Policiales
A 59 años del asesinato de Norma Penjerek: trata de personas, orgías y la pista nazi de un crimen que sigue impune
La adolescente tenía 16 años cuando desapareció el 29 de mayo de 1962. Su cuerpo nunca fue hallado.
Norma Penjerek fue vista por última vez fue el 29 de mayo de 1962. Ella tenía entonces 16 años y salió esa tarde de la casa de su maestra particular de inglés para volver a la suya, pero nunca llegó. La distancia que debía recorrer caminando no superaba las 20 cuadras y en ese trayecto fue donde empezó el misterio.
“Un caso muy complejo”. Así lo describió en su momento delante de la cámara de Canal 13 el comisario Jorge Colotto, uno de los policías que investigó la desaparición de la adolescente y su expresión fue tal vez, entre tantas hipótesis, lo único cierto que se mantuvo a lo largo de 59 años de impunidad. La víctima nunca fue encontrada y sus padres murieron sin saber qué ocurrió con ella.
La joven era la única hija del matrimonio formado por Enrique Penjerek, empleado municipal, y la enfermera Clara Breitman. Sus padres hicieron la denuncia esa misma noche cuando la chica no llegó a la casa en la que convivían en el barrio porteño de Flores y se dio inicio a una investigación que recién después de otros 50 días obtuvo su primera pista.
Los investigadores encontraron el cuerpo de una mujer semienterrado, en un campo de la localidad de Llavallol, en Lomas de Zamora. Esto fue uno de los obstáculos a los que hizo referencia el comisario Colotto cuando en diálogo con el periodista Enrique Sdrech para Telenoche habló sobre la complejidad del caso. “El rapto ocurrió en Capital y el cuerpo apareció en la provincia de Buenos Aires”, desde TN recuerdan la frase que remarcó el oficial, señalando que por ese motivo tuvieron que intervenir dos jurisdicciones en la misma causa.
Para la Justicia, los restos espantosamente mutilados que habían encontrado pertenecían a la joven desaparecida y durante años la familia de Norma llevó flores a una tumba del cementerio de La Tablada en donde había sepultado un cuerpo que tenía 10 centímetros más de los de su hija.
Un año después surgió la segunda pista firme del caso de la mano de una prostituta de 23 años, María Mabel Sisti, quien acusó del crimen de Norma a Pedro Vecchio, un comerciante de Florencio Varela al que le atribuían fuera de su actividad como zapatero otros negocios vinculados a la “mafia”, las orgías y la trata de personas.
La versión sostenía que el sujeto había secuestrado a Norma, la había drogado y obligado a participar en fiestas sexuales, y que después la terminó asesinando. Vecchio se convirtió en imputado durante varios meses pero fue liberado y sobreseído más tarde por falta de mérito. Al parecer, el origen de la falsa acusación fue una “venganza” de alguien que le tenía bronca al comerciante.
“Nunca dije que Vecchio fuera culpable, pero sabíamos que conocía a la chica”, afirmó el comisario Colotto durante su entrevista con Sdrech. Todo quedó en la nada nuevamente y según declaró a los medios el comerciante tras su liberación, el “mal momento” le sirvió al menos para vender más zapatos.
La última hipótesis conocida que tuvo la investigación, la más arriesgada de todas, tenía conexión con el secuestro de Adolf Eichmann en nuestro país. “Ella (Norma) era judía y parece que andaba de novia con el hijo de un jerarca nazi”, explicó al respecto Colotto. En ese sentido, el comisario señaló que existía la sospecha de que el padre de la desaparecida podría haber sido quien aportó el dato al servicio de inteligencia israelí sobre dónde estaba el alemán, y esa “traición” habría derivado en una represalia de grupos de ultraderecha de la cual su propia hija habría sido la que sufrió las consecuencias.
Aunque conspirativa y fascinante, tampoco esta versión se pudo comprobar. El caso por la desaparición y muerte de Norma Penjerek tuvo varios acusados, pero ningún condenado. El cuerpo de la adolescente jamás apareció y el delito del que haya sido víctima así como los responsables, enmudecieron junto con ella.
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