A sus anchas
Por Fernando Stanich* El gobernador, José Alperovich, inicia hoy su tercer mandato más cómodo que en las dos anteriores ocasiones en las que se hizo cargo del Poder Ejecutivo. A decir verdad, ahora sí se siente a sus anchas.
Porque a la vuelta de ocho años ha logrado completar el círculo de poder: desde el órgano encargado de proponer a los jueces hasta el Concejo Deliberante menos influyente le responden. Nada, absolutamente nada en esta tierra, se hace a sus espaldas.
El gobernador se esmera por cerrar los circuitos. La Cámara contará con una abrumadora mayoría de amigos del mandatario. Incluso, hasta sus hombres -no los oficialistas, sino los suyos- coparán los lugares y comisiones claves para controlar que el Legislativo no incomode al Ejecutivo. Un abogado, Ramiro González Navarro, se sentará en Hacienda. El hacedor de los acoples, Marcelo Caponio, será la cara de un eventual intento reformista en Asuntos Constitucionales. Y a Fernando Juri, que sólo pidió Economía y Producción, le pondrán por encima a Guillermo Gassenbauer, hijo del funcionario más influyente.
Es cierto que los opositores se esmeraron -y lo siguen haciendo- para que Alperovich no deba transpirar demasiado. Los radicales cometieron el blooper de la semana: antes de asumir, sus cuatro legisladores ya se partieron en dos porque no pudieron ponerse de acuerdo para designar un mismo secretario. Por un lado, los canistas Ariel García y Silvia Elías de Pérez y, por el otro, Federico Romano Norri y Roberto Sánchez. Entre unos y otros cruzaron acusaciones: los canistas tildan de timoratos al dúo de enfrente. Incluso, sugieren en los pasillos que bauticen el bloque como UCRA: Unión Cívica Radical Alperovichista.
El sarcasmo, para un partido que se pretende erigir como la principal oposición, es alarmante. Pero, a decir verdad, en más de una oportunidad el senador José Cano deslizó que para conducir la UCR se necesitaba un hombre de perfil confrontativo, en alusión a la pasividad de Romano Norri. Y el corredor Sánchez acumula más minutos de charla con el alperovichista Regino Amado que con sus correligionarios. Un menjunje del que, difícilmente, se salga sin magullones.
Algunos radicales sostienen que esa fractura no es ni más ni menos que una muestra en escala de la disputa por la presidencia partidaria. La casona de Catamarca al 800 clama desde hace años por un conductor. Cano nunca logró asumir decididamente ese papel. Y ahora, que parece dispuesto a hacerlo, choca con una carta orgánica que se lo impide formalmente. Pero, además, también encontrará resistencia en la nueva figura: Luis Sacca. En el entorno del diputado electo creen que la elección del domingo basta y sobra para discutir poder en la UCR. Se jactan de que Sacca mantuvo los votos del partido en un escenario desfavorable: un Ricardo Alfonsín devenido en yunque, un Hermes Binner que catapultó al socialista Rodolfo Succar y una dirigencia de base que, en buena medida, le jugó para atrás.
Otra prueba de la huida radical es el casi seguro desembarco en el Ejecutivo del "correligionario" que mejor relación tiene con Alperovich: el ex funcionario de la UNT José Hugo Saab está a un paso de secundar a Enrique Zamudio en Desarrollo Social.
Más allá de las interpretaciones subjetivas, lo objetivo es que la UCR pasó a ser un partido pobre -se quedó sin gobernaciones- y que los universitarios son los únicos que aún mantienen una billetera abultada. Y, ese dato, en política, nunca es menor. Las elecciones de agosto y de octubre confirmaron que la UCR seguirá siendo sólo una fuerza parlamentaria. Por eso, los próximos pasos que dé el radicalismo serán indicios sobre cuál será su perfil con vistas a 2015.