octubre.

De tener que ubicarse en una situación semejante, ¿cómo será la reacción del kirchnerismo? Las opciones no son muchas.

"Lo más probable es que tengamos que endurecer el discurso y que vayamos por más", sostiene el informante. Aunque en otros aspectos muestran diferencias, la misma idea ronda en varios de los más notables integrantes del grupo de intelectuales oficialistas de Carta Abierta. "Hay que revisar muchas cosas y repensar de qué modo el Gobierno puede traducir en términos de mejor gestión lo que conceptualmente está en la dirección correcta", reflexiona uno de ellos.

¿Endurecer el discurso mirando a octubre significa que en estos tres meses la política se hará con más confrontación, con menos tolerancia hacia los que piensan diferente, con un Estado todavía más al servicio de ese sector político? Los riesgos no son pocos. La primera vuelta en Capital Federal mostró que gran parte de la sociedad está enviando otro mensaje.

Lo que aquellas fuentes sí dejaron en claro, es que la realidad se muestra cada vez menos controlable para Cristina Fernández y que el Gobierno extraña cada día más a Néstor Kirchner.

La Presidenta no parece advertir que las visiones idílicas de la política y de la realidad, que pueden expresarse con palabras atractivas en el discurso, jamás se corporizan como reales de la misma forma.

En otras palabras, es necesario el liderazgo de arriba que guía pero, simultáneamente, a la política hay que hacerla también abajo, como la hacía el fallecido ex presidente.

De lejos

La distancia entre Cristina y quienes tienen que dar la cara por su Gobierno y el llamado modelo nacional y popular, se agiganta por el excesivo celo que pone la jefa de Estado en no resultar contaminada con los infortunios políticos.

"Si hay algo que ella no tolera es la derrota, por eso se protege", afirma alguien que la trata con frecuencia. Eso explica su lejanía con Daniel Filmus, por ejemplo, el candidato que ella misma puso para jefe de Gobierno en la ciudad de Buenos Aires.

Tampoco asume las adversidades que debe enfrentar su administración. Como ejemplo se puede mencionar el escándalo Schoklender y otros casos de corrupción.

También el costo político que significa para el discurso oficial que los hermanos Marcela y Felipe Noble Herrera, hijos adoptivos de la directora de Clarín, no sean apropiados a desaparecidos.

En las filas del peronismo que apoya al Gobierno, esa actitud se observa críticamente. "Si Cristina gana en octubre será por lo que hagamos todos, no sólo por ella", se anticipan, acostumbrados al "ninguneo" que vienen soportando.

Esa idea se extiende a otros sectores, entre ellos el poderoso sindicalismo, que apuestan a la reelección de la Presidenta pero con un talonario de facturas bajo el brazo que comenzarán a utilizar ni bien comience el nuevo período.

¿Habrá dirigentes que quieran hacer un llamado de atención en las primarias y retacear su trabajo para que Cristina no llegue al 40 por ciento? No es fácil saberlo con certeza, pero en distintas zonas del conurbano bonaerense aseguran que sí.