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A Demichelis lo echaron los jugadores
Esta es una actitud corporativa del vestuario de River, que pudo haber ganado la pulseada de haber echado al líder. Y de una Secretaría Técnica, que con la experiencia de haber sido jugadores, sabe que lo único imposible en el fútbol es ganar cuando el equipo no se esfuerza por hacerlo. Que las tribunas no se olviden que este hombre ama River.
Por Cherquis Bialo
Extraído de Infobae
¿Quién echó a Demichelis? Si Martín Demichelis dice que se siente fuerte para continuar y luego se lleva a cabo una reunión con Ponzio y Francescoli -todavía con piel de jugadores- y se da a conocer un comunicado que “de común acuerdo” se desvincula y mañana, hoy para nosotros, habrá de dirigir por última vez, la pregunta es: ¿Demichelis y River llegaron a un acuerdo, o alguien pidió que Demichelis se vaya por alguna razón que alguna vez nos enteraremos? En el fútbol, las verdades ocultas nunca duran más de un año.
Las redes sociales pueden tener incidencia. Son organizaciones comunicacionales con grandes matices mafiosos. Yo me pongo de acuerdo con 15 trolls a los que manejo y multiplicamos por miles el mensaje que queremos bajar en cualquer coyuntura. Es una organización mafiosa que luego se multiplica con imbéciles que, escudados en el anonimato, si están de acuerdo con el mensaje, lo repiten, lo estimulan, lo incentivan, lo aumentan con cualquier tipo de adjetivo descalificador.
¿Las redes, antes del partido de hoy contra Sarmiento de Junín, los hinchas de River expresados por redes, echaron a Demichelis? ¿Un sábado previo a un partido y apenas antes de continuar la Copa Libertadores de América que habrá de dirimirse en el estadio de River en el caso de que un equipo argentino llegue a la final?
Para que quede claro, las redes pudieron incidir en lo posterior, pero a Demichelis lo echaron los jugadores. Los mismos jugadores que no le perdonaron aquella actitud inmadura comunicacional, convertida en un gravísimo error, como es el de reunir a diez periodistas y pretender que no se filtre nada de lo allí dicho. Y entre las cosas que se dijeron se habló mal de jugadores que aún pertenecen al plantel. Enzo Pérez prefirió irse de River después de aquella situación y aquel enfrentamiento.
Para que quede claro, porque ahora vendrán los grandes debates, las elucubraciones, las grandes hipótesis, las verdades ocultas. Mire, algún jugador habló con Gallardo. O más de uno. Y transmitieron que Gallardo no se sentaría a negociar en ningún club del mundo si hubiera un técnico trabajando. Con lo cual, la primera condición para hablar con Gallardo, cosa que no se sabe si ocurrirá, era que River no tuviera técnico. Generar esta situación hoy, el día del partido, es muy llamativo.
Esta es una actitud corporativa del vestuario de River, que pudo haber ganado la pulseada de haber echado al líder, al Técnico-Jefe, agotando el crédito que le quedaría de aquí en adelante. Y de una Comisión Directiva, o una Secretaría Técnica, que con la experiencia de haber sido jugadores, sabe que lo único imposible en el fútbol es ganar cuando el equipo no se esfuerza por hacerlo.
De manera que yo espero que haya -me gustaría que haya- una actitud de comprensión. Si es cierto que hoy será la última aparición de este ciclo de Demichelis en el estadio Monumental, no estaría mal que su último recuerdo, sea un recuerdo cuanto menos de reconocimiento. O de respetuoso silencio. Que no haya vejámenes. Porque no los merece. Ningún error formal amerita la agresión del otro. De manera que lo que Demichelis merecería para irse de River, cuanto menos de manera digna, es que se sepa que a él ya lo apretó el vestuario, a él ya lo echaron los jugadores, a él ya lo sometieron a pagar la revancha de la actitud del año pasado.
Que las tribunas no se olviden que este hombre ama River. Que dejó una vida mejor por River. Que estaba en una sociedad más organizada, por River. Que tenía un gran futuro -que probablemente lo retome- y lo interrumpió con la ilusión de dirigir a River. Y que le dio a River lo mejor que pudo, lo mejor que supo, lo mejor que alcanzó.
Y que en todos los casos, aun incorporando aquel error comunicacional de reunir algunos periodistas y hablarles “mal” de algunos jugadores del plantel, marcar algunas deficiencias, merece una oportunidad: la de no perder la dignidad en sus oídos al despedirse del Monumental.
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